Remus odiaba la violencia.
Siempre pensaba que las peleas territoriales eran una estúpida excusa para romperse la cara unos a otros, las repudiaba, aunque supiera que eran necesarias entre los Alfas, ellos las necesitaban. Las pequeñas peleas "amistosas" de su alfa y Sirius también eran un constante dolor de cabeza - y trasero si se ponía a pensar -.
Odiaba la violencia en sí, y sabía que tenía razones para hacerlo. Había sido criado de una casa de acogida a otra. Odiaba lo dañinos que podían ser los humanos y cuando el Ministerio descubrió por qué sus padres lo habían abandonado, no hicieron mucho para ayudarlo.
Es un hombre lobo, ¿para que molestarse? ¿Importaba acaso si lo golpeaban a diario, si lo vendían? Solo es un monstruo que no merece compasión alguna.
No tenia caso preocuparse. Un perro callejero valía mucho mas que él. Siempre fue así y todos los hogares a los cuales había ido habían pensado que su licantropía podía curarse a golpes. Odiaba tanto a los muggles que lo habían aceptado en sus hogares. Odiaba tanto a las monjas que le habían lastimado, creyendo que los demonios lo habían poseído y que solo causaría muertes a sus queridos sacerdotes. Ya quería Remus matarlos a todos y cada uno de ellos. Odiaba a las muchas personas que lo habían lastimado y odiaba al mundo mágico que le había abandonado a su suerte, siendo solo un niño, hasta hace poco.
Siempre creyó que Voldemort estaba loco, pero Tom era un genio y el si sabía que era lo que el mundo Mágico necesitaba. No se había rendido a pesar de lo mucho que Albus Dumbledore había tratado de frenarlo, a sabiendas de que Tom haría mucho bien, a Dumbledore no le convenía, su poder se vería reducido a nada y trato con todas sus fuerzas de frenarlo, pero fracaso y ahora las cosas estaban mucho, muchísimo mejor de lo que Remus hubiese pensado jamás hubieran podido esos magos de pacotilla.
Si, había tenido ya su ración de violencia, suficiente para el resto de su vida, gracias.
Sin embargo, incluso él, que era un chico bueno y tranquilo, quien habría preferido una taza de chocolate caliente a una sesión de duelos a muerte, estaba a segundos de atacar a matar. Si esa estúpida omega no dejaba de ronronear y soltar sus asquerosas feromonas a su alfa, iba a descuartizarla. Remus no solía ser territorial, dejaba que Fenrir se encargara de asegurar que ellos eran solo dos, Remus de Fenrir y Fenrir de Remus. Así era y así sería siempre. Lo sabía, pero le enfurecía observar a la asquerosa chica.
- Moony, ¿ocurre algo? - Sirius a su lado parecía dividido entre la más pura diversión y la preocupación que solo él podría expresar. No todos los días se podía ver al tranquilo y calmado Remus sediento de sangre y gruñendo sin siquiera notarlo. Era hilarante. Severus a su lado parecía sentir lo mismo, pero era bastante obvio que lo reprimía con más facilidad.
Quería mirar a Sirius, quería que sus ojos se desviaran a los bonitos ojos grises de su mejor amigo y actual protector, pero no podía quitar la vista de la omega. Era una muy bonita chica, unos 24 años si Remus la miraba bien, toda curvas y abultados pechos, sonrisa perfecta y blancos dientes. Uno de sus dedos jugaba de forma exagerada con un mechón de su hermoso cabello castaño. Remus deseaba enterrar sus dientes en el pequeño y delicado cuello de la estúpida Omega y arrancarle la garganta.
Fenrir a su lado estaba cómodo y tranquilo, hablando extrañamente de forma civilizada con uno de los Alfas del lado norte, riendo y contando las batallas que ocurrieron durante la toma del Ministerio, hace 5 años. Parecía no importarle que la Omega se pegara más a la mesa, haciendo mucho más visibles sus pechos y dejando expuesta más piel. Muchos de los Alfas se encontraban babeando por la niña, sus feromonas comenzando a darle unos horribles dolores de cabeza a Rem, después de todo se suponía que aquella era una reunión territorial de Alfas. Algunos grandes Alfas solían traer alguna que otra Omega para establecer alianzas, pero esta chica era completa y totalmente odiosa. Su hermana, la hermosa y algo intimidante Alfa a su lado mantenía a todos los alfas bajo control a base de gruñidos.

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Mon alpha
FanfictionRemus odiaba la violencia, pero incluso el podía hacer excepciones.