Un día, el campo de prácticas del palacio estaba lleno de actividad. Príncipes y caballeros de reinos vecinos habían llegado para participar en una serie de torneos amistosos. Jimin, siempre dedicado a mejorar sus habilidades, se encontraba en medio de una intensa práctica con otros jóvenes príncipes.
Entre las conversaciones y las risas, algunos de los príncipes visitantes comenzaron a murmurar sobre los rumores que habían escuchado. Uno de ellos, con un tono burlón, comentó:
"He oído que mis tíos están planeando tu boda con Aurora para el próximo mes. Dicen que es tan hermosa que ni siquiera podrás controlarla en la noche de bodas. ¿Cómo te las arreglarás con una mujer como ella cuando ni siquiera has tocado a una?"
Jimin sintió cómo la sangre le hervía al escuchar esas palabras. Los príncipes comenzaron a reírse, disfrutando de la reacción que estaban provocando. Otro príncipe, con una sonrisa despectiva, añadió:
"Es curioso cómo aún ni siquiera se han dado un beso. ¿Qué pasa, Jimin? ¿Acaso eres tan débil que Aurora no se siente atraída por ti? A lo mejor prefiere a un hombre de verdad."
El comentario fue la gota que colmó el vaso. El rostro de Jimin se enrojeció de ira, sus manos apretando el pomo de su espada con tanta fuerza que los nudillos se le pusieron blancos. Sin pensarlo dos veces, se giró hacia el príncipe que había hecho el comentario más ofensivo y, con voz grave, espetó:
"¿Tienes algo más que decir? Porque estoy listo para callarte la boca."
El príncipe soltó una carcajada y dio un paso hacia adelante, desafiando a Jimin. "¿Vas a enseñarme cómo, Jimin? ¿O prefieres que Aurora lo haga en tu lugar?"
Jimin no pudo contenerse más y, con un grito de furia, se lanzó hacia el príncipe. El choque de espadas y la pelea que siguió crearon un alboroto en el campo de prácticas. Los demás príncipes y caballeros trataron de intervenir, pero la escena se tornó caótica y tumultuosa.
Aurora, que había estado paseando por los jardines con un cesto de flores, se acercó al campo de prácticas en el momento en que la pelea alcanzaba su punto máximo. Al ver el tumulto, se detuvo en seco, sus ojos se llenaron de tristeza al ver a Jimin envuelto en una pelea tan violenta.
"¡Jimin, basta!" gritó Aurora, su voz llena de desesperación. "¿Qué es todo este desorden?, si van a pelear que sea fuera del palacio"
Jimin, al escucharla, se detuvo por un segundo, respirando con dificultad. El príncipe al que había atacado, aprovechando el momento de distracción, le lanzó un golpe que lo hizo tambalearse.
El príncipe que había iniciado la burla soltó una risa amarga. "Solo estábamos divirtiéndonos un poco, princesa. Pero parece que a tu prometido le falta sentido del humor... y algo más."
Aurora, con los ojos encendidos por la rabia, le dirigió una mirada helada. "Si ese es tu tipo de diversión, entonces no eres más que un cobarde. ¿Te burlas de lo que no puedes entender o alcanzar?"
Jimin, aún lleno de rabia, se acercó a Aurora, sus ojos encontrándose con los de ella. "No podía soportar que hablaran de ti así," murmuró, su voz temblando con la furia reprimida. Aurora se alejó un poco y alejo la vista sujetando el cesto de flores fuerte mente y mirando a los príncipes de reojo que emitían una ira.
Jimin, con el rostro enrojecido por la furia y la preocupación, finalmente se marchó cuando la seguridad del palacio intervino. Al ver a Aurora, sintió una oleada de culpa y vergüenza. Sus ojos se encontraron, y en ese momento, el peso de sus acciones cayó sobre él. Aurora, con lágrimas en los ojos, se marchó del lado contrario, tratando de contener su dolor y su decepción.
