❁Capítulo 2❁

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El cuerpo frío de JungKook descansaba sobre el piso de su casa, los ruidos emitidos por su papá lo hacían saltar de vez en cuando. Estaba tan destruido, habia perdido a su hermano por defender los derechos de una pequeña niña que su padre iba a golpear.

Sus ojos estaban rojos, no iba a llorar, él no quería ser golpeado. Suspiró un par de veces para buscar con cuidado su celular, casí se desmoronó al ver en el fondo de su pantalla la foto con su hermano.

Se veía tan feliz.

Comenzó a buscar en sus números el de alguien que podría ayudarlo, aunque no fuera su amigo más cercano sabía la historia de JungKook, sólo tenía que presionar su dedo contra la pantalla.

Tan cerca.

—NamJoon hyung.

Su voz salió tan quebrada que sintió el nudo de su garganta romper su interior.

—Nam no esta, pero puedes llamar en unos minutos más, él fue por palomitas de maíz.

JungKook apretó sus labios con fuerza, con un par de respiraciones calmó sus prontos sollozos que iban a irrumpir la llamada con el chico extraño que contestó.

No respondió, decidió cortar la llamada para luego buscar en su ropa algo para abrigarse, la tarde estaba cayendo poco a poco y el frío comenzaba a impregnar el hielo en los exteriores.

Una sudadera negra con una gran capucha envolvía su cuerpo, suspiró dejando una nube blanca salir de su boca hasta dispersarse frente a su cuerpo. Con las manos en los bolsillos de sus pantalones de algodón caminó hasta una cafetería que mostraba su exterior bastante llamativo y sobretodo un anuncio en un cartel dorado:

¡Monedas de Chocolate!, compra tu destino.

☆ミ ☆彡☆ミ ☆彡

TaeHyung anotaba lo que su padre le había dicho en aquel papel dorado que pronto sería puesto en la ventana más grande del local.

—Suena como si las vidas de las personas dependerán de eso—murmuró para si mismo, él quería ayudar pero esa frase sonaba bastante tenebrosa para el público.

Con cuidado pegó el pequeño cartel, su papá del exterior levantaba sus pulgares para demostrar la aprobación a la posición donde había quedado.

—Tae, ve a casa ahora—dijo su padre sacándolo de la tienda.

—Cla-claro—algo sorprendido decidió volver a su casa.

La casa de la familia Kim quedaba a sólo un par de cuadras así que desde su salida podía ver a lo lejos el techo amarillo de su casa. Ese día su mamá lo había enviado a buscar la pintura amarilla, tenía que ser el amarillo pastel y sólo amarillo pastel.

Buscó las llaves de su casa, sabía que su mamá iba a estar preocupada buscando las cosas de sus hermanos –además era sábado y su casa era un caos–, lo más probable era que su hermana menor estaba jugando con barro en el patio delantero y luego los vecinos irían a casa para decir que sus paredes tenían suciedad.

Llegó a la escalera que daba a la calle, miró el patio sin rastro de su hermana. Bajó rápidamente para saludar a Yeontan que dormía sobre una banca café justo donde el sol iluminaba cálidamente. Puso la llave en la cerradura girando con bastante cuidado de no llamar la atención para ningún residente.

Se quitó los zapatos para tomar sus pantuflas, miró con curiosidad las pantuflas de sus hermanos que se encontraban allí, si mamá los veía con zapatos llenos de arena los iba a castigar.

monedas de chocolate |  taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora