Huir

173 3 1
                                    

Rigby caminaba de un lado al otro desesperado en la habitación de Gabriella.

— Rigby, no quiero meterme en esto. Siempre que te ayudo cuando tienes un problema con Eileen, todo termina mal. O tú o ella se enojan conmigo —le aclaró Gabriella una última vez al mapache que le estaba estresando.

Rigby se detuvo frente a la pared y apoyó su cabeza ahí.

— No es que no quiera ayudarte. — continuó ella viéndolo — Pero creo que esto lo tienes que resolver tú.

Rigby estaba pensando muy bien -aunque no lo suficiente- en dejar a Eileen; porque ya no sentía lo mismo, porque ya no sentía esa chispa, ese escalofrío que alguna vez sintió viéndola sin anteojos. Y es que la verdad es que de ello se dio cuenta un día, al recordar cuando cursaba su primer año de bachillerato en Kansas, junto a Gabriella. Fue ahí donde pudo ver que no podía seguir con una persona si no fuese con ella.

— Tu y yo no teníamos tantos problemas... —dijo él, sin mirarla.

— No. Es que era diferente. A mi no me importaba lo malo en ti, no de la mala manera; y a ti mucho menos las cosas malas en mí.

— ¿Dices qué tal vez tenga problemas con Eileen porque no hemos aprendido a tomar sin cuidado nuestros defectos? — le interrogó Rigby con los ojos irritados.

— Pero bueno, ¿No me estás escuchando? ¿Cierto?

Hubo un rato de silencio. Rigby veía a la ventana y Gabriella no despegaba la mirada de la computadora ni del teclado, escribiendo oraciones que ya no tenían sentido.

— Creo que solo deberíamos irnos de aquí de una sola vez. Huir. —quebró Rigby creyendo tener una grandísima idea.

— ¿Qué?

— Sí. Solo tú y yo, como antes ¡Como tener 16 de nuevo!

— Rigby, eso fue hace 9 años. —Gabriella sintió que esa idea era la mejor que el mapache pudo haber tenido; pero luego recordó que tenía cosas que hacer, una vida por delante.

— ¿No te gustaría? —permaneció insistente Rigby — Sin Eileen, sin Mordecai, sin nadie.

Gabriella entonces giró hacia él con la expresión un tanto molesta — ¿Y qué te hace pensar que quiero dejar a Mordecai? Tú ya no podrás querer a Eileen; pero por ello no significa que abandonaré todo por que al fin te dignaste a querer que estemos juntos de nuevo.

— Gabriella, ambos sabemos que te duele ver al idiota de Mordecai con otra persona; con esa artista de pacotilla que tanto odias pero que no lo admites.—le proclamó él sin quererlo, pero, haciéndolo al fin de cuentas.

— Yo nunca he odiado a nadie.

— Ni siquiera soy yo al que un torpe como Mordecai no sabe valorar, como el resto de cosas que tiene y no lo hace. Lo ves ahí, mensaje tras mensaje con Stef todo el tiempo, te sigue diciendo que son amigos pero ya estás cansada; no soy yo el que está pasando por todo eso, pero odio a esa chica que hace de Mordecai nada más que un tonto. —él nunca le despegó la mirada —.

Fue entonces cuando Gabriella dejó de razonar correctamente y sus ojos se cristalizaron. Vio las llaves de su auto, vio la pantalla de la computadora y vio una pulsera que Mordecai le había dado para su aniversario; cogió las llaves, apagó la computadora, se quitó la pulsera y la dejó en el escritorio.

Se levantó y dirigiéndose a la puerta limpió su rostro, mojando así su brazo con unas cuantas lagrimas que había dejado caer.

Un Show Más "De todo un poco" 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora