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Su trabajo ha ido de lo mejor, está agotado. Son las 6 pm y acaba de cruzar la puerta de su casa, lo primero que hace es quitarse su chaqueta pero antes de dejarla en el perchero saca una pequeña hoja arrugada.

Un niño en la guardería le ha hecho un precioso dibujo del mar de Busan. Su primer obsequio como profesor de la guardería.

Nadie imagina la satisfacción que siente con respecto a ese pequeño detalle, pero... Mientras aprecia el trozo de papel hay algo más que lo saca de sus pensamientos. Un sonido. Su celular.

Es un mensaje.

"¿Por qué no vamos a dar una vuelta Ho Seok?"

Es Kihyun. Y eso le hace emocionarse. Si bien no quiere admitirlo, durante todo el día se la ha pasado con la imagen del castaño en su cabeza. Su sonrisa, sus mejillas, sus felinos ojos y además sus labios.

Esos labios que con todos sus sentidos e incoscientemente había besado en su imaginación.

Sólo para aclarar, no es como si desde que era niño hubiese sentido atracción hacía los hombres. Cuando era adolescente, en su escuela había una chica a la cual sentía que amaba.
Sin embargo ella se mudó a Seúl y jamás pudo volver a saber sobre ella.

Ahora se encuentra sentado en la mesa de la cafetería de siempre, aquella cafetería en la que lleva encontrándose con Kihyun desde hace un mes.

Se ha dado cuenta de que siente algo más que amistad con respecto al castaño. No lo admite, pero está consciente de que no es amistad.

- Ho Seok-ah. - Kihyun. Como siempre, deslumbrante. Lleva una camisa color púrpura, se puede apreciar su clavícula gracias a la camisa que trae sin abrochar varios botones. Por otra parte esos pantalones negros y ajustados le estaban causando un cosquilleo en el abdomen bajo.

Virgen.

Eso precisamente es lo que es Ho Seok. Jamás ha tenido relaciones con alguien.

- ¿Ho Seok? - Inquiere al no recibir respuesta.

- Oh, Kihyun-ah. - Ho Seok sonríe sin esfuerzo, pues lo que menos le cuesta mostrar cuando está cerca del castaño es una sonrisa.

- ¿Cómo has estado? - Preguntó el menor.

- Muy bien. Desde el lunes que nos vimos he estado bastante bien. Un poco agotado por los niños pero siempre me mantienen con una sonrisa. Son adorables. - Responde iniciando una conversación con Kihyun, pero el castaño tiene otras intenciones de las que el guapo Ho Seok, desconoce completamente. Es más, ni siquiera se las imagina.

- ¿No quieres ir a tu casa? Estás agotado, yo podría ir a casa también. - Amaga una sonrisa. - Lo que menos quiero es molestarte cuando estás agotado con todo esto.

- ¿Qué? ¡No! Para nada... - Negó levemente el rubio.

- O... ¿Quieres venir a mi casa, Ho Seok? - Fingiendo una vacilación en su tono de voz, finalmente preguntó el menor.

Y Ho Seok ni siquiera se lo preguntó dos veces, pues en su mente ya le había gritado un "Sí" a todo pulmón.

- ¿Estás seguro de que puedo ir? - La interrogante de Ho Seok fue con el mismo tono que la de Kihyun. Vacilante.

- Por supuesto que sí. Te serviré un poco de té para que te relajes. Nos sentiremos mucho más cómodos. - Sonrió Kihyun.

- ... Supongo. - Ho Seok asintió tras pronunciar aquella palabra en un susurro.

Los dos se pusieron de pie, sin decir nada caminaron por las calles, atravesando aquellas construcciones que deslumbraban a todo aquel que no estuviese acostumbrado al panorama.
Caminaban juntos con un silencio bastante cómodo entre ellos. Sus hombros chocaban, pero a ninguno le molestaba pues la fricción que creaban al chocar era bastante leve.

La presencia del otro eliminaba a todo aquel que no fuera parte de su mundo. Es extraño...

Tras varios minutos, no fueron muchos en realidad. Llegaron a casa de Kihyun, no era enorme, pero tampoco era algo de qué avergonzarse, sin embargo, para Ho Seok era magnífico.

- Pasa por favor. - Sonrió Kihyun tras abrir la puerta principal de su departamento. Es amoblado, una preciosidad para cualquier persona en Busan.

- Wow... Es grandioso tu departamento. - Ho Seok siempre tenía la misma expresión en su rostro, su boca entreabierta casi formaba una O y sus ojos completamente abiertos mostrando lo asombrado que estaba.

- No es para tanto, siéntate. - La sala de estar era preciosa también, y no era para menos, Kihyun lo era también. Cada facción en su delicado rostro, cada lunar que adornaba su preciosa anatomía era perfecto para el rubio.

Y de repente, se encontraban bebiendo una taza de té, hablando sobre cosas triviales.

Si bien, nadie había admitido nada, ambos sabían qué sucedía. Se gustaban, y mucho.
Excepto por un pequeñísimo detalle.

Kihyun no era totalmente honesto.

Ho Seok, sabía que si llegaba a querer a alguien le daría todo de él. Absolutamente todo.

Pero a diferencia de Ho Seok... Kihyun no lo haría. No dejaría nada de lo que tiene por una vida con el rubio. ¡Por supuesto que no!

¿Sabes qué es lo único que quiere el castaño?

Lo único que quiere es arrebatarle aquello de lo que Heechul tanto le había hablado, aquello que él ya no posee pero que cada vez que ve a Ho Seok, puede sentirla y anhela.

Kihyun sólo quiere mostrarle cuan cruel puede llegar a ser el mundo, quiere mostrarle qué se siente que aquellos en quien más confías terminen por marcharse de tu vida haciendo un desastre como paga por todos tus esfuerzos.

Eso es lo único que quiere. Se lo ha repetido a sí mismo miles de veces. Y eso... Es todo.

Sólo es cuestión de segundos, de miradas y varias palabras para que el uno se encuentre besando al otro mientras sus manos se envuelven en el cuerpo ajeno.

¿Así de perfecto siempre fue el amor?

No... Para nada, hay quienes dicen que el amor es eterno mientras dura.

Que este momento sea eterno, no significa que un futuro perfecto juntos les espere. Para nada... Lo único que se le viene encima a Ho seok es lágrimas, quizá unos cuántos gritos de frustración y de vez en cuando es seguro, la idea de morir ante tan vil traición.

¿Así de cruel siempre fue el mundo?

INOCENTE  🔖 (WonHo X)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora