Se me permitió nadar para tener más posibilidades en mi vida para morir. Oscura en mi corazón, transparente en mi pene y testículos, la tela. 

     Hay un tren que no es vivo, pero valiente al pensar que el suelo oceánico son sus viejas vías de tren por las que ha muerto. No es necesario pelear con los hombres que amo, con mis mismas oportunidades, para que pueda entrar al tren. 

     He vivido en el océano, soy bendecido con vida, también con mis hombres, pero se vuelven muy lejano al tren. 

     Quiero ser capaz de llegar al tren, pero es una pieza de metal, parecida a los hombres porque están lejos de mí. Su luz ha de haber sido arrebatadora de nuestras vidas, pero nuestro único punto de iluminación, su maravillosa y repetida luz, está muy lejos para ser capaz de matarnos. La luz puede quitarnos la vida, porque yo le he quitado la valentía. 

     Nadie es suficiente humano para amar mis dedos de mujer, pero, estuvieron en la boca del mismo hombre que quita mi ropa transparente. 

     El hombre de mi hombro nació fuerte para quitarme mi ropa interior, fuerte, porque mi pasión para cubrirme es muy grande, ocultada en algo tan pequeño como mi curva praxiteliana. Su fuerza también está expresada en algo tan delgado como sus dedos, pero grueso al tacto cuando está en mis nalgas, pero los mete sin que abra mis piernas, porque lo que debe separarse de su mitad casi idéntica son su dedo medio e índice. 

     Siendo hombre o mujer, es un desperdicio pintarse las uñas porque la pintura vuela en los océanos para llegar a la superficie y mancharla, pero a pesar de que la eyaculación masculina parezca manchar la superficie de este océano, se respeta, porque son las sagradas nubes del Océano Pacífico. 

     Es anti-ético atropellar niños, por eso el agua se volvió pesada para que los niños muriesen, pero con la manera en que estamos viviendo, mueren de todas formas. En el Océano Pacífico, los niños causan el matrimonio «Nadie se unirá en matrimonio hasta que la mayor expresión de juventud en un ser de hombres, fecunde a una seda dentro de una mujer; para que los niños y las niñas sean tan hermosos, que evoquen matrimonio en sus creadores». 

      En la superficie podría lucir hermoso, pero en el fondo del Pacífico es, también, anti-ético imitar a una nube vistiéndose de novia en un océano cuando se tiene la inteligencia para saber que no nacimos para vivir hasta llegar al trofeo de plata del matrimonio. 

      Aunque sea príncipe, no puedo mover las aguas. 


Mundo CruelWhere stories live. Discover now