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Y así fue como estuve segura de mi gran idea y te escribí.

Me respondías pero había un gran detalle; eras tan monosilábico que asustabas, tus respuestas parecían cuchillos de doble filo. Si, eras tan cortante.

Hasta que finalmente me dije que mi idea no valía la pena.

Lo siento, pero no quería pasar por una experiencia similar a la otra.

El día en que me diera cuentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora