Encuentros y reencuentros.

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- Aquí tienes tu té, hace mucho que no te veíamos por aquí, has crecido tanto…
- Muchas gracias señorita Althea , - dijo el muchacho tomando la taza de las manos de la artesana.- regresé de Japón hace rato, pero como no me quedaré por mucho, quise verlos, no sé si con todos los preparativos tendré tiempo  antes de… irme- el tono y la expresión del muchacho preocupó a la maga.- ¿cómo esta el señor David? – terminó el Slay Vega restándole importancia a sus comentarios anteriores.
- Le avisé que llegaste así que bajara en un momen…
- ¡ Ernest, muchacho, regresaste!- el señor Barley bajaba con cuidado las escaleras apoyándose de un bastón. Aunque ya tenia 66 años, se conservaba bastante bien.
- Señor Barley, David, que gusto verlo
- Pero si eres todo un hombre, aunque idéntico a tu madre, ¿ Pero, no tenias cuernos?
- Vamos, papá, no abrumes al pobre muchacho.- dijo Althea riendo.
- Siempre me dicen que soy como mi madre,- contestó el muchacho sonriendo abiertamente y pasando su mano por su cabeza para descubrir sus astas. – procuro ocultarlos cuando estoy fuera del templo o de casa, a las personas les llama la atención que los tenga, así que mejor los escondo, evito llamar la atención. Usted se ve muy sano, David, me alegro mucho.
- Me mantengo así por vivir tanto tiempo con Angie, y nuestra hija. Cosas curiosas le pasan a los humanos cuando conviven con los seres mágicos, es una pena que no todas las personas puedan ver las maravillas que ocurren frente a sus ojos. Celebro que seas precavido, hijo, las personas están comportándose muy imprudentes en estos tiempos, le toman fotos a algo, lo suben a red y se propaga el pánico o el interés. Tu padre hacia algo similar, cuando venía a Londres cambiaba su aspecto a la de un hombre rubio de mediana edad, después de casarme con Angélica me costo trabajo  acostumbrarme a ver como un hombre que parecía muy serio se transformaba en la figura inusual que es en realidad.
- Tal vez para ustedes es así, pero yo lo vi desde pequeño como algo normal, me acostumbre a amarlo sin sospechar que a otras personas les hubiera costado tanto. Como Slay Vega puedo decir que hay cosas mucho más inusuales y aterradoras que Elias Ainsworth.
- Mi padre nunca ha visto ese tipo de cosas, y es una bendición que así sea. - concluyó Althea  mientras recogía el servicio. Ernest se había quedado un poco sorprendido pues la mujer parecía algo molesta. Guardó silencio hasta que ella salió de la habitación para encontrarse con que David lo miraba un una expresión de disculpa.
- Althea es muy sensible a que se hable de las cosas que ven los magos, cuando comenzó su entrenamiento se llevo muy malas experiencias con espíritus malignos. Eso me dijo su madre. No te imaginas que impotencia sufrí al no poder protegerla de ese tipo de cosas. Pero dime mejor dime, ¿cómo te ocupas en Japón?
El joven asintió lentamente, prefirió sólo contestar a la pregunta, pero cuando estaba a punto de hacerlo  Angie entró por la puerta de la sala. Irradiaba la misma frescura de siempre y, a excepción de su peinado, nada había cambiado en su apariencia. Ahora llevaba el pelo largo adelante y corto de atrás, hasta parecía mas joven si eso era posible.
- Tía Angélica, que bien te ve…- el muchacho ya se estaba acostumbrado que no le dejasen terminar una frase por darle un abrazo. Angie se había abalanzado sobre él, y lo estrechó por varios minutos, hasta que David volvió a hablar.
- Cariño,- dijo sin poder ocultar su ternura.- si sigues abrazándolo así, lo consumirás y no le dejaras nada del petirrojo al resto del mundo.- Angie volvió a apretar fuertemente al joven y él la sostuvo con el mismo cariño.
- Hace mucho tiempo que no te veíamos. Tu tonto padre nunca nos dijo que te irías y cuando pasaste por Londres no nos visitaste, ah, toda la familia Ainsworth es tan desesperante.- la maga se había separado de él, trataba de limpiarse las lágrimas pero éstas seguían brotando.
- Lo siento, Tía Angie, cuando pase por Londres sólo habían sido unas horas para cumplir  un encargo. Ir de Japón a Canadá es más fácil, pero me pidieron que pasara a la universidad por el señor Adolf, como sabe, el no usa magia y en ese tiempo estaba vigilado por el gobierno británico.
- Lo entiendo, Ernest, eres muy joven y aún así estas siempre ocupado. ¿ cuanto te quedarás esta vez?
- Solo hasta la fecha, después de eso regresaré a Japón para concluir mi iniciación como mago.
- ¿ Diez días solamente?, ¿Ainsworth no te iniciara?, ese tarado…
- No te enojes con él, por favor, Tía, - dijo el muchacho de nuevo con el  perfil bajo.- Sólo desea lo mejor para mí, él no se considera un buen maestro, así que pensó que la maestra Akatsuki es la más indicada, ya que desde hace ocho años que ella me instruye. Aunque,- está vez el brillo de sus ojos suplía la tristeza.- Yo creo que mi padre es uno de los mejores magos de todos los tiempos, y quisiera que el me iniciara, respeto totalmente su decisión. -Al terminar debió un poco de té de su taza y al dejarla otro abrazó de Angie lo sorprendió.
- Tú madre también confiaba ciegamente en él. No puedo decir si eso es bueno, pero te puedo decir que eres un buen muchacho. Sigue amando a tu padre aunque a veces él no lo merezca. No parece, pero tu eres gran parte de su fuerza.- dijo la maga poniéndole su dedo índice en los labios.- No tienes que contestarme, sé paciente, yo se que ese idiota reaccionará pronto. Eres tan puro y callado como Chise, piensa en dejar que tu corazón sea tan salvaje como quiera. Si sigues oprimiendo esa fuerza, te dañarás tanto como ella lo hizo en su tiempo. Ainsworth es el adulto, puedes dejarle esa carga, no tienes que ser independiente. Es tu padre, también le necesitas. No dejes que tus primeros años de vida se eclipsen por la tristeza. Tienes un largo camino por delante, así que disfruta de tu juventud.- el muchacho asintió sonriendo lentamente.
- ¡Dios me libre!, primero su madre y luego él, se supone que yo no tengo hermanos y aún así comparto a mis padres…- Althea se sentó en el sofá con falsa indignación, dejando una bandeja de queso sobre la mesita a su paso.
- Hija, acabas de interrumpir una plática motivacional bastante hermosa- dijo  David tomando un cubo de queso.
- Siempre has sido una niña mimada.- término Angélica saliendo de la habitación.
- Tal vez no lo sepas, querido , Ernest, pero nuestra hija sentía celos de tu madre, Angie y yo siempre la vimos tiernamente así que eso le causaba envidia. Luego cuando se caso con tu padre parece que se hicieron buenas amigas. Hasta se hizo su aprendiz por un tiempo antes de que naciera Chase. Aunque eso no es todo.- dijo David mirando divertido a su hija. –¿ tú tío y tu abuelo vendrán pronto?
Althea  que comía plácidamente un trozo de queso mientras su padre hablaba con el joven mago, comenzó a toser ruidosamente, pues se había atragantado al escuchar la pregunta que David había hecho.
Ernest se había parado para servirle agua de una jarrita que estaba en la mesa de centro. Se la dio y se quedó frente a ella a la espera de ver como se encontraba, mientras contestaba la pregunta con algo de preocupación.
- Parece que llegarán pasado mañana.  Cómo mi abuelo no quiere usar magia, harán el viaje en dos escalas.
- Oh vaya, eso suena bien, ¿ verdad, hija? – la maga que estaba recuperando el aliento, ahora fulminaba a su padre con la mirada, este sólo reía abiertamente. Ernest parecía confundido.
- Nuestra Althea esta enamorada de Fumiki desde que ambos fueron pupilos en la casa de Ainsworth. Althea estaba con Chise y tu tío consultaba con tus padres algunos encargos de Akatsuki. – terminó David sin hacer caso al enojo de su hija.
- Pobre Eliot, cuando todos nos reunamos en tú casa se llevará una gran desilusión. Está enamorado de nuestra hija desde hace unos dos años.- dijo Angie cuando entraba. Althea se había puesto pálida.
- Mamá…
- Oh, no sé de que te preocupas, ¿pensaste que no lo sabíamos?, Ainsworth se dio cuenta y me mando una carta para informarse, tú padre ya lo sospechaba y ese huesudo sólo lo confirmó. Sabemos que no le das esperanzas al pequeño, pero tu padre es partidario de él porque se siente identificado. Dice que le aceptaras en unos diez años. Yo creo que Fumiki es más tu tipo, arrogante y presumido.- para este punto la maga subía las escaleras, sumamente furiosa.
- No sé que decirte, tía…
- No te preocupes muchacho, te lo contamos porque queremos que nos ayudes con el asunto. Para los magos el amor funciona de formas distintas. Por lo que sé sus corazones recuerdan perfectamente sus sentimientos  durante años. Yo no descarto, por ejemplo que tiempo después de que me vaya, Angie se case de nuevo, y estará en todo su derecho. Tu tío Fumiki también es mago, al igual que Eliot, no nos corresponde tomar ese tipo de decisiones por nuestra hija, pero si apoyarle en su búsqueda de felicidad. Sólo te pido que cuando tú sientas el momento oportuno puedas dar un empujón a lo que sea que ellos tres decidan - contestó David. Angélica traía un paquete en las manos y esperaba para dárselo a Ernest.
- No le hagas mucho caso, no es algo que nos incumba, pero es más fácil actuar si estás al tanto. No te preocupes, lo entenderás cuando sea el momento.
- Por supuesto.- dijo Ernest un tanto inseguro. Aquella situación lo había tomado por sorpresa, además le incomodaba un poco. En su corta vida llena de deberes, nunca había tenido mucho tiempo para pensar en el amor..
- Toma esto.- La artesana le extendió un paquete envuelto en una especie de papel grueso de color blanco. El mago lo tomo con cuidado, abriéndolo delicadamente. El contenido eran cristales de cuarzo azul y obsidiana.- se los iba a dar a tu madre para su vara, pero Lindel ya le había regalado una joya lunar. Tu padre también dejó bien provistos a tus hermanos con sus báculos, así que esto te servirá más a ti. ¿No has hecho tu vara cierto?, si ya la tienes puedes guardarlos, para encantamientos sirven de poco, pero son excelentes para hacer herramientas y transmitir hechizos.
- Muchas gracias,- dijo el muchacho sin poder contenerla emoción.- podre dárselos a Chase para la vestidura, son perfectos. La traje conmigo por sugerencia del abuelo. Por eso me adelante, para hablar con mi padre sobre terminarla.
- ¿Lo hará tu hermano?- preguntó Angie con contrariedad
- Mi padre así lo quiere, y esta bien, será su primer tarea como mago independiente.- contesto tratando de aparentar felicidad.
- Vaya creo que tu padre debe procurar tratar mejor a los Slay Vega. Primero hace sufrir a tú madre y ahora te lastima a ti. Unas palabras no le vendrían mal, Angie, ¿Cómo crees que tome que yo le envíe una carta?
- David…- los dos magos estaban estupefactos ante la respuesta del señor Barley. Este se paró de su asiento y se acerco al muchacho haciendo que este también se levantara.
- Como padre uno comete errores, pero no dejes que estos afecten lo que eres.- dijo el hombre tomando al muchacho del hombro.-  Si tu deseas que él terminé tu báculo, tienes que hacérselo saber claramente. Posees el mismo derecho que tus hermanos a que él te trate con consideración. La verdad es que nunca hemos hablado mucho y dudo que nos hayamos visto mas de 15 veces durante nuestras vidas, pero por lo que me ha contado tu madre, tus hermanos, y Angie, no es tan aterrador como lo parece. – terminando le dio un abrazo al joven mago y este lo agradeció profundamente.
- Creo que David lo dijo todo Ernest. – concluyó la Artesana.- Haz estado aquí por un rato, deberías ir a cenar con tu familia y reprender a tu tonto padre. No te preocupes, te veremos en unos días para la fecha.
- Muchas gracias, a los dos.
Althea bajó para despedir al invitado, todos lo acompañaron hasta afuera de la tienda, lo vieron irse por la calle cubierta de nieve. El muchacho iba contento, pero no quería trasportarse tan pronto, el caminar le daba valor.
La avenida estaba totalmente vacía, por la temporada los transportes dejaban de pasar a  hora temprana y Ernest tuvo la fortuna de poder subir al último de esa noche. La ultra moderna Londres dio paso a un paisaje más rural conforme se acercaba al oeste. Después de bajar quiso seguir caminando. Tenia tiempo que no hablaba con las hadas de Inglaterra y se quiso enterar de las noticias.  Dio un rodeo por un sendero boscoso que llevaba a su casa pero era más largo pues atravesaba la zona urbana del pueblo. Emprendió el camino pero ninguna vecina aparecía. Siguió caminando y antes de entrar al pueblo sintió una presencia detrás suyo.
- Oh, pero si es el querido petirrojo
- Maestro ojos cenizos. Es gusto verlo de nuevo.
- Vaya, es un alivio que otra persona además de mi querido pupilo no tome mi presencia con malestar.
- Usted siempre ha sido muy bueno con Chase, le ha enseñado mucho y ahora es un gran mago, todo gracias a usted.
- Ah sí…- ojos cenizos estaba riendo.- es una pena que aprendiera tan rápido, subestime al muchacho después de todo. Tal viveza de espíritu me hinchaba el corazón, siempre fue un placer darle lecciones. Posee una valentía singular. Mis juegos nunca lo inmutaron. Si peca de algo es de audaz.
- Es un mago admirable.
- Lo es, lo es, veo que le tienes en muy alta estima. Ah, el amor fraternal es muchas veces más fuerte que el romántico. Por eso te pido un favor, muchacho, cuídalo de si mismo. Ser temerario no siempre lleva a un camino dichoso. Eso podría marcar su fin…
- Lo tendré presente.
- Tú también deberías liberar algo de ese fuego que traes contigo o te quemara por dentro. Sé que ustedes dos tiene un futuro prometedor, no lo pierdan por no conocerse a sí mismos.
- Muchas gracias por preocuparse por nosotros, maestro. ¿Me permite darle un obsequiarle algo en voz de mi gratitud?
- Oh, ho ho, veamos que nos tiene preparado el querido de la noche.
- Son flores de cristal,- dijo sacando una pequeña bolsa de tela.- mi madre me enseño a crearlas con el excedente de mi poder mágico para estabilizarlas. Me dijo que a usted le agradan así que pensé que le gustaría tener algunas.
- Ummm…- el mago estaba extasiado-  la niña que nos ata trae sorpresas aún dormida. Las acepto con gusto pero también quiero que me hagas un favor…
- Si puedo ayudarle, lo haré gustoso.- dijo con ingenuidad el muchacho mientras le entregaba la bolsa.
- ¿Me darías algo de tu poder?
- Por supuesto. Pero a cambio quiero saber que hará con él
- Un niño inteligente, ¿eh?, si te interesa saberlo planeo llevarte a tu destino….
Ojos cenizos toco el hombro del muchacho sorbiendo su poder mágico. Ernest cayo de rodillas por el cansancio.
- ¿ Así que te transportaste de la isla del oriente hasta aquí solo con tu poder y estuviste dando vueltas con magia por la capital?, Slay Vega o no eso es imprudente… pero muy oportuno para nuestros planes.


Rachel Smith llevaba horas caminando por el pueblo, buscaba señas para llegar a la casa del mago. Hacía mucho frío y no había comido nada desde hace horas. Las personas del suburbio no sabían decirle sobre algo así. Era raro que la gente conociera la procedencia de las maravillosas medicinas que daba el padre de la iglesia, con la nueva tecnología, pocos eran los conocedores que las buscaban. Generalmente, eran miembros de las antiguas familias y los moradores más remotos del pueblo.  Al final llegó a la iglesia y encontró a Simón cerrando las puertas delanteras del recinto. Los años se posaban en su rostro con amabilidad. Ya era un hombre viejo pero activo, la gente se sorprendía de que a su edad estuviera todo el tiempo de aquí para allá. Tenía años que le habían dicho que dejara de observar de cerca a Elias, pero su amistad con el mago ( y su garganta), le llevaba a su casa de vez en cuando. Se sorprendió de ver a una muchacha tan bonita a esas horas. Aunque casi eran las siete, ya estaba bastante oscuro y desolado para que estuviera vagando sola por las calles. Su tez algo pálida y sus ojos morenos eran comunes, pero irradiaban un resplandor que solo podía ser producto de la magia. Estaba bien provista de ropa invernal y su gorro cubría un cabello negro y lacio.
- Buenas noches, jovencita, ¿ puedo ayudarte?
- Buenas noches, Señor Simón, ¿verdad?, busco la casa de Elias Ainsworth.

Dirigirse al borde oeste del pueblo y seguir el sendero del bosque, tomar la desviación hacia la derecha y seguir un camino abierto hasta encontrarse con una casa grande de ladrillo, y un enorme jardín; la barda, de ladrillo también, es baja y tiene un portezuela que puede ser abierta por las visitas. Junto a la ventana hay un anuncio que indica si está abierto o cerrado. Al tocar la puerta te recibirá una Banshee, un hombre de tez morena y cabello largo, o el mismísimo Ainsworth. No te asustes por su apariencia, está acostumbrado, pero no deja de ser le molesto que se sobresalten al verlo.
La muchacha llevaba una vara gruesa de incienso entre sus manos, era para ahuyentar a los espíritus malignos, eso había dicho su maestro; en su cuello se postraba un amuleto para que las hadas no pudiesen detectarle. Era valiente así que siguió por el bosque. El padre se había ofrecido a acompañarla o a que se quedara en la iglesia. Pero tenia que zanjar aquel asunto rápido, además de que ese hombre no le inspiraba mucha confianza, parecía algo falso.
Ya casi salía al camino abierto cuando un resplandor verde le llamo la atención.  Cerca de un árbol se hallaba dormido un muchacho muy joven y guapo. El resplandor verde salía de su cuerpo y parecía que se atenuaba conforme se acercaba. Cuando estuvo junto a el encendió una pequeña linterna de mano que esta su bolso. No era un hada, ni un espíritu, su piel se sentía bastante real. Optó por despertarlo, pero no parecía reaccionar. La muchacha no sabia que hacer. Le inspiraba confianza pero tenia la idea de que era mejor irse y pedir ayuda, se levanto para darse medie vuelta pero una mano tomo la suya. Cuando volteó unos somnolientos ojos verdes le sorprendieron.  Los cabellos rojos del joven estaban algo alborotados y su piel estaba bastante pálida.
- Siento asustarte, creo que necesitaré tu ayuda, mi nombre el Ernest Ainsworth…
- ¿Ainsworth?, ¿Cómo el mago Elias Ainsworth?
- Sí, él, es mi…- y cayó dormido de nuevo.
- Mucho gusto, Ernest, soy Rachel  Smith. No te preocupes, te ayudare.

- ¿Dónde esta mi hijo, Ojos cenizos? – Elias llevaba puesto su velo, pero el resplandor rojo de sus ojos lo traspasaba. Sus hijos habían visto pocas veces que su padre se enojara o preocupara tanto, el escuchar su tono los perturbó un poco.

- Papá, por favor, déjame a mi,- Chase se había interpuesto entre Elias y su maestro, este ultimo parecía disfrutar bastante de la escena.

- Oh mi pequeño niño, que fuerte te has vuelto.  Es una pena que seas el que más se parece al niño de las espinas. Pero no te preocupes, eso no me molesta, me resulta bastante divertido.- pronunció ojos cenizos mientras se acercaba al joven.

- Maestro. Es un gusto verlo siempre- contestó Chase aproximándose para darle un abrazo. Una vez completada esta tarea ambos volvieron a ver a los otros tres presentes.

- Parece que otros dos de tus hijos vinieron contigo a buscarme, ¿a qué debo este honor, Thorn?

- Mi hijo.- vociferó Elias con la boca abierta. Eliot y Elizabeth lo tomaban cada uno de un brazo para contenerlo. Ellos solo habían saludado con una pequeña inclinación al mago milenario.

- Buscamos a mi hermano Ernest, maestro,  tuvimos un bloqueo con el ritual del abeto y al leer el viento lo sentí con usted.

- Ah, sí, hace rato estuvo conmigo, un niño muy amable. Me dio esto,- dijo mostrando el saquito con flores- pero hace rato que lo deje. Se veía muy cansado, Thorn, no cometas el mismo error de dejarlo ser imprudente como con tu esposa. Sera inmortal, pero es un mal innecesario que su cuerpo se agote por usar su poder mágico en exceso.  Ya deja de rechazarlo, el dolor no lo podrás evitar y el único causante de él serás tú… Esta por el camino del bosque que da a tu casa. Oh, parece que su destino ya lo encontró. Nos vemos…- terminó, y se desvaneció en el viento mientras reía.

- Hasta luego, maestro.- dijo Chase para soltar un suspiro después.- le encanta divertirse

- Nunca lo he entendido.- dijo Elias convirtiéndose en sombra. Elizabeth y Eliot no habían hablado en todo el encuentro así que solo lo siguieron, en cambio, Chase se quedo un segundo más.

- Nadie más que yo parece hacerlo. – dijo antes de ir con su padre.

Podían sentir su presencia mágica cerca, pero un leve cambio de energía estaba rodeándolo. Al aproximarse vieron el resplandor del una fogata. Ernest estaba durmiendo recargado en un gran árbol. Una mantilla lo cubría, y a su lado una joven uno o dos años menor que él se acurrucaba tratando de tomar calor del fuego. Los cuatro aparecieron de las sombras frente a ella. Esto la exaltó, pero al ver que eran humanos supuso que eran magos. Estaba acostumbrándose a las cosas raras.
Dos eran jóvenes pelirrojos y de ojos verdes, como Ernest, eran muy parecidos; el otro, joven también, le había llamado mucho la atención.  Sumamente apuesto de cabello rubio y ojos verdes, parecía un príncipe de cuento de hadas. El último era el más intimidante, rubio también, tenia un semblante serio, era un hombre de mediana edad y  su cara  le recordaba a cura de la iglesia. Todos a excepción de la chica eran bastante altos.
- Te agradezco mucho que hayas ayudado a nuestro Hermano.- dijo la mujer con amabilidad.
- ¿Eres una maga, cierto?- dijo el otro pelirrojo
- Yo diría que apenas una aprendiz, no parece ser mayor que Ernest, ¿Cómo te llamas?- dijo el muchacho encantador dándole la mano para que se levantara.
- Mi nombre es Rachel, Rachel Smith. Soy aprendiz.- contestó la joven algo apenada por tomar la mano de Chase.
- Gracias por cuidar de mi hijo, señorita Smith. – comento por fin el hombre acercándose a Ernest. Su tono era amable y su rostro ahora denotaba ternura.
- ¿Su hijo?, me dijo que se llama Ernest Ainsworth, eso significa que usted es…
- Elias Ainsworth de Hatori. Veo que me conoce.
- Señor, he venido desde Bath porque me han confiado una importante misión. Debo pedirle que sea mi maestro.

Elias los había transportado a todos a la casa, examinado a la niña se había percatado que contaba con potencial, al menos para convertirse en un magi promedio. No sabia si estaba mintiendo, pero tenia curiosidad de saber sobre la misión que mencionaba.
- Señorita Smith…
- Puede llamarme Rachel.
- Rachel, cena con nosotros, parece que tuviste un largo viaje, tenemos muchas habitaciones, puedes quedarte aquí y después aclararemos todo. Podrás hablar con mi padre después de cenar.- Chase le acercó una taza de té a la invitada, esta la tomo con torpeza de sus manos. Se sentía extraña cuando estaba junto a él, como incomoda pero no de una mala manera. Insegura.- Yo soy William Chase Ainsworth, hermano mayor de Ernest, puedes llamarme William o Chase, no hace falta que me hables de usted.
- Yo soy Elizabeth,- dijo la bruja con viveza- el es mi gemelo Eliot- el otro pelirrojo no se molesto en contestar, estaba tirado en el sofá de Silky y sólo saludo con la mano.
- La cena ya está servida.- dijo Ruth mirando detenidamente a Chase y a sus hermanos.- ¿ por qué tienen su pinta de… Dónde están sus…?, ¿ y quién es la chica?
- Oh, tío Ruth, ella es Rachel Smith, ayudo a Ernest en el bosque, viene desde Bath y quiere convertirse en la aprendiz de mi padre.
Ruth cambio su forma, pero esta vez como un enorme perro negro, se colocó frente a Rachel de forma amenazante. La joven parecía sorprendida.
- No se quien seas niña, pero el mago de la espina sólo tiene una aprendiz…
- ¡Tío!, ¡no la asustes! – dijo el mayor de los Ainsworth levantándose
- No sabia que el mago ya tenía una aprendiz, pero yo tengo una misión que cumplir y necesito de su instrucción. Sé que la otra maga no se enojará si compartimos maestro y lo lamento, pero ¿quién eres para tomar decisiones por el gran mago de las espinas?
- Oye niña..
- Tío Ruth, la chica tiene razón, mi padre es el que decide eso.- dijo  tranquilamente Ernest, entrenado a la habitación. – Mi padre ya nos espera en la mesa, a comer todos.- sus tres hermanos mayores se levantaron y Ruth se transformo para irse también, sólo una un poco desubicada Rachel y un nervioso Ernest quedaron en la sala.- Creo que ya me presente, pero no formalmente, soy Ernest Ainsworth, muchas gracias por ayudarme. – dijo tendiéndole la mano.
- Soy Rachel Smith. Un gusto conocerte, no hay de qué.- contestó la chica mientras la estrechaba amablemente.
- Bueno, señorita Smith, permítame escoltarla al comedor.
- Gracias.
Cuando cruzaron el pasillo, Ruth salía del comedor ignorando a la muchacha y saludando  a su sobrino como si nada. Rachel trato de no ofenderse, pero si le disgustó el ser tratada así de pronto. Elias presidía el ahora extendido comedor. A su lado estaba un asiento vacío. Ernest le indico a Rachel un lugar junto a él en la mesa, enfrente de ella estaba Eliot. Silky servía con esmero a todos, pero trataba con algo de recelo a la invitada, una vez servidos todos silbo a Eliot
- Muchas gracias, Silky, si necesitan algo más yo me encargo, dales un beso a los pequeños de nuestra parte.
- ¿El tío Ruth y los niños ya comieron?- pregunto Ernest ante la ausencia
- Los pequeños y el tío Ruth siempre cenan antes porque creen que el barullo molesta a papá. El tío lo considera mucho.- dijo Elizabeth llevándose un pedazo de pan a la boca.
- No puedo decir que me molesten, pero ya como con ellos durante el desayuno y el almuerzo, es un descanso para mis oídos – contestó Elias con tono divertido.
- Para los oídos de todos, papá.- rió Chase.
La cena paso tranquila, con una platica ligera trataron de incluir a los nuevos dentro de la dinámica. Al terminar, Elizabeth y Eliot recogieron la mesa. Thorn y sus otros dos hijos llevaron a Rachel al estudio.
- Bien, señorita Smith, ahora puede contarme todo  sobre usted, su misión y  explicarme por qué quiere convertirse en mi aprendiz.
- Pues bien, nací Bristol, tengo dieciocho años, y mi familia es de humanos normales hasta donde sé. Hace tres años mi padre me dijo que era un mago de bajan categoría y mi madre me llevo a Manchester para alejarme de él, pero se volvió a casar así que decidí regresar con mi padre aunque estuviera loco. El me presentó a este hombre extraño, su jefe, Steven Admed.
- ¿El blando Admed?.- preguntó Chase acercándose a su padre.
- El que recoge a todo humano por mínimo que sea su talento- Rachel asintió.
- Él nos acogió a mi padre y a mí,  nos enseño a ambos aunque yo siempre tuve más potencial. Mi padre sólo se dedicaba a hacer encantamientos sencillos y a cuidar de su casa. El año pasado mi maestro recibió una Carta de la universidad. Cuando regresó tuvimos que trasladarnos a Bath porque el decía que no era seguro seguir en Bristol.  Estuvimos escondidos por un tiempo pero el mes pasado otra carta llegó para mi padre. – en este momento la muchacha empezaba a limpiar las lágrimas que salían de su rostro.- Ernest se sentó junto a ella y puso su mano sobre su hombro, ofreciéndole con la otra un pañuelo- Días después de eso, me dijeron que ambos acudirían a la universidad, y un día antes me mandaron a una dirección a entregar esta carta.- extendió un sobre hacia Elias. – es una carta dirigida a usted. Al entregarla el encargado me la regresó entregándome la mochila que llevo en este momento y otras dos notas. Una era de mi maestro y otra de mi padre.- no pudo contener su dolor soltó a llorar nuevamente. Todos guardaron silencio hasta que la chica se tranquilizó y trató de continuar. – la primera incluía una lista de cosas que venían en la mochila con instrucciones detalladas de qué hacer con ellas. En la carta me explicaba que en la universidad se vio corrompida por hechiceros inmorales que vendían a los magos a cambio de puestos gubernamentales. Qué planeaban una emboscada de la que no estaban seguros si podrían escapar. Me dio una dirección para que fuera a esperarlos, pero cuando llegue había algunos hombres asechando la entrada del edificio. Conseguí alojamiento en un albergue publico cerca de ahí y ronde la zona por cuatro días, pero ni el maestro ni mi padre aparecieron. En la carta también dice que si ellos no aparecían viniera a este lugar a buscarlo y entregarle la carta. En la nota de mi padre viene su despedida y  la orden de hacerme su aprendiz y continuar con el legado del maestro si no  regresaban.- la voz de la chica se fue apagando con tristeza hasta que todo quedo en silencio.
- Como dijo mi hijo, usted puede quedarse como nuestra invitada hasta que resolvamos como actuar en esta situación. Vaya dormir,  esperemos tenerle una respuesta mañana. Ernest, ¿puedes llevarla a la habitación de invitados?
- Por supuesto. Después quiero… me gustaría hablar contigo, padre.
- Es noche, pero está bien. Chase, por favor llama a tus hermanos, tenemos asuntos que discutir todos nosotros.

- ¿Qué es lo que mi maestro le hizo a Ernest, papá?- preguntó el mayor de los Ainsworth una vez que llamó a los gemelos.

- El no estaba tan cansado como ojos cenizos dijo, solo es ingenuo, le presto su poder mágico sin especificar cuanto. Ese anciano lo absorbió todo y de paso bloqueó su producción con un hechizo. Será antiguo y poderoso, pero el cuerpo de Ernest quito el bloqueo al poco tiempo. Tu hermano tiene un gran poder. Después solo se encargó de recuperarlo mientras dormía, le ayude donándole algo del mío cuando regresamos. Sé que quieres a ese viejo, pero no soportaré que le haga algo a mis hijos, sólo trae problemas…

- Sé que no es la mejor persona del mundo, pero trata de comprenderlo. Hasta donde sé su existencia se reduce a jugar y merodear por ahí; no tiene metas ni a que dedicarse. Por lo que me dijo alguna vez, en Cartafilo, en mi madre y en ti había encontrado un buen pasatiempo, pero no quiere hacerles daño, creo.

- ¿Tienes alguna idea de cuanta tensión a creado en nuestras vidas?, antes sólo se limitaba a molestarme, mucho antes de conocer a tu madre. Pero desde que se involucró conmigo no ha parado de causar conflictos. Te dejamos ser su aprendiz porque contigo parece moderarse y no queríamos someternos a su rencor. Es muy antiguo y demasiado voluble…

- Bueno, papá yo…- Los gemelos entraron con una bandeja  y Chase prefirió dejarlo por la paz.

- ¿La chica está arriba?- preguntó Eliot cediendo el paso a su hermana.

- Ernest la llevo a la recamara para invitados. Cierren la puerta por favor.- el artesano obedeció y se sentó junto a su hermana en un taburete. Luego esperaron a que el mago siguiera hablando.

- Es claro que ojos cenizos quería que Ernest  se encontrara con la señorita Smith. Es viejo debió prever que la chica aparecería o que forma parte del destino de su hermano y nuestra familia. Sin embargo, esto es lo que me preocupa más, no me agrada que ese anciano interfiera en nuestras vidas, ustedes saben todo lo que pasó con su madre y la razón de que resguardemos a Cartafilo. Es peligroso entrar en su juego, además, hay algo que Rachel nos está ocultando. Pude notar como desviaba la mirada en cierta parte de su historia, algo que tiene que ver con su salida de Bristol. También no puedo olvidar lo que dijo sobre la universidad.

- ¿ Qué es lo que sucede ahora con la universidad?- pregunto Elizabeth con preocupación.

- Por lo que Rachel nos contó, su maestro Steven Admed y su padre, un mago de baja categoría que era su aprendiz; fueron emboscados por orden de la autoridad universitaria.

- Con que ya lo hacen descaradamente ¿eh?, hasta hace poco sólo era un secreto a voces entre los hechiceros. No entiendo del todo qué está pasando, pero están tramando algo grande. Intuyo que el primer ministro está metido en esto, ¿cierto?

- Estas en lo correcto hija, creo que es hora de explicar muchas cosas. Chase ha estado ayudando a los Renfred desde hace años, así que supongo que está al tanto, pero ustedes, sus hermanas y Ernest deben enterarse. Su madre y yo acordamos mantener el perfil bajo por su seguridad, pero si esto sigue así es posible que corramos peligro. Sin embargo, necesito que Angélica , Althea y los demás estén presentes. Esto es inesperado, el regreso de Ernest, la aparición de Ojos cenizos y Rachel Smith. Como saben, no soy afecto a intervenir en asuntos de otros magos, pero creo que nos veremos obligados a zanjar este asunto antes de que nos arrastre. Por lo que veo, esos vagos sólo se han llevado magos de baja categoría, nosotros estamos bien por el momento. Aunque me inquieta el no saber que están haciendo con ellos...

- Hay algo que no entiendo, papá,-comentó Eliot por primera vez. El siempre había sido el más dócil de los niños Ainsworth, pero ahora parecía enojado.- dejando a un lado el asunto de la universidad,  ¿Por qué dices que la llegada de Ernest es inesperada, acaso tú no lo habías llamado para que viniera?, además, no nos has dicho por qué se transportó sin decir nada. Oh, y casi lo olvido, el asunto del báculo.

- Eliot tiene razón, papá, te has estado portando de forma distante con Ernest, por cierto ¿no está tardando mucho?- dijo Elizabeth con un tono muy serio. Elias tenia la boca abierta, no sabía que contestarles así que se miró a Chase en busca de ayuda, su hijo mayor entendió y asintió.

- El abuelo  le dijo a Ernest que papá lo había llamado para que regresara por  el cumpleaños de mamá, nuestro padre no tenia pensado hacer que nuestro hermano regresara pronto, la razón es mejor que se las explique él.

- Chase no creo que pueda hacerlo.- dijo Elias levantándose para salir, su hijo mayor le cerro el paso poniendo su mano sobre el hombro del mago.

- Vamos papá, pudiste decírmela a mí, no te pido que se lo digas a Ernest, pero si mis demás hermanos lo saben es más fácil que podamos ayudarles. Todos oímos lo que mi maestro te dijo, no puedes seguir rechazándolo, si esto continúa sólo  lastimas más a tu querido petirrojo y a ti mismo.

Eliot y Elizabeth no entendían  lo que sucedía, pero al escuchar las palabras de su hermano mayor decidieron intervenir. Ambos, uno a cada lado de su padre, lo estrecharon fuertemente, alentando a Chase a que los acompañara. Elias, contrario a lo que se pensaría, gustaba demostrar  su cariño a través del contacto físico, aún más con Chise; por lo que un abrazo de sus pequeños lo desarmó totalmente.
- Somos jóvenes, pero ya somos adultos y puedes contar con nosotros, papá.- dijeron los mellizos al mismo tiempo. El mayor de los Ainsworth se les unió reposando su cabeza sobre el pecho de su padre.
- Papá, amamos a Ernest y te amamos a ti, por favor, no nos quites la dicha de estar todos juntos.
- Creo… creo que es hora de contarles lo que ocurrió la noche que nació Ernest y el día  en que su madre tuvo el “accidente”.


- Es un lugar muy acogedor.- dijo Rachel Smith sentándose en la cama.
- El mago de la espina es famoso por la calidez de su hogar.
- Es extraño, tu padre parece un hombre muy serio.
- Lo es, con el resto del mundo.
- Oh, es verdad,  parece que quiere mucho a su familia, me impresiono la ternura con la que te vio  cuando te encontró a mi lado.
- ¿Ternura?
- Si, debe estar orgulloso de ti, parece que te quiere mucho.
- Bueno, supongo, a todos sus hijos los ama mucho. Si vieras su cara cuando ve a mi madre, puedes encontrar la definición de la palabra amor con apreciar el brillo de sus ojos.
- Vaya…
- ¿Eh?, lo siento, eso debió sonar muy cursi.
- Es lindo, no te preocupes. Por cierto, ¿tu madre esta en cas…- la chica arrastro hasta este punto su oración antes de caer hacia un lado de la cama. Ernest la alcanzo rápidamente para asistiría y se quedo junto a ella.
- ¿Estás bien?
- Lo siento, tiene días que no descanso correctamente…
- Entonces te dejaré para que te cambies y descanses.- Ernest se levantó de la cama dirigiéndose a la puerta hasta que sintió la mano de la chica tomar la suya. Al dar media vuelta para verla esta tenía lágrimas brotando pesadamente de sus ojos.
- Creo que me dirijo a ti con mucha confianza y no quiero abusar de su amabilidad, perdona si te molesto. Han pasado muchas cosas estos últimos días, aún siento a esas cosas persiguiéndome. Apenas hace unas horas que nos conocemos pero siento en ti un amigo, ¿podrías, por favor quedarte conmigo hasta que me duerma?, si no es mucho pedir…
- Si mi padre te toma como su aprendiz nos estaremos viendo seguido así que es bueno que me consideres un amigo desde ahora. No tienes de que avergonzarte, apenas llevas unos años conociendo este mundo, es normal que te asustes a veces, tampoco han sido buenos días para ti últimamente. No te preocupes, tú te quedaste conmigo, creo que seria bueno devolverte el favor.- Ernest se sentía nervioso estando cerca de la muchacha, estaba ligeramente sonrojado pues ésta no soltaba su mano. Ayudó a recostarla nuevamente, la tapó con las mantas y se sentó a su lado. Al darse cuenta de el miedo era lo que no le permitía dormir, el joven mago optó por cantarle una de las nanas de su madre le había enseñado, la joven cayó rendida unos minutos después. El Slay Vega salió de la habitación  para recargarse en la puerta después de cerrarla. Respiro profundo por otro par de minutos, la confusión que lo embarga era absurda, a penas unos momentos de convivencia con la chica le habían afectado. Una vez sosegado, recordó que tenia que hablar con su padre, sabia que desde ese día no era lo mismo, pero quería esforzarse para reparar su error. Si era verdad que le amaba tanto podrían superar esa brecha que les separa.

- Entonces haremos eso, si hay algo más esperaremos a sus hermanas para  discutirlo. – la voz Elias se escucho ligeramente a través de la puerta . Ernest tomó el la manita de la puerta y entró  lentamente.

- Ahora que Ernest está aquí ya podemos regresar a la normalidad. Te tardaste hermanito. – dijo Chase y todos cambiaron a su forma habitual, los hijos del mago hicieron aparecer sus cuernos representativos. Los gemelos además quitaron el color verde de sus ojos y Chase el de su cabello. Elias por su parte se quito el rostro de Simón y volvió a su forma.

- Lo siento, Rachel me pidió que me quedara junto a ella un rato, aun parece algo alterada, ¿por qué hasta ahora, padre?- preguntó Ernest

- No sabemos mucho de esa niña, por el momento debemos ser precavidos, si siente una variación en la magia podría sospechar cosas, si es que ha llegado a ese nivel. Sólo es por si acaso, aún es pronto para confiar en ella.

- Es extraño hablar entre nosotros con esa apariencia.- terminó Eliot recargándose ojeando un libro sin interés.

- Ernest que bueno que llegas…- Elizabeth empezó a hablar pero el más joven de los Ainsworth la interrumpió y se dirigió a su padre.

- Quería hablar contigo a solas pero si no me queda otra opción creo que deberé hacerlo frente a mis hermanos, lo siento chicos.- luego de esto Ernest cayó de rodillas frente a su padre para hacer una reverencia de disculpa.  Todos se le observaban inmóviles.

- ¡Papá, lo siento!, estaba asustado porque no despertabas, mamá me pidió así, de rodillas como estoy ahora, que transfiriera tu aflicción a su cuerpo. Confiaba en que podrías tú podrías disolver el hechizo. No tenia otra opción,- las lágrimas lo invadieron con desesperación.-  Mamá dijo que te tomaría unos días, no sabía que ella podía mentir. Por favor, no quiero causar problemas pero estar aquí me hace inmensamente feliz, si me lo permites trabajaré duro para resolverlo, lo he estado investigando desde hace tiempo. Por favor, ya no me alejes de tu lado. Mamá no está sólo te tengo a ti y… te extraño.

Elias estaba sentado con la boca abierta, sus ojos no denotaban su brillo rojo otra vez. Sus otros hijos no sabían a quién mirar, en la habitación sólo se escuchaba los el llanto entre cortado del muchacho. El mago de la espina se levantó y se arrodillo frente a su hijo, cuando este se percató levantó la cabeza y apenas lo hizo su padre lo atrajo furiosamente hacia sí para abrazarlo.
- Ernest, sé que me tardado en entenderlo, es más, creo que en realidad tus hermanos me hicieron comprenderlo. Tu no tienes la culpa, no es algo con lo que debas cargar. Yo te aleje injustamente de nosotros, hijo, ¿podrás perdonar a este viejo mago insensato?
- Yo…- Los demás Ainsworth también se arrodillaron para unirse al abrazo, Ernest pudo sentir la calidez que lo rodeaba, a pesar de ser muy querido por su abuelo y su tío, nunca pudo compararse con esa presencia, era como si parte de su alma se hubiera quedado en Inglaterra cuando se fue.
- Papá nos contó todo, Ernest. Ninguno de los dos debe guardar secretos ya, siempre estaremos aquí para ustedes. – dijo Chase apretando más a su hermano menor.
- No… no hay nada que deba perdonar, papá.- termino éste rindiéndose por fin al cariño de sus familiares. Los minutos pasaron, ninguno supo cuantos, sólo presintieron que el corazón de Elias y el de su hijo menor estaban más aliviados.
- Te dije que saliéramos antes- susurró Elbereth. Jane, la más pequeña de las niñas Ainsworth asintió con algo de vergüenza.
- Lo siento.
Todos lo que estaban abrazados en el suelo dirigieron su mirada a la puerta del estudio. Las últimas en llegar eran el otro par de gemelas de Elias y Chise.  Estaban asomadas en la puerta entreabierta esperando el momento indicado para anunciarse, pues no querían interrumpir, aunque ya era demasiado tarde. Todos se levantaron algo de dificultad, el primero en acercarse fue Chase quién las recibió con un abrazo y una despeinada. Los otros demoraron  un poco así que las jóvenes se tardaron en darse cuenta de la presencia de su hermano menor.
- ¡Elby, es Ernest!- exclamó la menor de las pelirrojas saliendo dispara hacia su hermano.  La otra tardo un poco en salir de su sorpresa, pero siguió a su hermana tan pronto como lo consiguió,  derribando a los pequeños tras unirse a la bienvenida. Su padre y Eliot los ayudaban a levantarse cuando Silky abrió la puerta con gran estruendo para aproximarse a ellos furiosamente. Ya se había hecho costumbre que la Banshee embistiera a  Chise para abrazarla al igual que a los hijos de ésta. Con algo menos de violencia, los pequeños cachorros y Ruth entraron para saludar. El joven Slay Vega no recordaba la última vez que recibía abrazos en un día. Elias por su parte saludó a sus hijas y se alejó un poco para observar la escena, era feliz, todos sus hijos, Ruth, Silky y sus pequeños estaban reunidos. Aunque eso sólo le hizo recordar que aún le faltaba Chise para que su familia estuviese completa.

Los hijos del Mago AntiguoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora