·C a P í T u L o 1·

2 1 0
                                    

Dos días, faltaban dos malditos días para irme de esa casa, de esa mierda de familia.

Les quería, pero solo eran buenos padres a ratos. Cuando no se enborrachaban ni pegaban a su única hija, cuando no la insultaban ni recordaban el pasado.

Malditas cenizas que se quedaron para no alejarse, maldito humo que me mata lentamente, torturándome y martilizándome.

-Hannah, baja aquí ahora mismo. -dijo "mi madre" des de el salón. Ella era mi madre biológica, no sabía si me quería o no pero sus actos demostraban que no.

-Voy. -le dije des de mi habitación. En ese momento me levanté de la silla frustrada, ya que estaba estudiando y no había acabado la tarea. Cuando abrí la puerta me encontré a el novio de mi madre con una cuerda en las manos. 

Apestaba a alcohol.

Mierda.

-Hannah, Hannah, Hannah... ¿has sido una chica mala? -me dije con una voz escalofriante. Sus manos me rodearon la boca y lentamente posó una de sus manos bajo mi camiseta.

-No. -murmuré. -Juro que he hecho todo lo que me pediste, lo juro. -dije al borde de las lágrimas. -Por favor, suéltame. 

Su cara se puso roja e inmediatamente alzó la mano para darme un puñetazo. 

Escocía, y mucho. 

Observé que mi madre estaba a su lado y sonreía maléficamente. Los odiaba cómo nunca he odiado a nadie. 

Instintivamente posé mi mano a la nariz y cuando me la llevé a la vista noté un color carmesí, pero no veía del todo. Las lágrimas nublaban mi vista, como la niebla a la vida.

-La próxima vez baja inmediatamente cuando tu madre te lo diga, tú no eres nadie en este mundo. Nosotros mandamos sobre ti. -dicho esto y aprovechando que estaba en el suelo, me propinó una patada en la costilla. Yo pgué un alarida y me llevé la mano a la boca.

Joder que dolor, pero no era nada comparando con las primeras veces que me pegaba. Mi cuerpo se había inmunizado, o al menos un poco más que antes. 

Salieron de mi habitación y me cayeron las lágrimas. Una a una. Lento y después cómo un río de gotas surcando por toda mi cara.

Me llevé la mano a la costilla y, efectivamente, tenía un ematoma de color morado. Mierda.

Cogí mi botiquí de emergencias y me vendé el torso con gasas y vendas. Después bajé las escaleras y, con la escusa de tirar la basura, me fui a la calle. 

Dejé la basura en algún lugar y caminé hasta el hospital, medio coja y faltándome la respiración.

Mierda, duele mucho.

Mis lágrimas no tardaron en volver a aparecer. Siempre me curaba yo las heridas, pero un ematoma no se cura así como así. Y menos en la costilla. Me la podría haver roto o quién sabe.

Cuando me faltaba medio camino me empecé a marear y noté como se me volvía a nublar la vista, pero no por lágrimas. 

Me estaba cayendo, y justo en ese momento alguién me cogió. 

Lo único que noté fue un torso duro pero cómodo, acogedor... también notaba el latir de su corazón muy rápido.

-Tranquila, ya llegamos. -me dijo el chico enfadado.

-¿A donde? -le dije preocupada. Había sido una idiota, si hubiera ido al hospital mis padres se hubieran puesto como una fiera y... habría pasado lo peor. Ahora ese desconocido me llevaría al hos...

-A mi casa. -dicho eso me tranquilzé y me desmayé completamente.


Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 06, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

JAYCE #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora