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Un escalofrío me recorrió de arriba a bajo cuando vi su cuerpo, su piel era tan blanca como la luna que me invitaba a probar sus lunares.

La luz de la luna se colaba por la ventana remarcando sus curvas pronunciadas, por un momento la envidié porque ella ya había recorrido su cuerpo entero, y yo apenas había tocado un mechón de su suave cabello.

Los minutos avanzaban y me acerqué a ella con cuidado pero mi presencia provocó que su piel se erizara, comencé uno de los mejores viajes de mi vida, el primer destino era mirar sus ojos, que me transportaron de inmediato al paisaje más bello de la humanidad, seguí por sus labios rosas llenos de un color provocador, sus besos como el vino me embriagaron de inmediato, respirar su mismo aire me elevó al cielo y como agradecimiento deposité un par de besos en su cuello. Casi sin quererlo nuestras manos se juntaron y me guió poco a poco a sus caderas, esa era el tipo de ruta que quería recorrer a diario.

Aquel día sentí que la noche fue muy corta pues no me permitió explorar a detalle cada rincón de su cuerpo, pero no todo fue malo pues ella prometió volver, mientras que yo en secreto prometí omitir una parte de su cuerpo cada día como un pretexto para que regresara todas las noches de mi vida.

Historias y Frases CortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora