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La conocí en una tarde de otoño como esta, sus cabellos se mecían al ritmo del viento frio. Tan dorados como la primera vez que la vi. Solo que ahora sus ojos me miraban horrorizados y sin vida, mientras sostenía su cabeza entre mis manos y la sangre se escurría entre mis dedos. 
Que fugaz puede ser el amor.

MICRORRELATOS DE TERROR (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora