Parte 2

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Al llegar al hotel, me recosté en la cama y repasé cada uno de los eventos ocurridos en la casona, recordé a mi vecino y su actitud un poco hostil y la verdad creo que no era para menos, había invadido su espacio más íntimo, me sentía avergonzada de haberlo espiado... y de tanto pensar y darle vueltas al asunto, me fui quedando dormida, con mi guardián de sueños, Lilo, a un lado de mí.

Al día siguiente decidí que nos embarcaríamos en nuestro proceso de exploración de la vieja casona lo más temprano posible. Así es que Lilo y yo partimos casi de madrugada y, cuando ya estábamos relativamente cerca, estacioné el auto y caminamos varias cuadras hasta llegar a la casa. No quería que ese hombre que vivía a un lado, se diera cuenta de que estábamos ahí.

De forma muy silenciosa, casi fantasmal, entramos Lilo y yo a la casa. Era un lugar lúgubre, la mayoría de los cuartos estaban desocupados, con muy pocos muebles y la soledad que había en mi corazón, lo hacía parecer aún más desolado de lo que ya era.

Bajamos a un pequeño sótano que tenía la casa, era obscuro y tenía humedades que le daban un olor a madera vieja y a moho. Había algunas cajas. Fui abriendo cada una de ellas, encontré algunas cosas antiguas y dentro de una de ellas, había una caja de madera labrada, muy hermosa, dentro de ella había sobres que suponía eran cartas, todos estuvieron lacrados en su momento.

De todo lo que encontré en aquel sótano, esa cajita y su contenido fue lo único que verdaderamente llamó mi atención. Decidí llevármela para que una vez que estuviera en el hotel, pudiera revisar con detalle lo que ahí estaba guardado.

Después de terminar la búsqueda de tesoros en el sótano, me puse a limpiar la casa, ya que aunque necesitaba mucho mantenimiento, por lo menos la limpieza le daría un aire más agradable, corrí las cortinas viejas y raídas, necesitaba que entrara sol y que ese espacio se llenara de vida, acomodé los pocos muebles que había y no pude evitar dar una vuelta por el cuarto que tenía la grieta, de forma muy cuidadosa entré, solo para recordar un poco mi aventura del día anterior.

Al ver por el orificio me percaté que del otro lado, mi guapo amigo había puesto algo que me impedía ver más hacia su casa, pero entre las grietas que se extendían después del orificio, encontré un papelito doblado, estaba segura que no lo había visto ahí el día anterior. Lo abrí y decía simplemente:

Ángela,

Le ofrezco una sincera disculpa, en ningún momento fue mi intención hacerla sentir mal, creo que no medí mis palabras.

Fernando Colbert.

Me llamó la atención que ese hombre tan serio y hasta un poco rudo, me hubiera dejado una nota tan dulce, cuando quien realmente había cometido la falta había sido yo.

Busqué en mi bolsa una libreta de notas, y decidí contestar a su mensaje en el mismo idioma que él utilizó, el escrito:

Fernando, gracias por su nota.

No tiene por qué disculparse, quien cometió la indiscreción fui yo. No lo hice con la intención que tal vez se imagina. Le ofrezco una sincera disculpa y prometo que no volverá a pasar.

Ángela :)

Hice rollito la nota, con un palo empujé un poco eso que cubría el orificio en su pared, que por lo ligero que estaba, supuse que era un cuadro, y aventé la notita que le escribí, para que fuera a dar a su casa.

Después de muchas horas, terminé de limpiar mi nueva casa y estaba exhausta, y creo que Lilo también, se había quedado dormido en uno de los cuartos, arropado con los rayos del sol vespertino que entraban por la ventana.

Contigo...Where stories live. Discover now