Crisis

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Weyard seguía creciendo, y la vida en él se iba diversificando. Las cálidas montañas y los volcanes pronto se cubrieron de una densa capa de nieve en sus cimas, y también fueron las anfitrionas de frondosos bosques en sus faldas. Entonces los ríos comenzaron a manar de sus cimas y comenzaron a alimentar otros ecosistemas.


Los ríos pronto inundaron los valles y se formaron hermosas llanuras y planicies. Los mares y los lagos cubrieron todas las depresiones restantes y se conectaron con los ríos formando hermosos paisajes como los manglares, marismas y arrecifes.

Finalmente, en los polos, en los extremos de Weyard, y donde apenas se sentía la abrasadora influencia de Sonne, se formaron los casquetes, lugares donde predominaban especialmente el frío y la penumbra.

Todo en Weyard se iba interconectando conforme los poderes de Mond y Sonne convivían con armonía. Todo su esplendor se conjugaba en un maravilloso espectro verde y azul.

Cuando el Sol y la Luna estuvieron completamente formados, los vientos comenzaron a soplar en Weyard y se formaron las mareas. También nacieron el día y la noche, cada fase un tributo a las últimas creaciones de Sonne y Mond en el sistema. El día permitía contemplar la magnífica obra realizada en Weyard en todo su esplendor, y la noche permitía explorar una parte de la creación de los hermanos en este Universo. Todo se complementaba en un hermoso equilibrio y belleza nunca antes contemplado por los dioses.

De pronto, empezaron a aparecer formas de vida en Weyard. Aves, mamíferos, peces, reptiles, insectos, y otras especies empezaron a poblar los paisajes. Los dioses estaban estupefactos, no sabían cómo se había logrado semejante perfección y eran conscientes de que nunca lo podrían volver a realizar.

Ambos comenzaron a atesorar Weyard, y decidieron establecer su morada en ella. Mientras la recorrían para explorar cada confín del mundo recién creado fueron deseándolo para ellos más y más. Los dioses, que desde su nacimiento habían trabajado juntos y no conocían el egoísmo, comenzaron a experimentarlo.

Cada ciclo que pasaba entre día y noche hacía que se enamoraran más de aquel peculiar mundo. ¿Cómo algo que tuvo su origen en algo tan insignificante podía ser tan maravilloso? Al cabo de un tiempo y después de recorrer todo el planeta, los hermanos se maravillaron con una nueva experiencia, descubrieron las estaciones. Se preguntaban si en otros mundos y sistemas pasaba lo mismo, y decidieron salir a investigar. Pronto descubrieron que si ocurría, pero en ningún otro planeta o sistema había tanto color, belleza, armonía, y especialmente vida, como la que existía en Weyard.

Entonces, ambos dioses, decidieron erigir cada uno un hogar en Weyard. Sonne decidió habitar en las zonas calurosas rodeado de bosques, montañas y volcanes; ahí se sentía más a gusto que en cualquier otro sitio. Mond se fue a vivir en los polos, donde reinaba el frío, y la noche se prolongaba incluso durante meses. Ambos vivieron en armonía durante algún tiempo, con sus secretas ambiciones.

Nadie sabe cómo, ni cuándo, ni quién inició el conflicto, la humanidad no había nacido en ese entonces, y los hermanos nunca llevaron un registro escrito de las cosas que crearon, y de las acciones que emprendieron, pero la hecatombe que se produjo por su causa, repercutió en Weyard de maneras no imaginadas, ni siquiera por ellos.

Sonne y Mond iniciaron una guerra que amenazó con destruir a Weyard llevados por su egoísmo. El deseo de tener Weyard para sí mismos aumentó cada día, hasta que en uno de sus tantos encuentros casuales, uno de ellos manifestó sus intenciones y el otro respondió con una severa negativa. Al principio trataron de recurrir a las persuasiones y a la negociación, luego trataron de recurrir al engaño, pero ninguno de los dioses cedía, y cada nuevo fracaso llenaba sus corazones de ira.

Entonces, guiados por este nuevo sentimiento, comenzaron a crear armas y armaduras, pues el instinto les decía que ninguno de los dos podría verse favorecido en sus intereses de manera pacífica.

Weyard, que era empático al equilibrio y armonía de los poderes de ambas deidades comenzó a corromperse entonces, y la vida y los paisajes comenzaron a cambiar paulatinamente. Surgieron nuevas especies animales, y lo que antes era armonioso y pacífico, se convirtió en una suerte de cazadores y presas.

Sin embargo Sonne y Mond, cegados por su ira y egoísmo, no se dieron cuenta, aunque lo peor no había iniciado.

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⏰ Last updated: Apr 14, 2018 ⏰

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