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 Capitulo único

 Era de noche, ya la luna había esparcido pequeños destellos titilantes en su lienzo. Alumbraba tanto.

 Recuerdo como camine hacia ti, entre luz y oscuridad, demasiado irónico para ser verdad. Con demasiado sabor a sueño y un pesar enorme en los hombros. Y te encontrabas ahí, justo frente a mí; mirándonos sin saber que decir, dejando controlarnos por nuestros pensamientos, y permitiendo el acceso a las acciones. Porque de todo había pasado esa noche. Y solo buscábamos curar ese insaciable dolor, aquel agujero con lastimaduras.

 El caos que se desataba con cada toque solo me hacía querer parar, pero era tan obsesivo.

 ¿Jimin, tú también lo sentiste?

 Porque yo sí, muy fuerte y claro.

 Detengámoslo.

 Detengámonos.

 ¡Oh no! ¿Entonces por qué no lo hicimos?

 Esa noche no me arrepentí de desnudarte, de besarte, de hacer el amor.... no, no había duda. Esa noche, como también en las noches siguientes...solo me arrepentí de no ver tus quebraduras, de no ver aquellos espacios vacíos en ti. Y luego en mí.

 ¿Acaso tú las viste?. Yo tardé mucho en notarlas así que dime... ¿hay más?, porque veo muchos huecos vacíos, muchos huecos llenos de negrura, un vacío infinito entre cada grieta.

 Pero luego hablábamos más y más, casi imposible de parar, casi imposible de no ver. Fue cuando te conocí. No al Jimin de la brillante noche oscura, más bien al Jimin de la oscura alma brillante.

 Y ese fue el día que se quedaría grabado en mí.

 Aquel día de tarde rosada y farolas naranjas; una tarde cálida en la que me mostraste tus secretos, tus miedos, y la oscuridad que te consumía. Fue cuando decidí ayudarte, cuando decidí quedarme.

 De apoco mejoraste, con los meses y con muchas pastillas. Pero mejoraste, o eso me decías, ya que nunca dude de ti, porque en ese tiempo llegue a amarte hasta doler. Pero no fuiste capaz de comprender mis sonrisas, así que ¿cómo ibas a entender el punzante dolor en mi pecho y en mis muñecas?

 Verte cada día ya no era suficiente, así que te invite a vivir conmigo. Y aún recuerdo tu respuesta perfectamente. No fue verbal pero el abrazo tan asfixiantemente acalorado me dijo todo lo que tu boca nunca llego a pronunciar. El tiempo que duro fue difícil, muchos abrazos, muchos gritos, muchos lo siento, muchos errores.

 Pero conocía perfectamente tu razón para quedarte, no solo en mi casa, sino conmigo. Tenías demasiado miedo, miedo de ti mismo, de lo que podría llegar a pasar por tu cabeza, de recordar. Pero ¿no era eso lo que siempre hacías en tu tiempo con el psicólogo? Eran dos horas, dos horas en las que tenías que hablar, para que te ayudara, y alrededor de una hora y media tenías que estar recordando, viviéndolo nuevamente. Y siempre te quejabas, siempre llorabas en mis brazos.

 Entonces pasó el primer año, apoyados uno al otro, yo levantándote, y yo hundiéndome más en algo que parecía no tener fin, un agujero de inseguridad. Fue el año de las ilusiones. El año de los deseos.

 Donde cada día decías lo mismo, ya pasada la tarde, luego de cada sesión con el psicólogo.

 "Debería estar muerto en este momento, Yoongi. Esto es una mierda. El señor Kim no sabe de lo que habla, es una mierda. El también debería morirse... a que no, ¿verdad Yoongi?"

 Y pude contar con los dedos los días que tardaste para jugarle la broma más pesada que pudiste haber hecho en tu vida. Hacerte el muerto.

 El muerto de verdad. Y él te dio por muerto aquel día, también los siguientes. Pero te divirtió hacerte el muerto.

The last Moment; YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora