Se quedó estática ¿Realmente estaba pasando lo que estaba experimentando? O solo era una pesadilla. Sus manos empezaron a sudar frío y sintió como una gota de sudor de preocupación rodó desde sien pasando por su mandíbula hasta llegar a su quijada, su corazón iba rápido y todos los recuerdos de cómo le había fallado a Korra llegaron a su mente como si de una película se tratase, le dolió, le dolió tanto haber caído tan bajo y quería justificarse, quería culpar la situación, al borracho, al automóvil, los padres de Korra, la falta de tiempo, sus penas, el alcohol pero al final sabía que no había razón para hacer lo que hizo, no tuvo fe en que pudiera recuperarse y se desvió de la manera más vil. Ahora tenía que pagar la cuenta de todos los platos rotos que ella misma lanzo por la ventana.
—Hey disculpa, parece que no te encuentras muy bien ¿quieres beber agua? —giró un poco la mitad de su cuerpo para tomar la jarra con agua que tenía y servirle un poco.
Asami por fin reaccionó y vio como su Korra iba a servirle y pegó un gritillo en el interior y no supo cuándo pero ya se encontraba ayudando a la paciente. Quería aclarar todo, quería lanzársele a la morena, pero recordó como sus labios besaban esa mañana al joven Iroh y se sintió como escoria.
Iba a romper a llorar en ese momento, pero la detuvo el ruido de la puerta que se abrió lentamente.
—Buenas noches Korra y buenas noches señorita Asami —entró junto con una bandeja que tenía unas jeringas llenas de algún medicamento y un botecito de alguna clase de pomada.
—Buenas noches Doctora Giesler—dijo con una sonrisa en su rostro.
—Buenas noches —dijo en un susurro viendo fijamente a la doctora transmitiendo muchas preguntas con su mirada.
La ojiverde lo entendió e hizo una señal para que Asami se apartara de Korra y que después de atender a la paciente le explicaría todo. Kuvira se sentó en el pequeño banco que estaba al lado de la camilla y se dispuso a inyectar la medicina en el catéter que tenía la morena en su brazo de forma lenta.
La chica que estaba a los pies de la paciente observaba cómo su novia “Si así podía decirlo aún” hacía gestos de dolor, sabía que no se la estaba pasando bien, su corazón se destrozó al ver cómo las lágrimas salían de los ojos cerrados de Korra y un enorme nudo en la garganta había aparecido. Su conciencia se preguntaba desesperadamente desde cuándo el amor de su vida había despertado y su culpa crecía grandemente ante la interrogante.
La doctora vio la enorme preocupación que tenía la empresaria y supo realmente cual era el problema. No la había visto desde hace bastante tiempo y suponía, no, aseguraba que lo que sentía era culpa. Había visto a mucha gente visitar a Korra, sus padres, sus abuelos, un chico de ojos verdes y otro de cejas extrañas y demás, pero estaba bien informada de los cambios que había exigido la CEO, lamentaba que no pudiera haber visto cuando esos ojos azules opacos se abrieron. Hasta ella que no conocía a la morena se sintió tan feliz de por fin ver esos ojos explorar el mundo nuevamente.
—Korra, solo iré a hablar con la señorita y regreso a seguir con las terapias —explicó la doctora y al ver que la morena asintió dejó a un lado los ungüentos y salió junto con la empresaria.
Ambas mujeres se dirigieron a la oficina de la doctora y tomaron asiento junto con un enorme suspiro. Kuvira veía la perdición de la señorita Sato en sus ojos, tenía idea de lo que pasaba por sus pensamientos en ese momento, pero dejaría que ella se desahogara.
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No te alejes más
RomanceAsami y Korra una pareja muy enamorada y por razones del destino la morena sufre un trágico accidente. ¿Podrá Asami afrontar los fantasmas de la soledad? ¿podrá resistir ver a su novia en el estado crítico al que se enfrenta....? Créditos de portada...