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" ... la felicidad y el dolor son tan efímeros que a veces necesito sentirlos para recordar que no estoy muerto."

2:55 de la madrugada.

Los temblores recorriendo su espina dorsal y el frío calando sus huesos, con las manos pegadas al suelo y las rodillas clavadas en el mojado piso de concreto. Todas su fuerzas se encontraban contenidas en su escuálido cuerpo tratando de mantenerse consciente y no desplomarse frente a las gradas de un gimnasio desconocido.

Tosió por cuarta vez escupiendo gotas de agua con cloro, aún sintiendo la opresión por el agua estancarse en su interior. Las nauseas navegaban por su esófago como las mareas de una tormenta y su vista doble solo le advertía que en cualquier momento perdería la consciencia. Apretó sus manos tragándose cualquier cosa que irrumpía por salir y juntando sus fuerzas se impulso con fuerza para quedar de pie sintiendo de inmediato el mareo y el dolor punzante en su cerebro.

Con el uniforme mojado y sus útiles desparramados por la puerta de entrada de la alberca olímpica, sumando el peor sentimiento que alguna vez sintió más el peor humor que se había concentrado en su vida, Ayla se encontraba frente al responsable de su nefasto estado, fulminando con la mirada su delgada espalda y la mente llena de maldiciones hacia su persona. Y es que se sentía impotente, desconcertada y furiosa al respecto, ¿Y es qué cómo tratas con alguien que estaba a punto de suicidarse?

El desconocido se encontraba acostado al filo de la piscina con los ojos cerrados, su pecho inflándose cada vez que respiraba y los sentidos al cien. Haberlo sacado de la piscina había sido un lío, uno completamente desagradable que deseaba no repetir en su vida, y si tenia el poder de volver al pasado, lo borraría de su vida en todo momento posible.

Sus uñas enterándose en sus palmas y con los nervios al límite, Ayla esperaba que el desconocido —no tan desconocido, porque vaya que conocía de memoria ese rostro— se dignará a soltar una explicación sobre tal acto tan estúpido de su parte aunque al parecer aquel chico ni siquiera se encontraba con pizca alguna de remordimiento o algo parecido, como si su acción fuera algo leve. Al ver que el desconocido no le dirigía la más mínima atención decidió irse, pero antes de hacer su acción la voz suave y algo rasposa le congeló cualquier pensamiento.

     — Pedí que me salvará un ángel, pero ahora creo que tú eres mejor opción — comentó el peli-plata con jocosidad en su lenta forma de hablar y una diminuta sonrisa ladina acompañada de ese brillo de burla en sus grisáceos ojos. En resumen, todo lo que Ayla nunca quiso toparse en la vida.

Esto sera un camino bastante largo.

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Por lo que se puede observar es uno de mis capítulos más cortos, 446 palabras, estaba planeando hacerlo más largo pero por el momento lo haré con un formato corto, luego lo editare y arreglare la narración.

Se aceptan críticas constructivas y correcciones.

Colocaré temas sensibles por lo que pido discreción.

Eso es todo.

Me despido...

||Lost_and_FxxkDrEaMeR||

Querido Chico Perdido... «Corbyn Besson»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora