33. Axel

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Juego con el cuello de mi camisa otra vez. Debería dejarlo ya: debe parecer que estoy esperando a un traficante de drogas y no a una chica, por lo nervioso que estoy. Miro a mi reloj y veo que solo ha pasado un minuto desde la última vez que lo he mirado. Son las ocho y tres minutos, y sé que Alex siempre llega tarde, pero esta vez la espera se me está haciendo muy larga.

Suspiro y muevo mi pierna repetidas veces. Me gustaría sentarme pero aquí, delante de la gran entrada del parque, no hay ningún sitio para hacerlo. Necesito moverme, hacer algo, y estoy casi obsesionándome con ello cuando distingo una melena rubia recogida en dos trenzas entre la no mucha gente que camina por aquí. Y hay muchas personas rubias en esta ciudad, pero a esta sé distinguirla perfectamente.

—Hola —dice en cuanto llega donde me encuentro.

La verdad es que me esperaba algo tenso, con Alex estando algo molesta por cómo actué, pero parece completamente tranquila, como si nada hubiera ocurrido.

—Hola —contesto, sintiendo cómo los nervios desaparecen.


Es curioso: hasta hace unos segundos estaba muy nervioso, pero ha sido verla y todo se ha evaporado. Como si su presencia fuera suficiente para tranquilizarme y traerme paz, pese a que toda ella en sí sea un auténtico terremoto.

Durante unos instantes ambos permanecemos callados, mirándonos, pero Alex no tarda en romper el silencio.

—Me sorprendió tu mensaje —dice con completa honestidad.

No puedo evitar soltar una carcajada, y ella sonríe.

—A mí también —admito—. Pero necesitaba hablar contigo. La forma en que llevé todo lo que sucedió no fue la correcta ni la que yo realmente deseaba, así que te debo una disculpa.

Alex rueda los ojos.

—Déjate de formalismos, hombre, que ya nos conocemos.

—Pedir disculpas no es un formalismo —contesto frunciendo el ceño.

—Ya, y de hecho creo que debería hacerse más a menudo, pero no necesitas disculparte. —Se encoge de hombros.— Hiciste lo que creías correcto y no me faltaste al respeto ni nada de eso. Sí, me molestó que decidieras quedarte en tu zona de confort y también el hecho de no verte más, pero fue tu decisión y la respeto.

Me quedo sin palabras ante lo que ha dicho, porque no me lo esperaba. Honestamente, pensaba que Alex iba a estar muy enfadada conmigo, así que esto me sorprende. Puede que no la conozca tanto como me pensaba.

—Vaya —es lo único que se me ocurre decir—. Esto ha sido inesperado.

—¿Esperabas que me pusiera a gritar como una histérica? Tengo más capacidad de razonamiento de lo que parece, y no me gusta discutir ni pelearme. —Sonríe.— Que no te engañen los tatuajes.

Ruedo los ojos y se me escapa una sonrisa.

—¿Quieres tomar un café? —propongo.

—Si me tomo ahora un café no duermo hasta el año que viene —contesta.

—Existen los descafeinados —le recuerdo.

—Y, ¿qué gracia tiene, entonces?

—¿Una infusión? —ofrezco.

—Me tomaré un chocolate caliente, gracias —dice con una sonrisa—. Con nata.

—A eso se le llama un suizo —digo.

—"A eso se le llama un suizo" —repite ella con voz de persona insufrible, y suelto una carcajada, a lo que ella se une riéndose.

Empezamos a caminar hacia una cafetería que hay delante del parque, ya que la de dentro está cerrada desde hace rato, en completo silencio. Quiero decir algo, pero no sé por dónde empezar. Está claro que ella no quiere disculpas, que va a actuar como si nada, pero no quiero estar en silencio, así que digo la primera tontería que me pasa por la cabeza.

Descubriendo a Alex [Saga Smeed 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora