Recuerdo cuando te conocí. Era el cumpleaños de nuestro mejor amigo, aunque nosotros no éramos mejores amigos. Ibas vestido de negro, como si fueras a un funeral. En cambio, yo vestía colores y llevaba una mochila. Honestamente fue una sorpresa lo incómodo que la pasamos en esa pequeña fiesta. Gracias a la Madre y al Padre que no tuvimos que volver a pasar por aquello.
Lo increíble de esa tarde fue que nuestros corazones no dejaban de latir a toda potencia. Sé que estabas nervioso, yo también lo estaba. Tenía tantas ganas de plantarte un beso, pero no me atreví. Ni siquiera conversamos, solo me dijiste que esperáramos a que se fuera un muchacho que a ambos nos caía mal, lo cual, nunca sucedió.
De igual manera, muchas gracias por haber intentado hablar conmigo, me sentí algo incómoda y estúpida pero gracias a la constante amabilidad que tenías conmigo, logré sentirme un poco más segura.
Apreciar el atardecer a tu lado se sintió como el evento más romántico jamás visto, el Sol quemaba las nubes y las tornaba color rojo intenso cubierto de bordes naranja quimérico. La Luna encima de nosotros anunciaba la llegada de la noche. Las Estrellas tarareaban las melodías más bellas, sólo para nosotros, sólo para nuestro amor.
Te vi a los ojos y sentí algo más, una energía proveniente del universo, diciéndome que no me alejara de ti, si no le hubiera dado importancia, en este momento no seríamos uno mismo. Incluso creo que estaríamos más incompletos hoy que lo que estuvimos en aquel momento.
Desde esa tarde y hasta dentro de más de mil años, yo te veo y tú me ves.
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Cartas de amor
RomanceUna vez un hombre decidió que quería amarme... Con mis lunares y mis chinos, con mis pezones diferentes y mi selva púbica, con mis pies raros y la cicatriz de mi barbilla, con mi trompa de pez y mis caderas de hipopótamo. Una vez un hombre decidió...