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Me diste las primeras carcajadas en compañía fuera de familia, me diste mucho en que pensar ya que fuimos de diferentes estatus económicos, y gracias a ello me enseñaste lo que en realidad era vivir una niñez sin consentimientos. Tú hiciste que dejara por ratos las muñecas para ir a jugar con un balón, hiciste que dejara mi cuaderno de dibujos (recuerdas en que te presté un día, en el cual tu dibujo me causó pesadillas, anda no te quejes de mi ironía, tenías tiempos sin saber de mí) hiciste que dejara de ser tan delicada al jugar al restaurante, y me enseñaste a hacer guerras de comida (al respecto del desastre no ha cambiado nada hoy en día, sigo siendo pésima en la cocina, ora por mi hermana que no resulte envenenada algún día). Me enseñaste a disfrutar de la vida, a pesar de mis problemas familiares los cuales no han cambiado, pero he aprendido a lidiar con ello. Me hiciste fuerte, menos delicada, más guerrera, tú sabrás porque te lo digo, y si no lo recuerdas, que bien, porque me encanta el misterio y lo sabes.

Queridos amores de mi vida...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora