Capitulo unico

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Por favor, dame una esperanza.

No estoy segura de cómo empezar todo estos, pero supongo que primero diré que pueden llamarme Paty aunque no es mi nombre; muchos de mis conocido así me reconocen, lo demás de mi vida no es necesario que lo conozcan ya que no es de importancia para lo que en realidad deseo contarles y lograr desahogarme de esta opresión que siento dentro de mí. Y para ir al punto central de la situación que me aqueja debería iniciar por el principio, por donde y como empezó o al menos cuando creo yo que esta situación inicio.

La conocí cuando ingrese al Instituto donde comenzaría mi carrera; para ser sincera era el segundo intento que haría, ya que hace un par de años había comenzado mis estudios en la universidad pero lamentablemente eso no dio resultados llevándome a optar por un nuevo comienzo en otra institución. Era mediados de febrero y el calor no se hacia esperar eran poco mas de las 18:20 y me dirigí al salón donde impartirían el curso de ingreso para los estudiantes de primer año. Cuando llegue a dicho salón no había muchas personas no me eran familiares ninguno de sus rostros, busque un lugar cercano a la pizarra; mi vista no es muy buena y aunque uso anteojos aun necesito estar a cierta distancia para ver claramente, así que encontrando que todos los lugares del lado derecho cerca de las ventanas estaban libres al frente asi que decidí sentarme allí; poco a poco el salón se llenaba y los lugares empezaron a ser ocupados incluyendo los de mí alrededor.

Me di cuenta que no conocía nadie, salvo por un par de chicas pero solo era de vista no era como si fueran mis amigas ni nada, por lo tanto no había ninguna razón para acercarme; ya saben en una ciudad pequeña todos se conocen; pero en fin, luego de que varias personas ingresaran y buscaran algún sitio, ella entro no prestando atención a nadie en particular y se sentó en un lugar cercano a mí sin entender como desde allí no pude sacar mi vista de ella, sé que sonara cliché pero sentía que la conocía de algún lugar de algún momento de mi vida que era borroso; mucho tiempo después descubriría de donde tenía esa nostálgica sensación que me producía.

Con la típica presentación que los profesores nos hacían hacer supe que se llama Liz y que era dos años menor que yo; en este Instituto hay estudiantes de todas las edades es bastante común, era bastante callada y algo solitaria. Por casualidad en algún momento de las semanas siguientes nos tocó sentarnos juntas; ya saben los clásicos trabajos en pequeños grupos para conocernos, y así hablamos más, lo admito soy bastante charlatana y a veces hablo hasta por los codos pero lograba sacarle conversación y alguna sonrisa que me encantaba, a pesar de ser cortas disfrutaba de hablar con ella era muy interesante su forma de ser y llamaba mi atención.

El tiempo iba pasando y sin querer descubrimos que teníamos bastante cosas en común, también que tomábamos el mismo camino a la salida de las clases, dependiendo de la hora de salida íbamos juntas por lo menos tres días a la semana; simplemente había ocasiones en que me apetecía hacer el camino largo a casa, sin ninguna razón aparente deseaba simplemente caminar. Nos fuimos haciendo más cercanas hasta lograba sacarle varias carcajadas que me sorprendieron más de una vez por lo efusivas y espontaneas que eran, debo decir que hace mucho no me sentía tan bien con alguien que conocía relativamente hace tan poco tiempo.

Éramos parte de un grupo de 6 chicas que solíamos trabajar y estudiar juntas, las demás en algún momento se sorprendieron viéndonos a las risas y charlando; les pregunte que tenia de raro y ellas solo dijeron que Liz solo se comportaba así solo conmigo, yo solo pensé "¿Realmente es tan diferente con ellas, que conmigo?".

Pero poca importancia le tome y no mentiré ni fingiré, me sentí feliz y especial, es decir de todas las personas que éramos yo era la que la hacía sonreír y con la que hablaba más de dos palabras, a pesar de que dentro del grupo había una chica que era compañera de la secundaria, el descubrir eso llenaba mi corazón de una sensación a la cual no me atrevía de nombrar.

Por Favor, Dame Una EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora