Daleeza
Sábado 20, 4:30 am
-Despierta cariño, ya es hora.
No, no lo hagas.
-Ven conmigo.
¿Para qué? Te irás.
-Sabes que solo quiero lo mejor para vos.
Por eso me dejaste la última vez.
-Si no te levantas habrá horribles consecuencias.
Claro.
-¿Acaso quieres meterme en problemas Kitty?
No estaría mal, lo mereces.
-Si algo me pasara, tú serías la primera sospechosa, lo sabes amor.
Solo si te encuentran.
-Sabes que ya están detrás de ti. Esta vez no tienes escapatoria.
¿Quién lo dice? Además, estás muy lejos para que yo sea culpable. Nadie le creería a una chica muerta.
-Oh, no. es por eso cariño, que tengo un plan. Cada detalle bien estructurado.
Nadie puede contra ti, lo has dicho desde que nos conocimos Paris, no te tengo miedo.
-Deberías, aún conservo nuestras fotos, Natty no estaría muy feliz.
Bien, dime qué quieres y vete, estoy ocupada.
-Lo dudo, son las tres de la mañana. Como sea, tenés que venir a verme, te tengo una sorpresa.
Las sorpresas no son buenas viniendo de ti.
-Te veré después, chau amor.
Después de una amistosa plática con mi amiga, lamentablemente me es imposible volver a dormir, así que salgo de mi habitación y bajo las escaleras para ir a la cocina. Saco un par de naranjas y un limón para prepararme un jugo, los exprimo en un vaso y le pongo una cucharada de semillas de chía. Tomo el vaso y salgo de la casa, empiezo a caminar, sin rumbo.
Dejando que el silencio me lleve a donde él quiera, que mis pies formen un camino de pasos vacíos, que las aves me guíen con su cantar como guían a la parvada. Sigo caminando, porque no tengo alas para volar, o aletas para nadar. En el camino, me doy cuenta de algo: me están siguiendo. Camino más rápido, pero aún así me siguen el paso. Tal vez sí dejé un camino que lleva a una sola cosa, a mí.
No huyas.
Me freno en seco.
Creo que no terminamos de hablar.
-Mira Paris, yo creo que esto es suficiente.
Aún no pasa nada, cariño, calma.
Decido girar y verla. Y sí, ahí está. Pero no está realmente.
-Creo que este no es el momento más oportuno para que aparezcas. Deberías tener más cuidado.
Ella se acerca y me sugiere con su mano que la siga, así que eso es lo que hago. Me lleva hasta los árboles y avanzamos juntas hasta el bosque y nos encontramos con un camino de hojas secas en el suelo, lo seguimos hasta llegar a una zona completamente opaca y distanciada de la carretera. Una vez allí descansamos sobre las raíces de los árboles. Ninguna dice nada, solo nos quedamos sentadas mirando al suelo y ocasionalmente a nosotras mismas. Me quedo callada, no sé qué pretende mostrándose así, procuro no preguntarle nada porque sé que puede decirme muchas cosas, cuales no apetezco saber. Hasta que ella decide hablar.
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Los polos opuestos se atraen
Ciencia FicciónÉl era un enamoradizo... ella era fría. Él la amaba... ella lo usaba. Él buscaba una dama en peligro... ella se salvaba sola. Él buscaba al amor de su vida... ella una salida.