No te alejes más

~Agotamiento~

Salí del carro cuando mis fuerzas me lo permitieron, ya no podía más, la culpa que me daban todos sin preguntase lo que yo sentía me estaba comiendo el alma, realmente nadie podía ponerse en mis zapatos, creo que ni los propios padres de mi amada. Me quedé sentada por un buen rato en las blancas del pequeño jardín que el sanatorio tenía, mis ojos estaban rojos de tanto llorar y mi pecho se sentía vacío, vacío porque no te había escuchado decirme que me amabas, mi nariz estaba tapada a causa de mi dolor y mi maquillaje estaba todo estropeado.

– Hola señorita ¿Se encuentra bien? – Escuché una voz que parecía dirigirse a mí.

Levanté la mirada para saber de quién se trataba y me topé con unos ojos verdes llenos de preocupación.

– ¿Me veo bien? – Respondí sarcásticamente.

– Perdone señorita, no fue mi intención – Se disculpó ante la estúpida pregunta que me había formulado.

– No tenga pena ¿Doctora?... – Hice una pausa para que me dijera su nombre.

– Kuvira ¿Y su nombre cuál es? – Interrogó.

– Asami – Hice una pequeña mueca en forma de sonrisa fingida.

– Puedo preguntar ¿Qué es lo que la agobia señorita Asami?

– Muchas cosas doctora pero la principal es el estado de mi novia, se encuentra hospitalizada conectada a aparatos que le ayudan a respirar para que se mantenga con vida y en verdad no puedo manejar esta situación tan desesperante – Dije entre cortado tratando de deshacer el enorme nudo que crecía en mi garganta.

– Lo lamento mucho, ¿Qué le dijo el doctor acerca de ella? – Preguntó como si pudiera darme un diagnóstico diferente al del doctor que atendió a Korra pero vi una esperanza, quizá ella sería más positiva.

Estuvimos hablando por un buen rato hasta que me calmé, me dijo que estaría viendo el avance de mi novia y que me mantendría informada de todo lo que pasará cuando yo no estuviera. Fue amable no me dio diferentes respuestas a comparación del otro doctor pero por fin me sentía comprendida, a pesar de no conocerla me sentí agradecida con su forma tan peculiar de preguntar y responder.

Me acerqué a la recepción para preguntar si alguien se encontraba en la habitación de mi amor, a lo cual me respondieron que no había nadie pero que le iban a inyectar suero y medicamentos para las heridas, no había problema el que yo estuviera ahí así que tomé mi bolso y me fui directo a verte.

Al entrar a la habitación te pude encontrar ahí, postrada en esa cama y recordé lo que una vez dijiste: "Odiaría estar en un hospital por tanto tiempo, nunca he estado internada en uno" y me partió el alma, no lo merecías amor, es mi culpa que estés aquí, nadie mejor que yo sabía que odiabas entrar a los hospitales, lo decías cada vez que veías uno o te tocaba acompañar a tu abuela, preferidas curarte en casa antes de ir con un doctor y hasta ahora en estas circunstancias te entiendo, es tan deprimente estar en uno, el tiempo pasa lento y silencioso, no es como nuestras vidas alocadas afuera de esta construcción, nuestras vidas llenas de risas y música, acá no hay nada de eso, solo hay quejidos, aburrimiento, llanto y dolor. Pero te prometo que cuando salgamos de esta no volveremos a menos que sea una emergencia, te lo juro, cuando puedas retirarte yo misma te llevaré a casa mi niña, te cuidaré y me aseguraré que nada malo te pase, quiero estar ahí en cada paso que des para tu recuperación, quiero ser yo la que te ayude en todo momento mi Korrita, te lo prometo.

Me acerqué a ti y besé tu frente, parecías dormida pero obviamente no sabía cuándo ibas a despertar y eso realmente me afectaba todo el tiempo, pero quería dejar de pensar en eso, lo que realmente quería hacer era estar junto a ti el tiempo qué fuera necesario para cuando despertarás fuera yo lo primero que vieras, quería que así fuera y lucharía porque se cumpliera.