Capítulo 2 Creciendo

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En una humilde casa apartada de las demás. Vivía una anciana llamada Estela, todos decían que estaba loca por aún creer en los ángeles. La pobre se había quedado sola, inclusive sus hijos la abandonaron.

Una noche lluviosa, Estela, estaba recostada en su cama, cuando unos golpes en su puerta llamaron la atención. Al abrirla, sus pequeños ojos no podían creer lo que estaban viendo. Su corazón comenzó a latir al ver una canasta hecha de cristal. Pero aún más le impresionó lo que había adentro de ella. Una dulce bebé con pequeñas alitas de angel. Junto con ella había una tarjeta que decía;

" Perdón por dudar de ti querida madre. Para cuando leas esto ya no estaré contigo. Te dejo a mi preciada hija, su nombre es Luna, tal y como mi abuela! Confío en que como su abuela, la proteja de las burlas. E insisto... Por favor, perdóname!

Con amor, Rubí."

Con despecho en su corazón por la muerte de su hija, pero con ganas de vivir, tomó a la niña en sus brazos y comenzó a arrullar la mientras le tarareaba una canción de cuna proveniente de sus ancestros, los ángeles. En eso un pequeño destello azul sale de su pequeño pecho. La anciana, que ya conocía la ambición del ser humano; decidió esconderla entre sus brazos y llevarla a una recámara que le solía pertenecer a su hija, la madre de Luna.

La anciana decide dedicarle toda su energía a criar y velar por la pobre niña. Con el tiempo creció y se puso más fuerte, junto con ella crecieron sus alitas. Y tuvo que aprender a ocultar las en la escuela por miedo a que la rechazarán o que le hicieran daño. Y así fue, durante años... Restringida, si socializar y ocultando su gran deseo de libertad.

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