"había una vez un prisionero, que se anamoraba de una dulce princesa, el la amaba, tanto que se escapó de la cárcel, y mejoró su vida, trabajo arduamente día tras día hasta conseguir una gran fortuna, el nunca habló con la princesa, pero fue su inspiración y su motivo a seguir adelante y superarse,
Su "sheccid".
Mi lectura es interrumpida por el sonido de la campana, en pocos segundos el salón estaba repleto de compañeros, nadie me toma en cuenta, comienzo a escuchar risas y murmullos de varios "grupitos", no le tomo importancia, hasta que llega el profesor, apurado por haber llegado minutos después de comenzar la clase,
-muy bien chicos, habrán su libro porfavor en la página "83"-.
La clase transcurre sin importancia, no logro poner atención,
-compañero de hasta atrás continúa con la lectura-,
-lo siento no sé dónde comenzar a leer-,
-usted y yo tendremos una charla más tarde-.
Las gotas se hacen cada vez más grandes, y grotescas, el sonido de las gotas cayendo son tranquilizantes y placenteras, miro hacia la ventana, las nubes grises se hacercan con rapidez,
-muchachito sal de mi salón ahora!-.
-lo siento no volverá a pasar-.
-es la última vez que acepto ese comportamiento!-.
La clase termina, pero los problemas apenas comienzan, tres chicos se hacercan a mí, pero ninguno dice nada, hasta que se integra una cuarta persona.
-que pasó? Te dejó? Se fue con otro a otra prepa? Seguro también se cambio de casa! Hasta de estado!, Pobre imbécil te dejo tu "cheqsid"-.
Mis manos sudan, y lágrimas de rabia caen en mi escritorio.
-es "sheccid" y no tienes en derecho de siquiera pensar en ella! Hijo de perra!-.
Me levanto de mi lugar violentamente, mientras él se burla en mi cara.
-Que? Piensas golpearme? Vamos! Inténtalo! No tienes el coraje de hacerlo,eres un pobre pendejo-.
Cierro mi puño, y lo dirijo con fuerza hacia su cara, no me detengo hasta dejarlo en en suelo, lloro de rabia pero no dejo de golpearlo,
Mis manos manchadas de sangre me hicieron darme cuenta que debía detenerme, todos me miran con horror, sus amigos que lo acompañaban ya no están, me levanto lentamente, todos me habrén paso hasta mi lugar, tomo mis cosas y salgo del salón despavorido.