Parte I. Capítulo I

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María entraba por la puerta del nuevo instituto con la cabeza agachada, su piel era blanca como la espuma, el pelo castaño claro y unos ojos marrones verdosos. Llevaba colgada una pequeña mochila en la cual solo llevaba lo imprescindible. 

Avanzó a lo largo del pasillo y todos se reían mientras pasaba. Ella con la cabeza agachada seguía hacia adelante sin pararse a ver a todos aquellos que esbozaban ruidosas risas. 

-Eres fea.

-Estás gorda.

-No sé que haces aquí, esto es una escuela de pago, no una escuela de pobres como tú.


María continuaba el paso escondiendo su cara de tristeza bajo su carpeta que llevaba entre las manos. 

Tomó una mesa de la clase y se sentó. Cuando la gente empezó a llegar todos se quedaron mirándola y se reían. Alguien tocó su hombro.

-Mira pobre, parece una vagabunda. Quítate de ahí que ese es mi sitio.

A lo que María respondió: 

-Yo llegué antes, si le dejo es sitio es para que esté más cómodo ya que realmente los sitios no son de nadie, el primero que llega se sienta. Pero vamos, quédate con tu sitio.

María se levantó de aquel pupitre y fué hasta el final de la clase para conseguir una mesa libre. Allí se quedó sentada mientras todos se salían a esperar a que llegara la profesora. Miraba por la ventana cómo volaban los pájaros y como las ramas del árbol que daba con la ventana de la clase se chocaba con ella por el viento. Sacó un cuaderno y un bolígrafo para apuntar. Al poco llegó la profesora de Inglés. 

-Hola buenos días, yo soy Natasha, la profesora de inglés. Espero que las clases sean lo menos aburridas posibles y que os enteréis de todo. Primero quiero que vuestra nueva compañera se presente, ya que es la única que no conocemos ¿no es así?

Por detrás sonaron algunos comentarios tales como:

-Mira, la niña va a decir hola soy pobre porque otra cosa...

-Mírala de verdad, el poco estilo que tiene y encima lo fea que es porque si por lo menos no fuese tan fea, pero es que he visto cucarachas más bonitas que ella. 

Se oían además risas pero María salió a presentarse.

-Hola, yo soy María, tengo 17 años y vengo de un pueblo de Badajoz. No, no soy pobre para los que lo habéis dicho, pero de todos modos no sois nadie para meteros con la forma de vestir de la gente porque entonces yo os veo y podría hacer lo mismo. Podría juzgaros por la forma de vestir o por la forma de criticar a otras personas y que sepáis no se si os lo habrán enseñado vuestros papás que quien critica a los demás es porque tiene complejos de sí mismos. Creo que no tengo que decir nada más. ¿Puedo sentarme profesora?

+Sí María, siéntate.

Cuando estaba caminando hacia su pupitre todos se riéron y se quedaron mirándola fijamente. Se sentó en su silla y comenzó a escuchar a la profesora Natasha mientras daba la primera clase de inglés. 

Luego tuvieron otras tres clases y tocó la campana de finalización de clases. Todos se levantaron muy rápidos y se fueron pero María recogió lentamente todas sus cosas y fué la última en abandonar la clase ya que no quería encontrarse con ninguno de sus compañeros. 

Volvió caminando por uno de los parques cercanos a su casa para ver como revoloteaban los pájaros, crecían las flores sobre todo los claveles que eran sus flores favoritas y para ver como el viento suave acariciaba su piel. Al poco llegó a su casa y se sentó en su cuarto, frente a la pantalla del ordenador. 

Puso un poco de música en tonalidad suave y comenzó a buscar por Internet. Miraba cabizbaja la pantalla y al poco tiempo se quedó dormida encima de la mesa. 

Despertó cuando alguien empezó a jalonearla y a gritarle.

-Te quieres despertar ya de una puta vez que no sirves para nada. De verdad, no debería de haberte tenido, eres un puto estorbo para mí. Mira que me dijeron que no te tuviera, debería de haberle hecho caso a los demás, ahora tengo que aguantar a una hija vaga como tú que se queda dormida escuchando música en lugar de bajar y recoger la casa antes de que yo llegase.

+Mamá, mi hermano está abajo, sin hacer nada todo el día, yo venía del instituto cansada, no ha sido un buen día, él también puede ayudarte, no que siempre tengo que ser yo porque soy la hijita y tu hijo el machito está sentado bebiendo cervezas con sus amigos todo el día.

-Pero vamos a ver niñata, ¿quién te crees para hablar así de tu hermano? Tu hermano es muy trabajador, siempre vien eal bar a ayudarme por las mañanas solo que luego al poco se tiene que ir porque está dando unas clases de portugués en una academia.

+Eso es lo que tu te crees, tu hijo se gasta el dinero en cervezas y drogas, es lo único que compra. ¿No te parece extraño que siempre te tenga que pedir dinero para cenar y luego por casualidad siempre ha pasado algo con el dinero? O cuando te pide dinero por ayudarte. 

-Mira escúchame para ya de hablar así de tu hermano porque a la próxima palabra despectiva que sueltes sobre el en una frase te cruzo la cara de una ostia, que lo sepas. Y ahora quítate esos cascos y baja y límpiame toda la casa. Si no te da tiempo antes de cenar no cenas y hasta que no esté todo limpio y perfecto no te vas a la cama. 

María se quitó los cascos y obedeció a su madre dejando la casa perfectamente limpia, no obstante su madre no la dejó cenar. Serían las 2 de la mañana cuando María acabó de limpiar y pudo darse una ducha. 

Cogió su pijama y su ropa interior y fue a darse una ducha. Puso el agua bastante caliente pero que no quemase y frotó su pelo con champú de limón dejando un deliciosos aroma en su cabello. 

A continuación se vistió y se dispuso a acostarse.


Siete mil razones sin ningún motivo.Where stories live. Discover now