Una semana, el Nirvana.

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Enriquecete no de lo que tienes, si no de la vibra de cada objeto que te rodea, que se haya detrás del polvo de suciedad, de cada figura material que te traiga el recuerdo de un olvido de aquella anécdota, que conlleva asimisma una emoción.  Permitiendote ser un cofre desnudo al ser juzgado en el cielo como en el infierno.
  Te irás como viniste revestido, de tu piel fina como la seda, delicada como el terciopelo; poseyendo pequeños bellos que adornan tu capa de tez intensamente blanca, como las pelusas de la cáscara de un durazno. Tan carnoso y dulce, como el aroma que desprendes al probarte cada media mañana de un domingo, domingo de purificación. Domingo de guerra. Domingo del que quieras.
  Tus bellos ojos, bellos, porque lo han visto todo, serán regalados a alguien que necesite apreciar la vida pronto.
  Tus manos, seguirán ofreciendo ayuda, pero la caricia curiosa de tu tacto que la lleva a recorrerme, la llevarás contigo.
  Tus labios seguirán hablando por todo, pero tus palabras acompañadas de tus besos, me abrazaran con el viento en una noche estrellada, para observarte sin versos por agregar.
  Y sobre tus pies... verás que no necesitas de ellos para avanzar rumbo a lo desconocido, ni a la luna, ni a mi.
Así que recuerda, enriquecete, vuelve a nacer y crece. Cada lunes para 7 intentos.

à un soupir de monDonde viven las historias. Descúbrelo ahora