-Jimin, llegamos.
La voz de mamá se escuchó a lo lejos mientras me removía en el asiento trasero de la camioneta.
¿Tan rápido llegamos?
Me estiré y froté mis ojos mientras agarraba mi mochila y abría la puerta para bajar. Era de noche, no había nadie en la calle y las pocas farolas iluminaban la calle con casas, las cuales tenían las luces apagadas.
-Eso es lo bueno de mudar primero las cosas.
Escuché a papá decir mientras yo respondía con un asentimiento de cabeza, lo vi entrar a la casa. Habíamos decidió en mudar todas las cosas primero para que fuera solo de llegar y descansar. Si mudarse de casa era agotador, de ciudad lo era aún más.
Cerré la puerta de la camioneta y me encaminé a la entrada. Era una linda casa, tenía dos pisos y lo más importante; un cuarto para mí solo. La privacidad era primordial en mi felicidad.
Las luces estaban apagadas en el interior de la casa. Supuse que mis padres ya estaban en su habitación, cerré con pestillo y subí lo más rápido que pude las escaleras.
Las luces del segundo piso también estaban apagadas, pero gracias a las ventanas y las luces de la calle se podía observar un poco bien las cosas dentro para no tropezarme o algo por el estilo.
Encendí las luces de la habitación cuando entré, era tanto mi cansancio que tenía los ojos entrecerrados, solo podía pensar en acostarme en mi cama y despertarme tarde. Puse el bolso a un lado de la puerta y me dediqué a admirar el interior.
Cama, escritorio, ventana abierta, mi vecino, puert...
Mi vecino
Traté de disimular mi asombro cuando a unos metros de mi ventana estaba un chico de cabellos amarillos, sin camisa y con un cigarrillo en la mano me observaba apollado al umbral de su ventana.
Sin camisa.
Abrí levemente mi boca cuando un calor inundó mi pecho y mejillas, la respiración se me tornó pesada. Tragué saliva avergonzado cuando me di cuenta de que me había quedado un buen y considerable rato mirando aquel chico rubio. Sabía que tenía que actuar rápido si no quería pasar una vergüenza.
Como una vil tortura me obligué a quitar la mirada de aquel glorioso y candente chico para dar unos pasos y cerrar las cortinas.
Deja de ser tan inseguro, Jimin.
Respiré profundo, digamos que no era normal para mí ver chicos de ese grado de belleza... O sensualidad, no lo se. Solo... Madre bendita, ese tipo de chicos era el que reinaba en mis fantasías, eso era todo.
Me fui al baño cuestionando mis pensamientos, ¿Cómo podía pensar así de alguien a quién a penas acababa de ver?
¿Y si era un asesino, violador o torturador?
Te lanzarias sin rechistar.
Coño.
Sacudí mi cabeza mientras una sonrisa se asomaba por mi rostro caliente por el sonrojo. Me quité la ropa, tenía ganas de un baño para quitarme todo el estrés.