Capítulo uno.

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Bip, bip, bip... Sarah frunció el ceño y extendió el brazo hacia el despertador tratando de hacerlo callar. Apretó varias veces el botón de apagado pero este no paraba de sonar, y como tenía mal despertar tomó el despertador y lo lanzo contra la pared haciendo que este quedara hecho añicos, y obviamente que parara de sonar.

-¿Otra vez Sarah? -dijo su madre cruzándose de brazos riendo- Ya es el cuarto que rompres en dos meses, ¿a caso quieres arruinarme a base de comprar despertadores? -río.

-No estoy para bromas, mamá -musitó ella tapándose hasta la cabeza con las sabanas- No es mi problema que todos los despertadores que compras acaben siendo defectuosos.

-Vamos, si no te das prisa perderás el autobús, y hoy no puedo llevarte al instituto -se acercó a su hija sacándole las sabanas para que esta saliera de la cama.

-De acuerdo, de acuerdo, ahora dejame en paz -dijo gruñiendo mientras se sentaba en la cama y se frotaba los ojos con las manos.

Su madre le sonrió y salio de la habitación cerrando la puerta. Sarah se levanto sin ganas y caminó hacía el baño que tenía en su habitación y entró en el. Fue directamente a la ducha y se ducho con agua bien fria. Esta hizo que se despejara completamente y que dejara de lado el mal humor. Seguidamente se secó tanto el pelo como el cuerpo y se miró en el espejo.

Era de tez blanca, demasiado. Sus ojos eran grandes de un color verde esmeralda, un color precioso que teóricamente había heredado de su abuela por parte materna, cosa que no sabía si era cierta ya que no llegó a conocerla. Su nariz era fina y delgada, simplemente perfecta. Tenía los labios delgados pero carnosos, que casi siempre estaban de color rojizo que combinaba perfectamente con sus mejillas ya que estas tenían un color similar. La melena era larga, exactamente le llegaba por la cintura, y era de un color rubio ceniza precioso. Digamos que era perfecta, tanto que algunas personas le habían mencionado que era una auténtica muñeca de porcelana humana, y su altura era tan extremadamente baja que eso avivaba los comentarios de la gente.

Tras acabar de maquillarse y asearse, fue hacía su armario y lo abrió, tomando el primer conjunto de ropa para seguidamente ponérselo. Cuando acabó bajó las escaleras de su casa y se dirigió hacía la cocina. Allí esperaba encontrarse con su madre, sin embargo encontró una nota:

"Hola cariño. Intenté esperarte pero tardaste demasiado y sabes que no puedo llegar tarde al trabajo. Te preparé tostadas y café. Los he dejado en el microondas y recuerda no perder el autobús."

Suspiró y hizo una bola de la nota para luego tirarla. Su madre últimamente tenía mucho trabajo y eso hizo que se distanciarán un poco. Susan, la madre de Sarah, trataba de comportarse como si no pasará nada, y eso le molestaba demasiado.

Tomó el café y las tostadas y lo tiró a la basura, para luego tomar su mochila y salir hacía la parada del bus. Ya en ella se sentó en el banco, sacó su móvil, se puso los cascos y empezó a escuchar música. Miro hacía un lado y vio la silueta de alguien para luego fijarse más detalladamente, era un chico. Este le correspondió la mirada y se quedaron mirando varios segundos hasta que los motores del autobús la distrajeron. Subió, pagó y se sentó en un asiento, y para cuando volvió a mirar hacía afuera, el chico había desaparecido. Por unos instantes se asusto, pero luego pensó que se habría ido andando mientras ella pagaba el billete.

No pasó más de medía hora cuando ya estaba delante de las puertas de su instituto, y sonó la campana. Comenzó a correr hacía la puerta principal y entró, subió las escaleras para dirigiese hacía la segunda puerta a la derecha, la que era su clase. Cuando llegó se apoyó en la puerta y se tomó un mini descanso, al parecer no estaba muy en forma. Ya más tranquila se dirigió a su pupitre y se sentó sola, como solía hacer. No tenía muchos amigos ya que las chicas la odiaban por su belleza y los chicos solo trataban de ligar con ella. Bueno, en realidad si tenía una amiga. Ella era Sally. También iba a su clase pero se sentaban separadas ya que Sarah quería estar detrás y Sally delante, y era normal. Su amiga era la típica chica estudiosa, esa que nunca se olvida la tarea y que saca notas excelentes, y no es que Sarah fuera tonta (ya que su medía era ocho) simplemente no le gustaba ir a clase.

La rubia sacó su libreta y el libro de Geografía para luego mirar el techo. De repente recordó de nuevo a ese chico, al de la parada de autobús. "¿Quien será?", "¿donde andará metido?", "¿como desapareció tan rápido?". Estas eran preguntas que no podía de pensar y preguntarse. Por alguna extraña razón no podía evitar pensar en él. Estaba tan pérdida en sus pensamientos que ni si quiera se pudo dar cuenta de que la Sra. Almus había entrado en clase. Esta se acercó al pupitre y dio un golpe en el, haciendo que Sarah volviera al mundo.

-¿De nuevo distraída señorita Miller? -se cruzó de brazos negando con la cabeza- muy mal, muy mal... ¿A caso quiere usted suspender esta asignatura?- y antes de que Sarah pudiera disculparse la puerta se abrió. Todos fijaron su vista hacía el chico que entró y la rubia no pudo evitar sorprenderse. Se levantó y lo señaló mirándolo perpleja.

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Holi :"3. Pues esta es mi primera novela y y y realmente no se como saldrá D': Solo espero que bien >Soy nueva en este mundillo, así que no seáis malos :cccc. Espero que os haya gustado, y tal ><

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⏰ Última actualización: May 15, 2016 ⏰

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