Pasaba el tiempo y entre en la adolescencia, aquella etapa en la que se supone que empiezas a salir de fiesta con tus amigas y a descubrir cosas nuevas. Pero en mi caso lo único que hacia era adquirir responsabilidades, me encargaba de la casa, cocinar, educar a mi hermano pequeño, y si en alguna ocasión se me pasaba por la cabeza salir con mis amigas u hacer planes, allí estaba mi madre recordandome que por ella mi hermana y yo seguiamos viviendo, que había perdido toda su juventud por nuestra culpa y por consiguiente le debíamos todo nuestro tiempo para que su vida fuese más amena, tanto era así que si alguna vez se nos ocurria escuchar música o salir con mis amigas, nos sentiamos culpables de no estar en casa haciendo las labores, hasta que llegó un momento en que mis amigas me hicieron ver que eso que sentíamos no era normal, pues sus madres les hacian la comida, y se alegraban de que tuviesen amigas con las que salir, pero eso fuera de alegrarme solo me decepcionó más pues me di cuenta de que mi vida nunca seria como la de una chica normal.
Llego cuarto de la eso y mi instituto nos regaló a los mejores en biología un viaje a Villar de Ciervos para poder observar y estudiar la naturaleza del lugar, mi hermana y yo entramos dentro de ese pequeño grupo y nos sentíamos muy realizadas, nuestros padres nos dejaron ir y fui muy feliz, pero esa felicidad fue tan efímera como largo el viaje, pues cuando estabamos volviendo a casa llenas de felicidad por esa recompensa y esperando que nuestros padres estuviesen orgullosos e interesados por saber lo emocionante que había sido para nosotras, es decir, compartir con ellos nuestra alegria, le llamamos a mi padre para que viniese a por nosotras, pues ese fin de semana me tocaba ir a su casa, y su respuesta nos hizo caer en picado, pues nos dijo que el estaba con su familia en Valencia y que le llamasemos a mi madre. Esa sensacion fue tal que hizo que ya hasta la fecha haya sido incapaz de perdonarle el daño que me causo el sentirme fuera de su vida de esa manera y con la naturalidad con la que nos dio esa noticia, desde ese entonces mi padre bajó definitivamente de mi pedestal.
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Mi Cruda Realidad
Non-FictionEs una historia de amor, aventuras, etc. Todo lo que puede llegar a surgir en una vida con algunas partes que pueden dejarte sin palabras