Solo para mí

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¡Uf!, este es el 'lemon' más largo que he escrito, me costó mucho trabajo hacerlo, por eso me he demorado.... Eso y que no tenía internet XD...

Ojala que la espera haya valido la pena ;)

★★★★★★★

Una condición... Una condición imponía aquel castaño para "reconsiderar" el castigo como pago por la apuesta perdida, pero Yokozawa ya conocía al castaño lo suficiente como para saber que aquello era mentira, aunque por un instante estuvo tentado a preguntar deshecho pronto la idea, y sonriendo maliciosamente se quitó a Kirishima de encima.

—ni condiciones ni nada...— la habitación ya estaba "preparada" con lo que el oso usaría aquella noche, o bueno, si a eso se le llama al haber movido algunos muebles de la habitación.

Kirishima pretendía recuperar el terreno perdido acercándose a Yokozawa, quien al notar el peligro inminente de ver fracasar su plan lo empujo suavemente haciéndolo caer sentado sobre una silla, caminando sensualmente hacia él, Yokozawa se sentó sobre las piernas del contrario mirándolo fijamente, enredó sus brazos alrededor del cuello del castaño y le plantó un beso, que Kirishima se encargó de profundizar y hacer aún más apasionado.

El primero en romper aquel beso fue Yokozawa, no por falta de aire, no, esta vez no fue así, de una de sus botas sacó un pedazo de tela y vendó los ojos de su amante, que si bien estaba sorprendido, no puso resistencia, aunque en el fondo él quería ver a Yokozawa y grabar en su mente cada escena, era obvio que Yokozawa no permitiría aquello, al menos no del todo, pero la impaciencia se notaba en Kirishima quien quería de una vez poseer el cuerpo de Yokozawa.

—espera aquí un momento— Yokozawa se levantó del lugar y camino lejos del castaño, quien parecía frustrado de no poder hacer más que esperar que el otro regresara, y peor aún, aquella erección dentro de sus pantalones palpitaba con fuerza y comenzaba a doler al no ser atendida. Ya de regreso en la habitación Yokozawa volvió a la posición inicial, mientras las traviesas manos de Kirishima hacían su recorrido por aquella piel que tanto le gustaba— ¡no toques!

—¿cuál es el problema en tocar un poco a mi amante? Solo quiero poder hacerte mio toda la noche...

—¡que no!— una sonrisa asomó a los labios de Kirishima, no veía, el vendaje en sus ojos no le permitía ver nada, pero sabía muy bien que había hecho sonrojar a Takafumi y que su ceño se había fruncido.— no puedes tocarme, o te quedarás ahí sin hacer nada.

—intentaré no hacerlo— sabía que mentía, pues era el tono de voz que usaba para una ironía y su sonrisa cínica le delataba.

—abre la boca — ante la orden el castaño abrió un poco los labios, y sintió algo dulce y el olor peculiar del chocolate, Yokozawa había acercado sus labios llevando consigo una fresa recubierta de chocolate, el castaño mordió aquella fruta y sin poderse contener atrajo a Yokozawa hasta pegarlo a su pecho e iniciar un nuevo beso, al cual Yokozawa no puso resistencia y al sentir la dura erección de su pareja y al ser conocedor de lo que aquello podía causarle comenzó a mover sus caderas causando placer en el castaño, que en esta ocasión no soportó aquello demasiado tiempo y se vino sin dejar de besar a Yokozawa.

El peliazul le concedió tiempo a recuperarse y continuó ofreciéndole aquella fruta exótica; la última fruta fue colocada en los labios de Kirishima, quien casi se atraganta con ella al soltar un gemido cuando sintió como los labios de Yokozawa acariciaron su miembro, ni siquiera había notado cuando fue que el oso le había sacado parte de los pantalones y ropa interior, por lo que le tomo por sorpresa aquella acción, como pudo trago la fruta y soltaba suspiros y gemidos, pues Yokozawa estaba haciendo un trabajo increíble con la boca, mientras que con las manos seguía acariciándolo, su torso hasta llegar a las tetillas y con otra mano atendía a sus testículos. El castaño estaba enloqueciendo, quería tocar a su pareja pero ésta se lo impedía, ya no quería seguir así, amaba tocar, acariciar, pellizcar e incluso morder la piel de su amante, no podía privarse de ello por mas tiempo y enterró ambas manos en la cabellera azulada.

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