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Disfrutaba dibujar el rostro de su hermano mientras este descansaba. Con su tablet ilustraba cada detalle, sombra, brillo y color que veía. Borraba y trazaba con más detenimiento. Y cuando acababa, terminaba haciendo lo de siempre: romperlo.

Odiaba el resultado, en su mente quedaba mucho mejor. Más bonito.

Era muy crítico con su propio arte.

Suspiró y fue a la cocina por un vaso de agua, y cuando regresó vio al esqueleto azabache viendo sus dibujos. Sus jodidos dibujos.

Gradient no sabía a quién odiaba más; si a su hermano o a sí mismo, por dejarlos allí en la mesa expuestos a que un idiota los tomara.

—¡H-hey, no los toques!

—¿Los hiciste tú? —inquirió, observándolos con cierto asombro—. No están mal. Me gustan.

De todas las ilustraciones, dos llamaron la atención del papelito: Uno de un esqueleto en el suelo desangrándose agarrando una flor celeste y el otro de la catrina llorando rosas con espinas, cubriéndose el rostro.

「Drabbles. 」 PaperJam×GradientDonde viven las historias. Descúbrelo ahora