Parte I. Capítulo 3

2 0 0
                                    


M: No te juzgo si no sabes como contestarles, tal vez yo ya me he acostumbrado de otros años y por eso ya no me molesta tanto. No te voy a decir que me agrade que todos los días se rían de mí y me insulten pero es que lo mjeor que puedo hacer es pasar de ellos o hacer que paren de cierta forma. No es fácil, sobre todio cuando es todo el mundo en contra de tí. Odio cuando juzgan a una persona sin concerla, sin conocer su historia o su situación.

-Ya, pero son así.

M: Ya, contra eso poco se puede hacer. 

-Espera, que ya vienen.

Cuando entraron se quedaron mirando a María y a la otra chica y empezaron todos a reírse y a empezar a soltar comentarios como los de todos los días.

M: Mirad os voy a decir una cosa. Ustedes que tanto vais de chulos insultando a la gente por su físico o por su situación económica lo que deberíais de hacer es miraros en un espejo y veréis que tambien tenéis defectos como todo el mundo, y que hay bastantes cosas importantes que el dinero no puede arreglar. Yo creo que eso lo deberíais de pensar por un momento y daros cuenta de la de gilipolleces que dejáis que salgan de vuestras bocas a lo largo de un día. Lo que tenéis que hacer es pensar si de verdad somos tan importantes como para que gastéis vuestro tiempo en insultarnos a ella y a mí cuando nosotras no hacemos nada, solo venimos al instituto como vosotros porque queremos estudiar, la diferencia es que a ustedes esto os lo pagan vuestros padres y a ella y a mí nos han becado por las notas que hemos sacado que si vosotros hubiéseis sacado no os lo hubieran tenido que pagar vuestros padres, pero claro es mucho más fácil ir a mamá y a papá con un cinco de media y decirle que te paguen la matrícula en el curso nuevo a lo que no te van a decir que no porque obviamente o por lo menos supongo o quiero suponer que a ellos este tema les importa. Dejad ya de meteros en la vida de otras personas y replantearos la vuestra.

-Mira María ya te estás pasando, te hemos dejado que nos digas varias veces cosas pero esto no va a seguir así. 

Cogieron las gafas de María y las aplastaron contra el suelo obviamente rompiendo los cristales y convirtiéndose en una masa de cristales finos y la montura rota en pedazos. 

-Sigue así y verás que esto va a ser poco con lo que se viene.

M: Sois imbéciles de verdad.

María cogió la montura destrozada y se fué de la clase corriendo. Entró al baño y comenzó a llorar. ¿Qué iba a hacer ahora? María no veía nada sin sus gafas y ahora...¿cómo iba a pagar unas gafas nuevas? Ni pensar en pedirle el dinero a su madre, todo lo que había se lo daba a su hermano. 

Lavó sus manos con un poco de agua ya que se había cortado al coger la montura destrozada. Ella dejó que la sangre cayese al lavabo y con sumo cuidado enjuagó la zona para evitar que el escozor fuera grande. 

Cuando logró que cesase el flujo de sangre volvió a la clase. Esperó a que acabase aquella clase y se fué a su casa más rápido de lo normal. Cuando llegó su madre la esperaba con una escoba en la mano. Quiero que barras toda la casa porque está llena de barro.

M: ¿Y me explicas de qué está la casa llena de barro? Si ayer la dejé perfectamente limpia sin ni una mancha... no entiendo.

-Tu hermano vino de la academia y dice que pisó un charco con barro y que se quedó la pisada por toda la casa.

M: Pues entonces si lo ha ensuciado él por lo menos que lo limpie, qué menos...¿no?

-Vamos a ver niña, ¿cuántas veces te he dicho que no voy a mandar a tu hermano a que limpie? Eso es tarea de nosotras, tu hermano viene cansado y tiene que descansar.

M: ¿Y yo no vengo cansada? Esque me parece muy fuerte.

-Seguro que no tanto como tu hermano que a tí te gusta mucho exagerar las situaciones, que nos conocemos niña. De verdad maldito el día en que decidí seguir adelante con el embarazo. 

M: Pues no sé que harías sin mí, porque estos que me estás mandando lo tendrías que hacer tú pero claro es que tu manicura bonita no puede estropearse fregando un suelo o un baño.

En eso momento la madre de María le pegó una guantada que le dejó la cara marcada a lo que María se quedó muda y le tiró la escoba al suelo, junto con el resto del material de limpieza. 

-María ven aquí ahora mismo y recoges esto.

M: No pienso bajar así que a ver como te las avías para recoger tu casa ya que tu hijo el desastre no puede hacer nada más que no sea beber o fumar porros con sus amiguitos. 

-María baja ya, me estoy enfadando.

M: Enfada enfada que no voy a bajar, tu verás, es un disgusto para tí para nada porque no vas a conseguir lo que quieres, no voy a recoger la casa porque no me da a gana. Estoy harta de ser la esclava de esta casa, María para arriba, María para abajo... No soy la única que vive en esta casa, ah y por cierto si me vas a decir que voy a estar castigada sin cenar, haz lo que te de la gana, tampoco es que tenga mucha hambre. Denada.

La madre se quedó en la sala de abajo, patidifusa, callada y su piel de morena pasó a ser blanca. María se tumbó en su cama no sin antes haber cerrado el pestillo de su habitación para que no entrase nadie. Se puso sus cascos y empezó a escuchar música. No tardó mucho en caer rendida ya que había sido un día agotador, ya por sus compañeros y por su madre. Cerró los ojos y comenzó a soñar.

Puede ser que pocas personas entendieran a María en esos momentos y se preguntaran el por qué reaccionaba así ante su madre pero nadie la conocía, nadie sabía lo que María había vivido.

Sonó su alarma así que se levantó a la primera aún estando cansada. Recogió su cuarto y se vistió. Se puso unos vaqueros entallados y una camiseta de tirantas, hacia mucha calor ese día. María bajó despacio la escalera para que su madre no se enterase de que había salido de su habitación, era por la mañana no tenía ganas de pelear. Cogió una manzana del frigorífico y se tomó un vaso de leche fría antes de irse de su casa. 

Dió una vuelta por el parque donde vió a niños pequeños correr y reír, una enorme sonrisa esbozó al verlos. Paseó y ayudó a una mujer mayor a la cual se le cayeron algunas cosas de una bolsa que llevaba. 

Mujer: Muchas gracias señorita, déjeme que se lo compense de alguna forma.

M: No se preocupe, no necesito nada, era por ayudar. 

Y si bien es cierto que María por la gente que la conocía era muy querida por su forma de ser y por su afán de ayudar siempre al resto aunque eso significase un mal para ella. Siguió caminando y se paró frente al lago que cruzaba el parque. Un chico se paró a su lado.

Chico: Hola buenas...

M: ¿Pasa algo?

Chico: Nada, sólo que te ví muy bonita. 

M: Ah bueno... gracias supongo.

Chico: ¿Por qué tan cortada?

M: No me lo suelen decir pero vamos enserio muchas gracias. 

Chico: No las des, ¿y qué haces aquí tan solita?

M: Vine a dar una vuelta.

Chico: ¿Y no quieres compañía?

M: Si te quieres quedar... pero siempre vengo sola para relajarme un poco.

Chico: Eres rara eh...

M: Ya lo sé pero para que me digas esto prefiero quedarme sola, yo no necesito ni que me digas que soy bonita, yo no necesito que nadie me diga nada, yo sé lo que soy.

Chico: Oye no te pongas a la defensiva, no iba a malas solo quería hacerte un poco de compañía. 


Siete mil razones sin ningún motivo.Where stories live. Discover now