❁Capítulo 5❁

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TaeHyung mordía sus uñas rápidamente, tenía nervios de ver a JungKook nuevamente. Por alguna razón había esperado demasiado el encuentro con el chico, nuevamente, aunque NamJoon le había dicho que guardara su distancia con él fue inevitable para Tae pedir el número del pelinegro.

Aunque no le había enviado ningún mensaje, guardó su contacto tiernamente con un: 🐰JungKookiee🐰. Cuando Nam vió el nombre que le había agendado, rio tierno, sabía que TaeHyung intentaba ser amable.

—¡Jimin Hyung!—gritó Tae alegre al ver a su amigo rubio por el pasillo—. ¡Jimin-ssi!

El rubio se giró alegremente, TaeHyung no estaba con el molesto de NamJoon así que se acercó feliz donde su amigo. Al llegar a su lado lo abrazo tiernamente, luego se alejó para acomodarle el cabello rubio con cuidado, pero ante los ojos de JungKook parecía una escena bastante íntima así que giró sobre sus talones olvidando que NamJoon le había dicho que buscara a Tae hasta que él llegara.

Camino a su casillero –alegremente para él estaban en un punto ciego de todos– de encontró con el chico que habia visto cantar alegremente mientras se daba una ducha luego de deporte, él le sonrió y JungKook hizo un asentimiento leve.

Apretó los labios mirando un papel sobre su casillero: raro. Él no era raro, quitó en silencio el papel para dejarlo dentro de su casillero como si nada pasara, pero algo le dolía.

¿Por qué lo excluyen?

—Te noto muy tranquilo luego de recibir ese feo papel, es raro en ti JungKook.

Sus mejillas se sintieron calientes, sostuvo una de sus características sonrisas mientras dejaba todo dentro.

—Hyung, debemos dejar que el resto hable.

TaeHyung entendió lo vulnerable que era el pequeño ante todos, su actitud pasiva frente a él lo dejo claro.

—¿Te gustan las monedas de chocolate, Hyung?

Tae lo miró atento, viendo como Kook buscaba algo dentro de su casillero.

—La verdad no son mis favoritas, pero la aceptaré.

—Tranquilo, si quieres puedo... guardarla.

—La quiero, me gustaría comer una gusto ahora—dió pasos más cerca de JungKook reposando su espalda en el casillero junto al de Jeon.

El menor sonrió dejando una moneda en la palma de su mano, Tae levantó su mano acercando sus dedos hasta la blanca palma del menor y con mucho cuidado la tomó, le sonrió susurrando un gracias.

Quitó el envoltorio rápidamente, quería que JungKook notara lo emocionado que se sentía por el regalo.

TaeHyung quería ver feliz a JungKook.

TaeHyung quería seguir viendo la sonrisa de JungKook.

—Muchas gracias.

Sus mejillas se llenaron del sabor dulce y el gusto cálido que producía. Por la mente de JungKook pasó el recuerdo de HeeSook comiendo una moneda de chocolate en el parque tras la casa de JungKook, ella le sonrió amablemente luego de preguntarle por su hermano mayor.

Ella no lo sabía, así que mintió diciendo que estaba en un viaje largo, tanto que no sabía si volvería.

—¿Él traerá regalos JungKookie?—había preguntado Hee.

Jeon sólo recibiría un regalo si pudiera estar lejos de su papá, lo más lejos posible.

Tae vió como su acompañante se perdía en un punto, pudo ver como se cristalizaban sus ojos para luego sonreír hacía él.

—NamJoon Hyung debe estar buscándonos.

—Nam se fué, dijo que fueras conmigo a su casa sólo si quieres.

JungKook asintió cerrando su casillero para seguir a Tae que tiraba al basurero el envoltorio de la moneda.

NamJoon apretó sus puños antes de dar otro golpe sobre el rostro –ya con manchas de sangre– del padre de JungKook.

—Te dije que dejaras a JungKook en paz, maldito hijo de puta.

No recibió ningún gemido de dolor, en cambio recibió una risa llena de odio, hizo sentir a NamJoon tan enojado que volvió a golpearlo.

—Espero que cuando estés frente a un espejo, comiendo, respirando y hablando te acuerdes de quien te hace sentir el dolor—tomó fuerte el cuello de la camisa para levantar su puño.

—Nunca vas a proteger a JungKook, él está maldito porque tiene mi ADN—los nudillos de Nam quedaron frente a la boca del señor Jeon.

Pudo ver como gritó, tocando su boca y escupiendo dos dientes. El moreno sonrió, necesitaba ver el dolor en la cara de ese hombre tan despreciable, necesitaba ver como pagaba.

—Deberías saber que el dolor...—le dió una patada en las costillas—. El dolor de JungKook no es ni la cuarta parte de lo que sientes ahora.

Sin más dejo esa casa, miró sus manos mientras caminaba por la calle. La sangre era poca pero si JungKook ya estaba en casa con Tae no tendría escapatoria, bajó las mangas de la parte superior de su uniforme tapando algunas manchas y las otras las ocultó en sus bolsillos.

Su madre le había que evitara el contacto con el padre de su amigo ya que podía llegar a ser un hombre peligroso pero, necesitaba tener esa certeza de que el hombre estaría lejos por unos días.

Al llegar a su casa vió la televisión en un canam donde comenzaba Pokémon, Tae estaba en el sillón con sus largas piernas por la superficie plana mientras que JungKook estaba apoyado en el sillón pero sentado en el suelo, mirando Pokémon.

Subió sin hacer ruido, necesitaba quedarse allí hasta dejar de sentir ese impulso, había quedado con las ganas de matarlo si eso era posible. Pero sabía que al ser padre de su amigo le daba el derecho de quedarse al margen respecto a la vida del hombre, pero darle una paliza lo tranquilizaba, tan sólo un poco.

Muy poco.

Pero el pelinegro estaba bien, estaba fuera de ese asqueroso humano por unos días, estaba fuera del peligro y de lo único que estaba cerca era de Tae, que ante los oscuros ojos de NamJoon, podía ver esa conexión tímida como si de algo malo se tratara.

Pero si NamJoon se había dado cuenta de esa conexión entre ambos para mantener un lazo más cercano, ¿Por qué ellos no? ¿Qué tan difícil era de ver esos ojos brillantes sobre los otros?

monedas de chocolate |  taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora