Malos presagios.

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- Buenas noches, Espina, ¿está la señora de la casa?
- Ojos cenizos, ¿Qué es lo que quieres ahora?
- Tranquilo Thorn, he sabido que tu esposa tendrá un hijo y me parece que este no es el primero, ¿o si?
Chise apenas si se podía mover, pero al ver que Elias tardaba tanto,  se paro de su asiento para averiguar quién había tocado la puerta, un paquete tal vez o…
- Ojos cenizos…- Chise se sorprendió al verlo, pero se pregunto por qué no lo había sospechado antes, él era el único que se presentaba a esas horas.
- Oh, pero mira nada más, es la niña, no, la mujer que nos puede atar con sus ojos, parece que estos años han sido fructíferos para ustedes dos, cinco hijos y otro en camino, no la dejas descansar, ¿verdad, Espina?  - volteó a ver a Chise quién estaba sonrojada pero con la mirada alerta.
- Lárgate, esta vez te devoraré si piensas en acercarte a ellos.- Elias tenia la boca abierta y el mago milenario solo se reía.
- Tranquilo, Thorn, tus hijos y tu esposa tienen el poder de atarnos, pero ellos mismos son un regalo, una generación más de los nuestros ha nacido en el mundo gracias a ti, ellos serán la salvación de la magia. Vine a celebrarlo.
- ¿Papá, mami?- un pequeño niño de cabellos grises y ojos verdes había salido de la sala frotándose los ojos, tenia unos pequeños cuernos crecientes en su cabeza.
- Ah… aquí está el primero, un muchachito muy habilidoso, pero no es un Slay Vega, tiene talento y forma, un gran mago sin duda, pero no magnífico, si me lo permiten, quisiera llevármelo después como mi aprendiz, aunque se ve muy sabroso…
- De ninguna manera- dijeron ambos padres al mismo tiempo, Elias estaba sumamente tenso al igual que Chise. Ambos recordaban toda la miseria que les había hecho pasar con sus “juegos”,  Cartafilo estaba presente en sus mentes aún, a pesar de que los años pasaron.
- Tranquilos, niños, no me lo comería, pero la magia milenaria le será de gran utilidad. ¿Puedo pasar? – ya se estaba acercando al umbral de la puerta pero Elias le corto el paso.
- ¿Mami, quién este señor?
- Un amigo de papi cariño, ven conmigo- la maga trató de poner el niño atras de ella, pero él corrió a la puerta, quería saludar al invitado, era un niño muy sociable. Su padre quiso evitar su salida, sin embargo, el pequeño se escabulló bajo sus pies utilizando el arte de la sombra, hasta encontrarse frente a ojos cenizos, quien lo cargo con sus otros dos brazos.
Las espinas brotaron acompañadas de algunas enredaderas de la magia de Chise; todo en vano pues el mago tenia a Chase.
Ojos cenizos no mostró intenciones de querer moverse, sólo se protegió de la magia de ambos con un bucle de arena. Una vez que las ortigas dejaron de brotar y las raíces desaparecieron, se quedo sosteniendo al  pequeño Ainsworth en el jardín.
- ¿Puedo pasar? – el tono  del mago era divertido, sólo quedo a la expectativa de  una respuesta.
- Adelante- contesto Elias bruscamente. No quería caer con sus trucos nuevamente, pero si eso era suficiente para poner a su pequeño a salvo, lo aceptaría.
- Con su permiso, señora, - Chise se hizo a un lado para dejarlo pasar, aun llevaba al pequeño en brazos y este no parecía dar señales de haberse percatado del conflicto, jugueteaba con el velo del mago.
Elias se había quedado en la entrada de la puerta intercambiando miradas de preocupación con su esposa.
- La casa ha cambiado mucho desde la última vez que estuve aquí, se siente mucho mas cálida.- dijo ojos cenizos sentándose en el sofá con el niño.
- ¿Qué es lo que desea?- Chise se había sentado frente a él mientras Elias se aproximaba a su asiento de siempre.
- ¡Oh, que desconfianza!, ya les dije que se calmen, no le haré nada, me agrada el chico, no es incompleto como su padre ni de ojos molestos como su madre, es magia pura y nada más. Pero cómo les dije, vine aquí para celebrar la aparición de nuevos magos, quiero ver a sus otros hijos…
- El familiar de mi esposa y nuestra Banshee los están bañando en este momento, les diré que los traigan cuando estén listos.- el intruso había dejado al pequeño a su lado, éste se encontró con el libro que su padre les leía antes de que el invitado llegará. Ojos cenizos lo observó durante un rato mientras el silencio inundaba la sala.
- ¿Es un pequeño extraordinario o no?, ya toma un libro y lo lee sólo, cuatro años, ¿no es cierto?, sin duda es singular, apenas un retoño. Como les decía, me interesa tomarlo como aprendiz, pero entiendo que desconfíen,- comentó esto último en tono burlón - sin embargo no lo quiero ahora, prefiero que crezca y se pueda cuidar solo, ¿cuando tenga diecisiete años?, claro que es su decisión, tan solo permítanme visitarlo, se acerco a mi sin tapujos, quiero que sea mi legado. Hace un milenio que tomé a mi último aprendiz, ahora ni siquiera está vivo. Este niño puede llegar a ser un virtuoso en las manos correctas y creo que es mi deber apoyar a la instrucción de la nueva generación, aunque sus padres sean ustedes.
