Not Today [One Shot]

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— Sabes perfectamente a lo que me refiero —sonrió Eileen de una manera encantadora, ella sabía perfectamente como hacer sonrojar a Rigbone Salyers—.

— Eileen, no sé, ¡No lo sé! —bromeó Rigby de igual forma, aunque la venda en sus ojos le impedía ver— ¿Qué es lo que harás?

— Algo que te sorprenderá, supongo. —ella se puso tras Rigby quitando despacio la venda de él.

Dejose ella ver al mapache. ¡Era un enorme jardín! - Eileen Roberts era una experta en decorar jardines, pero aquella no era su pasión -.

— ¡Eileen!, ¿Lo has arreglado tu sola? —los ojos del mapache brillaron como nunca—.

— Claro —sonrió nuevamente la chica de anteojos—.

— ¡Eres talentosa, sumamente talentosa! —exclamó Rigby levantando a su prometida— ¡Tanta suerte tengo de conocerte!

Ella le besó en la mejilla e hizo gesto de querer bajarse de los brazos de su prometido.

— Un día has de impresionar a todo el mundo con lo que eres capaz de hacer —le profetizó Rigby a la pequeña Eileen— Un día Roberts, todo el mundo se dará cuenta de quien eres.

— Me basta con que mis amigos lo sepan —se aferró Eileen del pecho de Rigby.

Hacía bien al hacer aquello, más no sabía lo que se avecinaba, no sabía lo que provenía, aquello que no era para nada bueno. Pero en cierto punto ¿Cómo un ser humano podría adivinar el futuro? Imposible. Eileen Roberts no podía hacer tal cosa.

La mirada que ambos sostenían cayó de inmediato cuando el teléfono de Rigby sonó.

"Rigby, ven pronto, te necesitamos. Benson de molestará mucho si no vienes ya.", había hablado Mordecai desde el otro lado de la linea a muchos kilómetros de distancia.

— Es Mordecai, me necesitan.

— Ven temprano para cenar —le indicó Eileen.

— Vendré, no cabe duda.

Esa noche Rigby no llegó temprano, ni mucho menos retrasado. Él simplemente no había llegado a la casa de Eileen.

Ella, preocupada, cogió una Cartera de colgar y las llaves de su auto. Con la esperanza de que Rigby hubiese decidido quedarse con Mordecai en la casa del parque, Eileen se decidió por ir hasta allá, solo para asegurarse de que estuviera bien.

Pero luego de subir al auto, ella no alcanzó su principal destino. Ocurría que nada en la vida es fácil. Aquella chica era una buena conductora, respetaba. Pero que ella lo fuese no significaba que los demás también. La joven de apenas veinticinco años pudo sentir su cuerpo escalofriar antes de que su rostro impactara de una forma desplomante en el vidrio delantero del coche, su rostro, destrozado, herido por aquel vidrio, el cual en varios segundos comenzaba a sangrar, ¡vaya rapidez la del ser humano!

Ella sentía mucho dolor, posiblemente unos cuantos huesos rotos lo causaban, pero absolutamente nada se comparaba al dolor de sus heridas que sentían las lágrimas que ella dejaba caer.

Cerró los ojos por un buen rato. Eileen sintió a muchas personas sobre ella "¿Qué sucede?", se preguntaba en la mente.

Un cráneo roto era lo peor, Eileen Roberts había recibido lo peor.

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Al recibir Rigby aquella noticia sintió un escalofrío muy grande, se mareó y hasta le faltaba el aliento. Sin más cogió las llaves del carriyo de golf. Y lo más rápido que pudo recorrió cada calle pensando en lo peor que pudiese pasar. Una calle antes de llegar al hospital un pensamiento, una idea, inundó su mente, "Eileen puede morir", este aceleró a un más, y con lágrimas en los ojos llegó a la recepción de aquel friolento terreno.

— Eileen Roberts —dijo con agitación y difulcultosa respiración.

— Pasillo cinco, piso tres. —dijo la enfermera— ¿Es usted pariente de ella?

— Soy su prometido.

Esto desconcertó a la joven enfermera. Ella no podía creer que un simple e indefenso chico como Rigby fuera a sufrir de gran manera como la que estaba a punto de sentir.

— Pasillo cinco, piso tres. —repitió la enfermera.

Corrió al ascensor y esperó bastante aturdido. Llegó al piso tres y se condujo entre los pasillos. No consultó nada y buscó a Eileen por su cuenta.

Miró por cada ventana y entonces la vio ahí; extendida sobre una camilla, rodeada de tubos, y de lejos un leve silbido de la máquina cardiovascular.

Entró sin la autorización de nadie y se sentó junto a ella. Sabiendo que no habría un mañana y sabiendo que nada seria igual de nuevo.

Tomó su mano y la acarició, y cuando estaba a punto de salir y preguntar color estaba en realidad ella, Eileen también le correspondió con un leve movimiento de pulgares.

— No te pongas triste y no te prives de nada —dijo ella antes de cerrar los ojos.

Y el sonido chirriante que reflejaba el electrocardiograma en el estado más bajo hirió los oídos de Rigby, su corazón también.

Gritó pidiendo ayuda y sucumbieron rápido a la escena donde había una chica destinada a perder la vida de una forma u otra.

A todos les llega la hora, y aunque nadie pensase que temprano a Eileen también le llegó.

Rigby intentó no ponerse triste. Que vano. Cómo no iba a estar triste. Estaba hecho pedazos. Él también quería morir.


Rigby, aunque cumplió el deseo de Eileen, y evitó privarse de alguien más, no la ama como él amaba a Eileen.

Un Show Más "De todo un poco" 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora