¿No te has puesto a pensar alguna vez que todo el mundo conspira en tu contra para hacerte sufrir? Porque yo sí. Muchas veces.
Como cuando a mí no me gustaba bailar y me tocó irme con un grupo de baile de mi colegio a hacer presentaciones por una semana, o como cuando mi hermana Sonia se fue de la casa para estudiar en Berkeley. Como dice mi abuelita Uva "al que no quiere caldo, se le dan tres tazas" y a mí me dan siempre como diez, pero esta vez aborrecía tanto la situación que el destino me dio como veinticinco calderadas de cliché concentradas en el instante en que James O' Connor decidió sentarse justo atrás de mi amiga Marianne.
Muchas veces en la vida te vas a encontrar con momentos que no vas a poder evitar por más que quisieras, y tal vez lo mejor en esos casos es tratar de sobrellevarlos lo posible o puedes hacer como yo y manejarlo a tu antojo.
El badboy no había roto el contacto visual con Marianne y ella no es que quisiera hacerlo tampoco, entonces me tomé la libertad de darle un puñetazo fuerte en el brazo a ella con disimulo. Déjame decirte que a mí el disimulo no se me da bien, Marianne sí rompió el contacto visual soltando un gemido ahogado, luego me miró mal mientras se sobaba.
Creo que se me fue la mano.
No terminé ahí. Cuando el chico venía a sentarse estiré mi pie lo suficiente como para que él en su distracción se tropezara, retiré el pie rápidamente antes que se diera cuenta e intenté no reírme. El pobre casi se rompe la mula contra la pared, fue como en esos videos de caídas en YouTube en los que puedes ver el rostro deformado del sujeto en cámara lenta.
—¿Estás bien? —le dijo una de las chicas al otro lado.
—Sí, no te preocupes —contestó el galán con la cabeza agachada.
¡Ja! Silvia: 1 badboy: 0.
Pero mi humor se fue al caño cuando el señor Young sugirió quién podía hacer los trabajos con quién.
—Señor O' Connor, si quiere puede hacer el trabajo en grupo con la señorita Marianne Pepperwood, es una de las mejores en esta materia —dijo el señor Young mientras revisaba sus papeles.
—¡NOOOOOO!
No pude evitar gritar eso, Marianne me miró extraño y el señor Young se detuvo abruptamente para mirarme.
—¿Algún problema, señorita Rodríguez? —el desgraciado pronunció mi apellido muy mal.
Carajo, ¿qué me podría inventar ahora?
—No, es que...am...—No sabía que decir, miraba del profesor a mi amiga esperando que mi cerebro me iluminara.
¡Sálvame Superman!
—¿Silvia? —Marianne ya estaba preocupada, normalmente no quedo tan callada.
Miré en dirección al chico malo y me encontré con su mirada de suficiencia sobre mí, eso me dio un impulso.
—Eh, señor Young, es que Marianne ya se hizo conmigo —Guau, gracias cerebro ¡qué eficiente!
Ambos, el señor Young y Marianne parpadearon en mi dirección.
—Está bien, el señor O' Connor puede buscar otro compañero para realizar el trabajo ¿verdad?
—Sí claro, como no. El trabajo —balbuceé.
—¿Disculpa?
¡Basta, impulso de idiotez!
—Debería escoger a alguien con quien vaya a trabajar y no a follar —Ahí está, gracias cerebro. No tardabas en cagarla.
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La mejor amiga
Teen FictionCliché. Una palabra que ha generado muchas polémicas y discusiones, considerado como algo predecible y aburrido. Silvia ha leído todas las historias románticas del momento y ha llegado a la conclusión de que lo odia. Pero sigue leyendo historias rom...