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Las risas y comentarios no podían faltar en un almuerzo. Siempre habían sido algo escasos esa clase de comportamiento en su familia y su raza origen en general, ya que en el momento del acto el silencio era lo único que reinaba la gran habitación, sin embargo, y a pesar de no tener esa costumbre, los consideraba cálidos y acogedores.

Tarble observaba con detenimiento a la esposa de su hermano, una de las tantas conclusiones que había sacado gracias a la cercanía que tenían ambos.
Sin duda era hermosa. Cabello azulino inusual, piel color leche, su estatura promedio que aún en Vegita (y si el planeta no hubiese estallado) hubiera seguido considerada atractiva, y su infaltable  elocuencia y seguridad al hablar, todos estos atributos la hacían sin duda una mujer digna del rey de lo saiyajin.

Tarble no tenía palabras para describir como se sentía en ese momento, era una sensación inefable, quizá la felicidad que percibía en el ambiente lo hacía sentir así.

Vegeta, rodeado de muchas personas, comiendo con su amiga el silencio, pero, y sin embargo, tan diferente.

¿El Príncipe de lo Saiyajin rodeado de terrícolas? ¡Que ridículo!

—¿Que sucede? —una suave voz interrumpió su charla interna y lo hizo girar.

—Vegeta ha cambiado tanto —soltó espontáneo ante su pequeña esposa, quien hizo un mueca.

—Pues eso hacen las personas, cambian.

El joven saiyajin giró enfocando su vista hacia la amada de su hermano mayor, quien con disimulo reposaba su mano sobre su pierna, presionandola levemente.

Dudó.

—Nunca creí que Vegeta podría cambiar, es decir, siempre se crió rudo e impenetrable, ¿La humana ha logrado domarlo?

—Adapatarlo quizá, domarlo es algo muy superficial, y cambiarlo algo muy profundo, no seguiría siendo el mismo, ¿No lo crees?

Tarble calló, haciendo de su rostro facciones de pura confusión.

Gure rió, tomándolo de su mano y brindandole un beso en su mejilla.

—Estás ansioso por hablar con él. —obvió.

El joven saiya había querido hacerlo desde el primer momento, quería decirle que estaba feliz de verlo, pero los gemelos malvados retrasaron eso.
Pensó que lo abrazaría y que le diría lo felíz que estaba al volver verlo y que lo extrañaba, pero no fue así.

Se deprimió, pero a fin de cuentas lo conocía. Creyó que fue frío por estar rodeado de gente que lo iba a juzgar.

Los amigos de su hermano —porque quería pensar que lo eran— no dejaron de observarlos de reojo cada vez que podían, creyeron que no lo notaba, le fue imposible no hacerlo además de avergonzarse.

¿Acaso desconocían de su existencia? ¿Vegeta no lo había mencionado al menos una vez?

—¿No les has hablado de mí? —se quitó el peso de encima cuando pudo hablar a solas con él.

—No tendría por qué.

Tan frío y cruel cómo siempre.

—Soy tu hermano Vegeta. Somos los últimos saiyajines de sangre pura, ¿No estás feliz de verme? ¿N-no te alegra que siguiera con vida? —bajó la mirada llena de pura molestia— ¿O acaso te hubiera encantado muerto? Apuesto que sí.

—No empieces por favor —dijo conociendo ya la perfección el drama de su hermano. Se arrodilló, extendiendo con inseguridad sus brazos y viendo una sonrisa parecer en el rostro de Tarble— no me dejes colgado mocoso.

Sin rechistar lo abrazó, recordaba que lo hacía cuando era pequeño pero los recuerdos eran borrosos.
Unos segundos bastaron para que Vegeta hiciera distancia entre ellos.

—Por cierto.... ¿Tú esposa es..?

—Sí, legalmente es mía —rió algo incómodo.

Recordaba su promesa de niño.
«¡Tendrás esposa y muchos niños! ¡Me darás muchos nietos!» solía decir su padre en tono de orden.

—Felicidades, lo conseguiste.

—Tú también... —dijo observandola a la lejanía— es muy bonita, de hecho hermosa.

Vegeta se sonrojó y Tarble quiso tomarle una foto que mandaría a hacer cuadro.
Aprovechó y lo codeó.

—Y me dieron un lindo sobrino, eh —bromeó riendo al final.

—Hey hey, ¿Cuando te he dado confianza? —reclamó serio pero con una pizca de gracia que logró identificar.

Suspiró hondo y la felicidad que creyó extinguirse, apareció.

—Me agrada estar de regreso, hermano.

» actualizaciones tardadas.

Inmoral; kyarble.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora