-No seas ridícula- ya llevaba mas de dos horas gritándome y recalcándome lo que una dama no debe de hacer, me tenia demasiado harta.- entiende que tu comportamiento con él determinara muchas cosas Rossalie.
Sus palabras me confundieron un poco; ¿porque el trato que le de a ese tipo determinaría algo en mi vida?
-Explícate por favor- le dije viéndola mas seria de lo normal.
Mi tía me explico porque este tipo que se hacia llamar Sr. Stolhom, que nunca había visto en la vida y que ahora venia a decir que era de la familia; tenia que pasar unos días conviviendo conmigo. Me explico que parte del consejo; en el cual el Sr. Martey era miembro importante, consideraban que no podría casarme en menos de 30 días para llevar a cabo la coronación y que por lo mismo debían tener un sucesor en caso de que yo no estuviera lista para ser reina y ese "sucesor" apareció justo en el momento indicado. El tal Dann quería el trono y para eso debía recibir la misma preparación que yo antes del día de la ceremonia.
-¿Entonces? - el tono de desilusión en mi voz era demasiado evidente y mi tía me tuvo compasión y paro de gritar.
- Debes de comportarte y hacer todo lo que se te pida, se que algo empezó entre tu y Dann, los vi en la fiesta, pero olvídalo a el no le importas, solo quiere lo que tu tienes por sangre; la corona.
Después de escuchar el crujido de mi corazón ella solo suspiro y salio de la habitación. Un rato después salí yo a dar una vuelta por el jardín del castillo y decidir si continuar con todo esto o simplemente retirarme con la frente en alto.
Era ridículo, no me quería casar, pero tampoco le iba a regalar la corona a un extraño que creyera merecerla.
Cada día que pasaba me arrepentía más de haber aceptado; tampoco era que me iban a dejar decir que no, con el chantaje basado en que mi padre estaría orgulloso, no tenía opción. Quería por lo menos hacer algo bien, y saber que el iba a estar contento, aunque fuera en su tumba. Por qué vivo jamás lo vi feliz.
Ya la noche estaba en su esplendor y me imagino que la fiesta también, pero no tenía ganas de regresar. Prefería estar aquí en el jardín, siempre me había gustado con lineas de arbustos bajitos; los cuales podrías brincar con sólo pasar el pie, que dividía los amplios recuadros llenos de pasto, algunos senderos donde había bancas y una pequeña capilla en el centro. Todo era hermoso, pero comenzaba a hacer frío.
Ya con la mente mas ordenada, y mi estomago vació me dirigí hacia la cocina; a buscar alguna sobra de los aperitivos de la fiesta, pero no contaba con lo que me iba a encontrar ahí.Cuando entre y lo vi sentado platicando alegremente con el Chef Marlo sin disimulo salí corriendo del lugar, pero no fui lo suficientemente rapida porque me alcanzo.
-Hey hey, ¿a donde vas tan rápido?- tomo mi brazo y me volteo algo brusco – creo que alguien me debe una disculpa
-El que debe disculparse es otro, yo no te he hecho nada – me solte de su agarre y al parecer no le importó porque sabía que a pesar de todo no me iba a ir.
-¿Nada? ¿Enserio? Contestar mal educadamente a mi saludo y después irte como sí nada ¿se te hace nada?- soltó una risita que a pesar del encanto con el que la hace, la odio – se nota que no tienes modales, eso no es apropiado para la "futura reina".
-Cállate que te lo merecías, aparte, ¡el que no tiene educación eres tu! No te han dicho que a tus "primas" no les debes de coquetear. Eres un pervertido.
Se rio de una forma tan cínica que las manos me punzaban por las ganas de abofetearlo que tenían. Jamás había conocido a un chico tan estúpido y apuesto.
-¡Por favor! nunca coquetee contigo. Sólo fui cortes, tu eres a la que le gusto. – se acercó aún más a mí, tomo suavemente mi cintura y me puso demasiado cerca de sus prepotentes ojos verdes – pero no te voy a negar, que gustoso te besaría-.
Mis rodillas temblaron, mi estómago se revolvió y mi garganta se secó. Sin voluntad y sin ganas de resistirme mis ojos se empiezan a cerrar lentamente y mis labios se acercan a él esperando como recompensa de tan fuertes sensaciones un largo y profundo beso, pero en cambio recibiendo en mi humillado rostro un brote de carcajadas provenientes de esa exquisita boca que tantos problemas me da.
-¡Tengo tanta razón! Te gusto, sabiendo lo que somos, me deseas
-Eres un.... estúpido, maldito, cerdo, pervertido, inútil, cínico, mentiroso, inútil. ¡Te odio!
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