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Los nuevos inicios son necesarios, aunque no se vean de esa manera, incluso si duelen al iniciarlos.

En algún puerto del nuevo mundo.
Junio 5, siglo XVI

Antes de zarpar, el joven de cabello negro miró hacia atrás a sabiendas que eso enviaría una punzada de dolor que le encogería el corazón. Dejar a su familia le dolería como si le estuviesen amputando alguna parte de su cuerpo.

«Todo esto era necesario» Habló consigo tratando de convencerse a sí mismo. Tan sólo quería darse algo de aliento para no derrumbarse en aquel sitio.

Pero, la situación lo ameritaba y debía irse antes de ser encontrado.

Constantemente sus padres le decían que no era normal que el pudiera ver las vidas de otras personas a través de sus ojos. Tampoco podía darse el lujo de sentirse normal con todo aquello que le atormentaba por las noches, todas aquellas imágenes.

Algunas eran buenas, hermosas. Como el inocente toque suave y delicado a una flor o dulce como una encantadora sonrisa de aquellas que aparecían luego de una caricia, de esas que estaban destinadas a ser besada. Por otro lado, estaban las que eran un nivel más allá de lo aterrador para un chico de diecisiete años que no sabía nada de lo que la vida suponía. El solo recordarlo le daba náuseas. Lo peor de todo es que sabía exactamente donde pasaba y quienes eran los involucrados principales e incluso, quién era él ejecutor, aunque ciertamente no reconocía ninguno de ellos. Eso era lo que le asustaba más, sus rostros llenos de placer cuando hacían algo que para él era innombrable.

Eran sueños tan vividos, como si el mismo Jared fuese quien hacia todo, quien provocaba muerte, caos, mutilación, destrucción, desesperación. Eso era entre las cosas aberrantes que le quitaban el sueño y veía al cerrar sus ojos por las noches, cuando su mente quedaba a la deriva.

Su madre le había dicho que era un don que le había otorgado alguna fuerza más allá de la comprensión humana. Para ella, Dios, siendo ellos una familia regida por las leyes católicas. Jared, se lo había creído. Pero, solo en partes. En su mente no cabía que un ser tan majestuoso como lo era Dios podría ser tan vil como para que le hiciera ver las monstruosidades que hacían las personas que dejaban de ser humanos, porque, actos como los que se reproducían en su cabeza no podían ser hechos por personas que ostentaban de serlo, ¿Cierto?

A veces se preguntaba si ese don era para que pudiese hacer algo al respecto, pero ¿Qué? Él tenía las preguntas, pero desconociendo quien era y el alcance de lo que podía hacer, no podía encontrar las respuestas adecuadas o el camino que le llevara hasta ellas.

Sin embargo, para Jared no todo era malo. Todo tiene su contraparte y el las veía hasta en las pequeñas cosas, haciéndole por momentos tener paz en medio de aquel caos haciendo que se aferrara a eso como si su vida dependiera de ello, aunque era su cordura la que no quería perder bajo ninguna circunstancia.

Sus padres diferentes a su joven e inocente hijo, pero a la vez tan iguales, tomaron la decisión de enviarlo lejos. Sabían que tarde o temprano vendrían a por él y nada les detendrían si eso llegara a ocurrir, debían proteger su legado, su primogénito, su único hijo; pero sobre todo la inocencia que aun teniendo su "Condición", como ellos le llamaba, Jared conservaba.

Jared no debía hacerlo, sin embargo, se dejó llevar por un momento haciendo lo que sentía, lo que quería. Porque, sabía que no hacer lo que quieres por al menos una vez en la vida podía, en muchos casos, sería dejar una parte de tu conciencia en las posibilidades de los "¿Y si hubiera...?" además de una pequeña parte de tu corazón en arrepentimientos por ello.

Con lágrimas en los ojos dio media vuelta y corrió de regreso a los brazos de su madre quien lo recibió estrechándolo tan fuerte que le hizo sentir que todo estaría bien. Que solo era un paranoico sin remedio y que todo eso era totalmente normal.

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