☾ 01 ☽

836 114 10
                                    

Probablemente no fue buena idea ir hasta allí. Su hermano le reprendería por su no tan planeado escape. Estaba en problemas. Sin embargo, si él no se enterara, estaba a salvo. No quería estar más en casa, ya se empezaba a desesperar por estar en el mismo maldito sitio. Así que agarró su bastón y un trapo para cubrir sus cuencas y puso marcha al lugar que ahora se arrepentía.

Había mucho gentío, y oía los grandes gritos de las personas.

¡Sólo quería tomar un jodido café! ¿Era mucho pedir?

Atravesó la puerta y sintió un leve empujón. Su paciencia se acababa, y aquella acción le sacó de quicio. Hubiese gritado al hombre, mujer, lo que sea, de no ser por su amigo.

—¡Hey, Error! Hasta que te dignas a venir, dime, ¿Mi bebé te dejó salir? —preguntó un esqueleto con una túnica negra y un collar de calavera.

—Algo así. —respondió cansado. No había podido dormir bien—. ¿Me das un café? Con las galletas de siempre, por favor.

—¿Negro o descafeinado?

—Negro. —Con cuidado se acercó a uno de los bancos de allí. Se topó con las mesas y algunas sillas, pero nada grave. Aún no se acostumbraba a aquella vida y el bastón le resultaba estorboso. La tela que tenía puesta en sus cuencas le resultaba desagradable y se arrepintía por no traer consigo sus lentes. A pesar de ya no necesitarlos, hacía parecer que no era ciego.

El lugar era silencioso. Le gustaba. Sin ni un ruido, y sin ni un hermano molestoso e irritante.

Aburrido comenzó a recordar parte de su corta vida, sus momentos alegres y deprimentes. Sus fracasos y victorias. Sueños y pesadillas tanto irreales como reales. Y recordar lo último que vio: el color carmín que recorría de él y a su alrededor.

Un trauma más para su lista. Afortunadamente ya los estaba superando, de a poco. Tampoco era sencillo salir de un trance y entrar en otro. Y sus ataques de pánico y estrés ya eran mínimos.

Suspiró y escuchó cómo la campanilla (indicando que alguien entraba y salía) sonó. Alguien entró y se aproximaba hacia él. Pasos torpes y sillas arrastradas a causa del sujeto. Después no escuchó más, supuso que se sentó a la par de él. Escuchó otros pasos, pero estos eran del esqueleto que lo atendió anteriormente. A pesar de no ver, conocía de quiénes eran las pisadas. Reaper era su nombre, un colega de hace años y novio de su hermano (aunque este lo negaba con el rostro enrojecido y avergonzado). Ambos se amaban, a su forma, claro.

Le dio el café que pidió y las galletas de chocolate. Agradeció y comenzó a comer gustoso las galletas primero. Le hacia falta disfrutar de aquel pequeño momento.

—¿Se te ofrece algo? —preguntó Reaper a la persona de a lado.

El contrario negó.

—No, muchas gracias. —respondió dando una sonrisa, a lo que Reaper se retiró sin más.

El sujeto era un esqueleto un poco más alto que ellos, albino y con una rara mancha de tinta en su pómulo izquierdo. Traía unos raros lentes oscuros, y detrás de estos unas cuencas extrañamente impresionantes. Una gran bufanda marrón alrededor de su cuello y una chaqueta en su cintura.

El café que Reaper le entregó estaba un poco alejado de Error, casi cerca del albino. El esqueleto azabache por querer sujetar la taza, accidentalmente agarró la mano del extraño y de inmediato la apartó.

—Yo... Perdona. —se disculpó Error, apenado. Es decir, no siempre le agarras la mano a un desconocido, ¿no es así?

El mayor soltó una risa, confundiendo y ruborizando a Error de la vergüenza. El esqueleto azabache preguntó entre balbuceos la acción del albino, pero no comprendió nada.

—No importa. —afirmó, mostrando una afable sonrisa. Error sin darse cuenta imitó el gesto—. Soy Ink, para servirle.

—Error... Un gusto. —Normalmente hubiese mandado a la mierda al tal Ink, como siempre lo hacía con las personas que conocía de parte de su hermano, Geno. E hizo lo que él siempre le insistía; que hiciese amigos y no fuera un jodido antisocial. O sea, no le bastaba que tuviera amigos literarios, sino reales. Qué complicado era su hermano. Con Ink fue diferente y extraño, no fue capaz de insultarlo y retirarse dejándolo hablando solo. Sentía que él valía la pena. Quizás se arrepentiría después, quizás no. No estaba seguro, sólo sabía que quería conocer más al desconocido que luego se volvió conocido para después ser llamado amigo.

Conversaron de cosas triviales. Chistes malísimos y de anécdotas graciosas que nunca antes contaron a sus familiares o personas cercanas. Nada personal, no preguntaron su dirección ni el número telefónico del contrario. Sabían sus nombres, pero sólo eso. Se agradaron rápidamente y Reaper los veía de lejos, no quería interrumpir la primera amistad del azabache, después de mucho tiempo.

Hay historias de amor que nunca terminan. Esta aún va a dar inicio.

Pues, su historia se cruzó con la de él. Desde la primera no-mirada y el primer cruce de palabras y roce de falanges, sellaron algo que para otros sería inusual y poco común.

--------------------

Inspirada en la canción "Coincidir" de Macaco.
Ink seme. Error uke.
Los personajes y la canción no me pertenecen, créditos a sus respectivos dueñ@s.
Historia corta (o eso creo)
NO copias. NO adaptaciones.
¿Feels? ¿Fluff?

¡Segunda historia y aún me falta publicar como tres o cuatro! :'D

¿Les gusta la idea? A mí me encanta UwUr

¿Ya escucharon la canción de Macaco “Coincidir”? ¿No? ¡Escúchenlo! Es preciosa :')

Esto será como un Au que espero yo nadie haya pensado :'u

Espero que les guste la idea. Tengo futuras historias y esta no será la última. Y sí, estoy consciente de la gran cantidad de historias que no he acabado, ¡pero no puedo evitarlo!

¿O si? Quizás si fuese más organizada con mis ideas desde  cuando hubiese acabado una cantidad favorable de historias, pero no. Soy tremenda, lo sé ^3^

Y pendeja, alv :v

Bueh, Chao mis cachorros, los amo ✿

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 17, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

「Coincidir. 」 InkErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora