Sensuales conflictos 10

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Cap. 10 Remembranzas


Rosalie no sólo le había contado su historia humana y la forma en la cual nació a nuestra vida.
También le comento sobre nuestros días en Denali.
No estaba preparado para algo como eso. Al parecer mi hermana se había abierto mucho más de la cuenta.

—¿Ah, sí?—. Contesté incomodo.

—Mencionó algo sobre un grupo de vampiresas... y tú —.

Definitivamente no estaba preparado para algo como eso y recordé aquel tiempo en Alaska.

Era uno de los primeros días de invierno.
Pronto el sol permanecería oculto por casi seis meses y vivir cerca de un Parque Nacional que mide aproximadamente 24.585 mk2 era ideal para mi familia, sobre todo con la abundante y diversa vida silvestre que existía en la zona.

Solo se necesitaba una pequeña caminata para encontrarse cara a cara con Osos Grizzly, Caribus, Alces, Lobos, Zorros, Cabras silvestres, etc.
Claro que la mayoría permanecía hibernado pero ese no era un problema, sobre todo para Emmett que disfrutaría de su pasatiempo favorito: Despertarlos.
Y no podía dejar de sentir cierta lastima por los pobres animales.

Eleazar y su compañera Carmen, Tanya, Irina y Kate vivían en la gran casa que todos habíamos construido en medio de las blancas colinas nevadas.
Era amplia, protegida por grandes y gruesas paredes, tan blanca como la misma nieve que la rodeaba.

Tanya era sin duda una vampira muy hermosa, apetecida y deseada por los hombres que quedaban fascinados por su apariencia.
Y ella se regocijaba de las licenciosas palabras que ellos le dedicaban.
Irina y Kate en esos años, compartían también su secreto gusto por los placeres humanos.
A sus ojos eran suaves, cálidos, hermosos con todas sus imperfecciones.
No comprendía su fijación por ellos, que ciego había estado.

Aquella tarde me encontraba solo, todos habían decidido salir de casa mientras que yo trataba de sacarme una tonada de la cabeza y anotaba las partituras que se agolpaban en mi mente.

Le escuche un par de segundos antes de que entrara por la puerta.
No tenía ganas de enfrentar sus tontos intentos de conquistarme.
Desde la primera vez que nos encontramos, pensó que tal vez yo podría ser un compañero para ella.
Pero Tanya era familia para mi. Nunca podría verla de otra manera, por mucho que ella insistiera.

Esa estadía había sido particularmente molesta, al parecer las tres hermanas se habían puesto de acuerdo para ver con quien perdía mi tan incomprendida virginidad.
¿Por que no sólo me dejaban tranquilo?

Me escabullí hasta mi habitación, tratando de evitarle, pero a los pocos minutos estaba parada delante de mi puerta y sin siquiera golpear abrió de ella.

—Yo vengo por ti y tu me cierras la puerta. Así no se comporta un caballero.
Pero no importa... —.

"Yo no soy una dama" Terminó de decir en su mente.

—Disculpa Tanya, no estoy de humor para tus juegos hoy—. Y no lo estaría ni mañana, ni pasado, ni nunca si ella seguía tratando de ganar la apuesta que tenía con sus hermanas.

Se paró delante de mi, bloqueando la salida del dormitorio.

—Yo te enseñaré que mis juegos son bastantes agradables—.

Y caminó hacia mi dispuesta a besarme.

Giré con ella entre mis brazos, tratando de evitar su rostro que se abalanzaba sobre el mío.
Mi espalda tocó la pared y me detuve pensando en el posible daño estructural que podría sufrir la casa.

Eclipse (por Edward Cullen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora