Es increíble ver todos los sentimientos que una persona puede sentir.
Aún más increíble es ver la cantidad de sentimientos que se pueden sentir al mismo tiempo.
Y ni hablar de lo profundo que te pueden llevar todos esos sentimientos.
Hace 5 minutos estaba arriba, en la cima, triunfando, viendo todo maravilloso. Pero ahora... Ahora todo es confuso, no me hallo, no sé qué hago, ¿Me equivoco?
Mi cabeza da vueltas entre tantos pensamientos, pero hay tres, hay tres que me agobian, me asfixian, me matan.
Mira que no quiero, si pudiera no me permitiría estar así.
Se supone que creo en Dios, se supone que estoy con Él, pero aún así no puedo evitar sentirme así.
Sola, molesta y suicida. Con tan inmensas ganas de acabar con tanto dolor, con la intención de no estorbar más, no molestar a Dios con mi estúpida actitud, no molestar a las personas con mi existencia.
Aquí me ven, tratando de acercarme a Dios, lográndolo en la iglesia, en ese lugar, sintiendo paz y amor. Pero al salir... Al salir vuelvo a caer, me alejo de esa paz que quisiera sentir siempre, huyendo de las apariencias y alejándome de todos los consejos de las personas que dicen amarme.
Es contradictorio ver cuanto odio el sentimiento de soledad, pero a la vez cuanto busco su compañía. Siento que no soy digna ni de la compañía de Dios, aunque sé que eso es una gran idiotez y una actitud bastante ofensiva hacia Él, más cuando me muestra su amor tan seguido.
Vivo aconsejando a las personas, intentando que no caigan, que estén bien y que no estén como yo me siento, pero nunca encuentro como evitarme eso a mí misma.
¿Cómo no sentirme menos que los demás? ¿Será que sí soy menos que ellos? ¿Por qué no puedo dejar de estar sola? ¿Por qué no fui dotada con ese don de no poder estar sola? ¿Por qué nunca encuentro a esas personas que me ayuden a mí así como yo ayudo a todos? ¿Por qué tanto desprecio? ¿Por qué mis padres no me pueden querer? ¿Por qué soy la segunda opción de todos? ¿Por qué en vez de responderme esto sigo creando preguntas?
Me siento en una banca mientras me seco las lágrimas. Miro hacia el cielo y suelto un sollozo. El paisaje es tan hermoso que no puedo evitar pensar en lo lindo que es Dios al crear todo esto. Las montañas de la cordillera se alzan frente a mí mientras son iluminadas por un brillante y radiante sol, es hermoso, eso combinado con un cielo completamente azul, sin una sola nube que irrumpa en ese hermoso espectáculo.
- Dime, ¿Qué tienes mi hermosa niña?
- ¿Quién anda ahí? ¿Dónde estás? - Miré por todo lado pero no veía donde se podría esconder una persona.
- No me verás con tus ojos físicos. Abre tu corazón y allí me encontrarás. - Esa voz de nuevo, ¿De qué hablaba?
- No quiero jugar ahora. - Bajé la cabeza y negué con ella, sólo esperaba que no fuese un secuestrador el que me estuviese hablando.
- Sé que no quieres jugar y no te voy a secuestrar, al fin y al cabo eres mi hija, no es necesario hacerlo.
¿pero y este qué? ¿Cómo que su hija?
- ¿Podrías decirme quién eres y qué quieres? - volví a mirar a mi alrededor a ver si veía señales del hombre que me hablaba.
- Sé que estás confundida y algo mal, ¿Quieres contarme qué es lo que sientes? - Esa pregunta me hizo remover, se sentía tan necesaria y casi lloro al escucharla.
- ¿Por qué te contaría lo que tengo? Ni siquiera sé quién eres.
- Sí que lo sabes. Muchas veces te he escuchado, te he dado paz y te he dado mi mano, ¿Qué te detiene ahora? Te prometí algo muy especial un día ¿Qué te hizo olvidarlo? - Esas palabras se sentían cada vez más profundas y no pude evitar que se me escapara una lágrima.
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Una chica, Una creencia, Muchos problemas.
Ficção AdolescenteEn la vida son muchas las creencias de las personas. Emily cree en DIOS. Ella, una joven cristiana, que ama cantar, que ama a Dios, que ama cantarle a Dios. Un triste pasado la atormenta y anda a la expectativa de lo que le puede deparar el futuro. ...