My Turn To Cry - EXO.
La mañana resplandece. La intensa luz del sol se cuela entre las blancas cortinas de su ventana, enviando
rayos de luz de color dorado que dan de lleno en el rostro frente a el.
Siente el calor de su cuerpo entre sus brazos, y sabe que todo esta bien. Ha sido un sueño, una pesadilla. Todo estaba bien.
Oye un ruido. Lo ve mover la cabeza, hundiéndola en el hueco de su cuello, escondiendo sus facciones sin querer. Quita un mechón de su flequillo azabache de su frente, permitiéndole contemplar su rostro a la perfección.
De la nada, despierta. Levanta la cabeza, y la visión ante sus ojos lo deja sin aliento.
Lágrimas. Líneas de humedad que brillaban en sus mejillas. Sus grandes ojos se amplían, brillantes por una emoción que le es desconocida.
Estaba llorando.
Despega sus gruesos labios, susurrando:
— Jongin…
La escena desaparece, y sus brazos se quedan suspendidos, vacíos en la oscuridad.
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Jongin despierta. Mierda: solo había sido un sueño.
Un hermoso y cruel sueño.
Gira su cuerpo; sabanas húmedas envolviéndolo. Apoya los pies en la alfombra, y con su corazón partiéndose en dos, se acerca a la ventana, descorriendo las cortinas. Siente la luz de la luna golpear en su rostro como una dolorosa bofetada, más le dolía como si fuese real. Arrastra los pies hacia el baño. Mientras más lo pensara, más iba a sumirse en aquella maldita pesadilla.
Busca el interruptor de la luz en las paredes y lo acciona. Le hace frente al espejo, y su propia imagen lo recibe.
Mejillas brillantes. Jongin palmea la piel de su cara con las yemas de los dedos. Los retira, y al ponerlos a la luz, se da cuenta de lo que es.
Lágrimas.
Lágrimas que brillaban a la luz, como la misma luz de la luna.
Su corazón da un brusco vuelco dentro de su pecho.
Jongin vuelve a su cuarto, sin ánimos de volverse a dormir. Tenía miedo. Hacia meses que no soñaba nada como aquello.
Al principio si, su rostro aparecía muchas veces en sus intervalos de descanso, más nada hacía por evitarlo. Le encantaba verle, soñar con el. Una lenta y dulce tortura.
Jongin sabe que es culpa suya. Lo sabe desde el momento en que le dejó ir.
Sin darse cuenta, sus pasos se dirigen al armario, y sus manos torpes buscan en las gavetas. Palpa una superficie gastada y la toma. Una caja negra se materializa entre sus manos, y sus ojos se cargan de melancolía. Se sienta en el colchón, que se hunde un poco bajo su peso y la abre lentamente. Varias formas indefinidas aparecen en el interior. Jongin mete la mano, y sostiene lo que resulta ser una gastada foto. La saca a la luz y evalua la descolorida imagen que en ella se plasmaba.
Siempre creyó que las fotos eran tomas de un recuerdo. La manera más fácil de conservarlos. Pero incluso las fotos tienen un trasfondo doloroso: por más recuerdos que captures, y por mucho que desees que estos se queden, terminarán quedando en el pasado, así como todo lo demás en esta vida. Jongin lo sabía. Aun así se empeñaba en guardar aquellos recuerdos como un preciado tesoro.
La primera imagen costaba de un recuerdo muy antiguo, y Jongin se sorprende que continuara recordándolo. Su primer viaje a Namsan. Los candados formaban un paisaje hermoso e ideal para los románticos, y el siempre fue uno. Insistió a Jongin de sacarse la foto, sujetándole por la cintura como pudo, atrayéndole a su pequeña fisonomía. Disparador automático. Sonrisas forzadas, que trataban de ser sinceras.