Elias y Chise estaban apunto de contestar cuando entró Ruth con dos pequeñas pelirrojas en los brazos. Silky venia a tras de él con otras dos figuras parecidas tomadas de sus manos.
- Chise me dijo que las los trajera,- dijo mientras se percataba del mago y se ponía tenso- tú…- ambas niñas vieron a su padre y se bajaron como sombras hasta aparecer encima de él en el sofá.
- ¡Papi! – gritaron ambas, antes de abrazarlo. Shilky sentó a los otros dos junto a su madre, e inmediatamente se acurrucaron con ella. La Banshee salió por té y Ruth se sentó en el piso junto a la chimenea, preparado para interponerse entre el mago y su hermana.
Chise, que ya no estaba tan nerviosa, les pidió a los niños recién llegados que se pararan frente al invitado para saludarlo, Elias quiso protestar, pero su esposa tenia esa mirada tranquila que le inspiraba confianza.
- Te los presentaré - dijo él en tono orgulloso. Un pequeño y tres niñas se habían formado graciosamente  por estaturas, ojos cenizos no pudo contener su risa.
- ¿Cuatrillizos, eh?, qué maravilla, todos con el pelo del ocaso, pero sin color en sus ojos,  ninguno Slay vega, qué tragedia, pero muy poderosos por lo que veo, no los separen, si hacen un aquelarre podrían esclavizar a tu mundo, niña de la noche- dijo riendo.
- Ellos harán lo que quieran hacer y estoy seguro que eso no incluye esclavizar a nadie - contestó Chise algo enfadada. - Elias…
- Oh, sí, el pequeño es el mayor, Eliot, la otra pequeña es Elizabeth, y ellas dos, las más parecidas son Elbereth y Jane.
- Niños maravillosos, espero verlos convertirse en el futuro de los nuestros, tomen - dijo extendiendo sus manos  y haciendo aparecer en los cuellos de los niños algunos amuletos. Elias se aproximo para quitárselos, pero el mago lo detuvo con su vara.- estos amuletos son de protección, vienen de tu tierra petirrojo, tienen un fuerte poder y les serán de ayuda para controlar a las bestias que su padre les heredo, más a mi niño querido, el tiene dos - y volteo para poner uno a Chase en el cuello. - te daré otro para el futuro petirrojo, él lo necesitara. Me retiro. Nos vemos pronto, querido - se aproximó a Chase para abrazarlo y este le devolvió gustoso el afecto.
- Adiós, señor ojos cenizos - dijo cuando se separaron.
- Dime maestro, pequeño, - corrigió mientras acariciaba su cabeza.
- Hasta luego, maestro.
- Buen jovencito, acompáñame a la puerta Thorn. Hasta pronto niña que nos ata, cuida bien de estos pequeños. – se dirigió a la puerta acompañado de Elias, mientras,  Chise se despedía  de él con la mano y una sonrisa de alivio.
- Ruth, ayudarme a llevarlos a la cama por favor, dijo,- mientras Silky llegaba con el té y una expresión de contrariedad.- oh, gracias, Silky, té sólo para nosotros cuatro, el invitado ya sé va.
Así llevaron a los niños a su habitación, la antigua habitación de Chise, ahora equipada con algunas otras camas y llena de juguetes. Los niños se acostaron pronto y Chise les canto para dormir, cayeron rendidos. Bajó ayudada por Ruth para encontrar a un preocupado Elias tomando el té junto a Silky, ésta cocía camisones para los pequeños en el asiento de siempre. Ruth se volvió a su forma normal y se acostó al lado de la Banshee, poniendo su cabeza sobre regazo, Chise se sentó con algo de trabajo en las piernas de Elias y lo abrazó buscando que le dijera lo que le molestaba, el dejó su taza en la mesilla y la tomó entre sus brazos; cargándola como antes, salió de la sala. Nadie se molestó en decir algo, todos sabían que quería estar a solas con su esposa. Ya tenia casi tenia nueve meses y se sentía muy pesada, pero a Elias no parecía molestarle. Una vez en su habitación, la sentó en la cama y le quito los zapatos, hacia calor, él solo traía su chaleco.
- ¿ Como supiste que no tenía malas intenciones?
- No lo sabía, pero Chase sí, solo confíe en que no le haría daño, y estuve en lo correcto, ¿recuerdas que yo te quise sin importar lo que me decían los demás?, cuando Chase se acercó a él  sin miedo creo que lo alivió. Verse querido sin más, era lo que necesitaba, por eso se encariño tanto con nuestro hijo, tiene suerte, sé que no le hará nada. Yo tampoco estoy a gusto con eso; no voy a olvidar todo lo que pasó, pero tampoco podemos exponer a nuestros hijos a su capricho, dijo que quería aleccionarlo cuando tuviera diecisiete años, dejaremos que nuestro hijo decida si puede soportarlo y si no, ya lo arreglaremos cuando llegue el momento.
- ¿Lo tienes todo planeado, no?, aún no lo comprendo.- dijo el mago sentándose junto a su esposa.
- Después lo harás, no te preocupes – ella lo abrazó y lo besó, sabia que Elias se sentía intranquilo por otra cosa, y no se lo quería decir.

Los hijos del Mago AntiguoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora