El sueño súbito
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Se despertó extremadamente sudoroso. Pasó una mano por su cabello y respiró hondo. El corazón le palpitaba desmesuradamente. Iba a ser difícil seguir durmiendo después de tener la peor pesadilla de su vida. Aunque no quería separarse de su cama, sentir la boca seca lo obligaba a buscar un vaso de agua.
Se paró y caminó cuidadosamente con los brazos extendidos, tratando de tantear el picaporte. Cuando lo encontró pensó en que no podía dejar la habitación sin antes echar un vistazo al reloj sobre su mesita de noche, así que volvió sobre sus pasos. Quería saber cuántas horas había dormido y cuántas faltaban para que sea una hora apropiada para desayunar.
Eran las 3:50 de la madrugada. Aún había tiempo para acostarse de nuevo.
Fue a la cocina, sacó una botella de la heladera y bebió todo su contenido de un solo trago. Satisfecho, creyó que sería mejor pasar por el baño antes de regresar, suponiendo que así evitaría tener que volver a levantarse si es que la gran cantidad de líquido que había ingerido decidía despertarlo en una o dos horas.
Apenas entró, lo primero que hizo fue verse al espejo. Se veía desastroso. Abrumado, completamente pálido, con el cabello revuelto, rastros de transpiración por el cuerpo y un par de notorias ojeras. Era evidente que no había tenido un sueño reparador. Sin embargo, había algo inusual en su reflejo, algo que lo dejó totalmente desconcertado. No pudo evitar llevarse una mano al rostro. Por un momento pensó que se trataba del sudor que le recorría la frente y bajaba hasta su barbilla, pero al tocar sus ojos comprobó que efectivamente eran lágrimas. ¿Realmente estaba llorando? ¿Cuándo empezó a hacerlo?
Se lavó la cara con cuidado y volvió a mirar su reflejo para asegurarse de que no haya quedado rastro de ese "pequeño incidente". Rio por lo bajo, casi tan avergonzado como lo estaría si hubiese mojado la cama. Si su hermana lo viera así, se burlaría por el resto del mes. A veces su hermanita, menor a él por casi tres años y cerca de cumplir los quince, podía ser una auténtica bromista (y una verdadera molestia). Rio nuevamente al recordar el día en que sus padres le dijeron que si quería, podían organizar una gran fiesta por su cumpleaños y ella, sin dudarlo, aceptó encantada. Nunca olvidaría de la felicidad que irradiaba o de la conversación que tuvieron esa tarde.
—Quiero que seas el primero en bailar el vals conmigo. —Lo miraba entusiasmada.
—¿Y papá? —Por más de que no podría negarse a nada que ella le pidiese, no quería quitarle ese gran honor a su propio padre.
—No te preocupes, ya hablamos de eso. Vamos a entrar al salón juntos, luego tú te acercarás y me llevarás al centro de la pista para bailar —expresó con una notable emoción. Él ya no podía ni articular palabra. La admiró conmovido y finalmente asintió mientras le revolvía el cabello con una mano.Su sonrisa se desvaneció a medida que la imagen de su hermana sonriendo desaparecía para ser reemplazada por un fragmento de ese horrible sueño. ¿Pero por qué? No era algo de lo que se acordaba cuando recién había despertado.
Y ahora podía recordar. Estaba frente a una chica de vestido andrajoso a la que no podía verle el rostro. De golpe, ella empezaba a gritar y una corriente de sangre brotaba de su boca. Él quería correr y sus piernas no le respondían. Todo se volvió oscuro abruptamente, tanto que ya no la veía, pero aún podía escucharla. Desde la negrura emergieron millones de ojos que lo observaban sin pestañear. Sentía cómo la voz se alejaba, cómo se apagaba poco a poco hasta sumergirlo en un completo silencio. Horrorizado, descubrió que la sangre comenzaba a cubrir sus pies e iba en aumento.
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Ante mortem
Mystery / ThrillerPequeños relatos sobre grandes tragedias. Ay, casi me olvido de decirles algo: siempre presten atención a los detalles ;)