Hay muchos factores por los cuales puedes encontrar a un hombre fascinante, y me encontraba tratando de descubrir el motivo de mi embelesamiento.
Desde la primera vez que lo ví, me atrajo esa aura de misterio y seguridad que lo rodeaba, eso o tal vez la forma en la que me miraba, una miraba penetrante, una mirada que reflejaba curiosidad y diversión: curiosidad del porqué una chica como yo podía estar en aquel lugar y diversión porque seguro pensaba que no sobreviviría tanto tiempo.
En cualquiera de los casos, hay algo en él que me resulta irremediable atractivo y me sorprendió porque hace tiempo que alguien no despertaba tanto mi interés.
Claro que su físico talvez influía, es imposible no notarlo, no es robusto y con grandes músculos, sino mas bien del tipo fibroso y fuerte, y si se encontraba allí no dudaba que era producto de puro esfuerzo y entrenamiento.
Claro que habia conocidos chicos atractivos en la universidad, pero ninguno como él, solo eran chicos inmaduros que se jactaban de ir al gimnasio, aunque sospechaba que sus músculos inflados estaban igual de vacíos que su cerebro, no me sentia cómoda en sus compañias, mas bien me daba la sensación de que tenía que cuidarme de ellos.
Y es que era un poco desconfiada en relación a los chicos, el mundo de hoy estaba cada vez más peligroso, el príncipe azul con brillante armadura sólo es un cuento de niñas, la realidad es que es mejor aprender a defenderse una por sí misma.
Y por eso me encontraba aquí, me había inscrito a unas clases de boxeo para aprender a hacerlo, estaba lista y preparada.
Y es así como esperando a que llegara la hora de empezar había conocido al sujeto de mi análisis.
Había llegado recién, porque las clases habían comenzado una semana atrás, era alto vestía un pantalón de chándal negro y una camiseta azul que estaba segura escondía mucho más de lo que parecía hacer notar, tenía la piel bronceada, tenia el cabello negro alborotado, en su masculino rostro tenia una barba recortada que lo hacía parecer serio y mayor, una gruesas cejas, ojos oscuros y sobre estos unas pestañas largas y curvadas.
Era un hombre en todas sus letras: Fuerte y terriblemente estimulante.
Conversaba con su amigo y pareció preguntar mi presencia, eso me hizo fruncir el ceño y parece que eso lo divirtió aún más porque apareció un amago de sonrisa.
Pero eso no fue lo que me causó más sorpresa sino que era él quien se convertiría en mi maestro.
Si aquel era mi nuevo entrenador de boxeo.
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Perdiendo el control
RomanceLo último que necesitaba Roy Sánchez en su vida, era otro problema, ser un sárcastico y fuerte boxeador lo tenía acostumbrado a tener todo bajo control y es que a lo largo de su vida había aprendido que la disciplina que te brinda el deporte y la pe...