Capítulo 3

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'' --Kagami, ¿Podrías darme tu opinión? --preguntó una joven de cabellos dorados acercándose a ella, la chica estaba mirando a la azabache con una gran sonrisa en su rostro. Venía vestida con lindo vestido color rosa pastel y unos pequeños zapatitos rosados con detalles negros, en sus pequeñas manitos tenía un dibujo lleno de colores brillantes tratando de representar alguna ¿Casa? o era un ¿Perro?

--Está horrible.

¿Fue muy directa?

 Rose con unas cuantas lágrimas en sus ojos salió corriendo hacia los baños del instituto. 

No era la primera vez que hacía llorar a alguien, con esta iban siete en total.

--¿Qué sucedió esta vez, Kagami? --preguntó su compañera, Sabrina. La chica siempre tenía su cabello naranja suelto y largo, sus gafas verdes y su típico sweater de cuadros.

--Dije lo que pensaba sobre su dibujo --alzó sus hombros y siguió pintando sobre el lienzo.

--Exactamente ¿Cómo se lo dijiste?

--"Está horrible" ¿Con eso te basta o quieres que te explique con más detalles? --dejó el pincel a un lado para mirar a Sabrina.

--¿No podrías haber sido más sutil?

--Alguien debía decírselo, no todo deber ser rosa.

La de gafas soltó un suspiro de cansancio, y salió del curso para ver como estaba su amiga.

 Kagami a veces, o bueno, nunca entendía los sentimientos de los demás. Trataba de entenderlos, pero solían ser muy contradictorios y confusos. En otras palabras eran un dolor de cabeza innecesario. En fin, si quería a aprender a manejar las emociones de los demás primero debía disculparse con su compañera, aunque ni ella sabía el porqué.

 Se levantó del asiento, fue hasta el escritorio de la profesora y pidió salir un momento de clase. Su profesora sólo asintió tratando de calmar a una chica, luego de eso se dirigió hacia los baños.

  Mientras caminaba veía por la ventana las clases, cada aula era diferente, no importaba si el profesor daba la lección igual que la anterior, sus alumnos se comportaban de forma distinta y única. Aquellas situaciones la había dejado un poco pensativa.

 Logró escuchar un pequeño sollozo. Seguro era Rose, pensó. Abrió la puerta del baño con sutileza y encontró a la rubia en el piso llorando, siendo consolada por Sabrina. La joven esgrimista sin hacer mucho ruido se acercó hacia al par, ya al estar a una distancia corta tosió fingidamente. La peli-naranja la miró y le preguntó:

--¿Y ahora qué quieres? 

--No te interesa, el problema es entre Rose y yo, el hecho que tú te metas en asuntos que no son tuyos me parece un falta de respeto. --respondió sin vacilar y con un tono de seriedad. Kagami ya se le estaba acabando la paciencia y su compañera no estaba cooperando, eso le molestaba aún más.

--Es mí amiga y tú le hiciste daño.

--¿Y? A quien le debo una disculpa es a tí. --miró a Rose con una leve sonrisa.

--Sabri, estaré bien. --sacó las lágrimas de sus ojos y se levantó del suelo.

 La de gafas no muy convencida salió del baño, dejando sola a las dos jóvenes.

 Rose era una chica muy sensible. Su padre murió en un accidente automovilístico cuando ella apenas tenía seis añitos. Lo único que recordaba era que su padre siempre le daba cumplidos por sus dibujos, no importa si era una simple mancha rosada o garabatos, aquel hombre siempre le daba un sonrisa. Desde su partida la pequeña empeoraba cada vez más, sus notas del colegio habían bajado, no se alimentaba del todo bien y cada noche se la podía escuchar llorar. Su madre no podía quedarse así como si nada, decidió regalarle unas pinturas, le dijo a su pequeña hija que podía hacerle dibujos a su padre, que de seguro les iba a encantar y se pondría muy feliz. Rose desde ese entonces dibuja con alegría y pasión, para que su padre viera sus dibujos y no la extrañe a ella ni a su mamá

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⏰ Última actualización: May 08, 2018 ⏰

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IBYE || MarigamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora