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Desperté cansado, sin ganas de trabajar, ni de vivir.
Zen dijo que me veía bien, pero yo así no lo sentía. Solté mis sábanas y preparé todo para irme, odiaba estos lentes tan grandes y gruesos, odiaba mi ropa, odiaba todo, menos mi música, eso era lo más relajante que puede existir.
Al salir de casa sentía que alguien me observaba, nuevamente. Volteé al rededor y nadie estaba ahí. Al voltear hacia aquella casa encontré aquella mirada que me inquietaba.

Ella se escondió rápidamente, pero ya la había visto, es una tonta e inmadura.

Gasoline •N.H•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora