Capítulo 2

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Gris. Las mañanas se teñían del color gris al igual que las tardes y noches. Se podría decir que los días de la joven adolescente eran grises. Aburridos y sin ningún color. Ni una pizca de risa o alegría, tampoco pequeñas gotas de tristeza o emoción. Nada. Sólo aquel color simple y aburrido.

Una película. Gris. Un viaje. Gris. El Instituto. Gris. Su familia. Gris.

No había colores en su vida. No había sentimiento alguno para que le causara crear colores. Simplemente no había algo que la haga más... colorida.

Al menos no hasta esa tarde lluviosa.

Kagami salía de las clases de esgrima, con un poco de sudor pero no es como si le importara, se cepilló un poco el cabello y sacó el paraguas de su bolso.

Ella de costumbre iba a dar una vuelta a la plaza, que estaba en frente del establecimiento, hasta que llegase su chofer.

Miraba las gotas de agua que golpeaban el piso. Estas sonaban al compás de un llanto. Miró alrededor y pudo ver a una chica llorando en una banca, un color brotó en ella por primera vez.

Las lágrimas se pintaban en su bello rostro pálido, aquellos ojos lindos se estaban volviendo rojos de tanto llorar, pequeños sollozos salían de sus labios finos. Sus cabellos estaban mojados por la lluvia, al igual que su ropa. 

Azul. Una punzada en su pecho le estaba empezando a molestar y su vista se volvía borrosa.

 ¿Qué era este líquido que salía de sus ojos?

Limpió su cara rápidamente con extrañeza y decidió acercarse a la bella chica para ver si se encontraba bien.

Las manos le temblaban, sus piernas flaqueaban, y su corazón aumentó el pulso. Era la joven de las revistas... Su nombre era Marionette o Marioneta, no lo recordaba del todo bien.

¿Porqué los nervios? Se podría decir que Kagami era una persona sin emociones, pero cuando vio aquel hermoso bombín hace varios años se quedó embobada.

¿Embobada?

Tal vez hubo un error de la edición... Kagami se quedó viendo el bombín durante media hora, analizando la costura, el color, la firma, los cortes y lo prolijo que estaba el trabajo. Pensó hasta en casarse con la foto de ese bombín. Bueno, tal vez estaba exagerando un poquito, sólo quería escapar de casa y vivir con "su hermosa obra de arte" a las afueras de París. En fin amaba ese bombín, tanto que buscó el nombre de la creadora.

Volviendo a la historia. Kagami tenía los nervios a flor de pie, si seguía así iba a perder el control.

Tenía dos opciones, la primera es salir corriendo en busca de su chofer, o la segunda, preguntar a la madre de su futuro esposo que le sucedía y ayudarla en lo que podía.

Segunda opción.

Pasaron los minutos. Pudo hablar un poco con Marinette, la chica estaba muy triste y eso le dolía. Trató de animarla con algunos cumplidos, y lo más importante, la hizo reír. No supo cómo, pero sí que le encantaba escuchar su melodiosa risa y trabajaría duro por volverla a ver.

Miró la ventana.

Lluvia.

Azul. Ese se volvería su nuevo color favorito.

Azul. Le gustaba. Se sentía tranquila al estar con Marinette. Se desconectaba del mundo, olvidaba por un segundo todas las responsabilidades que tenía y de la crueldad del mundo. Una sensación que había olvidado desde de las muerte de sus padres. Bastó   sólo una charla con aquella chica y volvió a sentir aquel cálido amor que extrañaba.

No fue del todo malo este día Gris.

Sonrió por última vez para caer rendida en el sueño.

IBYE || MarigamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora