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Jungkook.

Después de aquel día en la gasolinera, regresé al hotel, curé yo mismo las heridas de mi cuerpo y estando solo en la habitación me prometí a mí mismo encontrar a Mía y matar a mi hermano.

Regresé un par de días después a Nara en busca de pistas, manejé sin rumbo alguno, sin destino hasta que encontré una pequeña cabaña en donde al parecer daban tours por el bosque, ésta tenía una pequeña fuente de sodas, pedí un café a pesar de los nervios que me carcomían la piel y escuché la conversación de un leñador con la única mesera del lugar.

—Más en el fondo, se escucharon los gritos de una mujer. —Le dio un mordisco a su rosquilla y continuó —Éstos estaban acompañados de los chillidos de un bebé, no se si fue el alcohol, alucinaciones mías o si de verdad eran reales.

—Ya esta, Chen. —Dijo la rubia riéndose un poco —Sabes que nadie vive en ese denso bosque, seguro que bebiste mucho soju.

—No lo sé, en realidad creo que fueron verdad. —Esta vez, el hombre sorbió de su taza de café, yo por mi parte a penas y probaba bocado, algo en mi interior me decía que se trataba de Mía y de mi hijo.

—¿Y por qué si piensas que fueron verdad no vas y echas un vistazo? —Le animó la joven trabajadora mientras limpiaba las migajas que dejaba el viejo cada que mordía su pan.

—No lo sé, Yaein, me asusta un poco. —Movió de un lado a otro la cabeza en desaprobación. —¿Qué tal y voy y no regreso?

Entonces decidí hablar, siempre iba preparado así que saqué la falsa placa de policía que me acompañaba ese día negro y lluvioso.

—¿Qué tal? —Aclaré mi garganta —Soy el oficial Jeon, escuché la conversación de ambos y creo que su ayuda —Le apunté con el dedo índice —Puede ser de gran ayuda.

Ambos personajes se miraron entre sí y se echaron los ojos en mohín de desconcierto.

—Verán, hace unos días una mujer desapareció. —Saqué una fotografía de Mía junto con Jiminie, debía encontrarla costara lo que costara —Su nombre es Kim Mía y ese es su hijo Jimin, hemos llegado a la conclusión de que ambos fueron secuestrados y que posiblemente estén aquí.

La rubia de vez en cuando me sonreía en coqueteo a lo que yo respondí rosando un poco la mano que tenía recargada en la mesa; debía sacar el coraje que había en mi.

—Ya veo y quiere que le lleve a donde los gritos y lloriqueos. —El hombre se tronó el cuello como si estuviera sacando el estrés.

—Si así es, podría ayudar a una situación policial con éxito.

—Pero no será hoy, mañana en la mañana partiremos, ahora es muy tarde, la lluvia bajará del cielo en corto y sería peligroso.

Asentí con la cabeza y cuando levanté la vista, la joven me había guiñado el ojo y había pasado la lengua por su labio inferior.

—¿Saben de algún lugar en donde pueda pasar la noche? —Pregunté clavando mis ojos en los verdes-marrones de la mujer.

—De hecho, aún tenemos un par de habitaciones disponibles aquí. —Dijo ella con un tono de voz diferente al anterior, esta vez era meloso.

—Me gustaría verlas, si no es molestia.

—Bien yo me voy, mañana a las seis de la mañana estaré aquí para llevarle, oficial.

El hombre se puso de pie y dejó un par de billetes sobre la mesa, le dedicó una sonrisa a la mesera, tomó su chaqueta y salió de la pequeña cafetería.

ᴇɴ ʟᴏ ᴘʀᴏғᴜɴᴅᴏ ᴅᴇʟ ʙᴏꜱϙᴜᴇWhere stories live. Discover now