Primer encuentro: suerte.

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Caminaba lento bajo la lluvia y disfrutaba de aquella melodía dramática. Su paraguas rojo le protegía de aquella fuerte lluvia y mientras el frio viento llegaba contra su rostro, ella se permitía dejar volar su imaginación. Amaba hacer eso, elegir una melodía y adoptarla, en este momento aquella melodía algo dramática y aquellos escenarios le permitían jugar con su imaginación, crear historias en su cabeza y sentirlas.
Un corazón roto, una vida solitaria o simplemente una crisis, había mucho en su imaginación.

Así caminaba, viviendo aquellas melodías, entonces una más oscura apareció, haciéndola imaginar escenarios temerosos. Una persecución, alguien vigilándola, una huida.

(Sugerencia: Heartbeat—Suran.)

Luego aquella melodía cambio a una más romántica, más soñadora y dulce. Casi podía asegurar que aquella melodía sabía a algodón de azúcar y olía a caramelo. Entonces la lluvia pasó de ser dramática u oscura, para pasar a ser el escenario más romántico existente, aquellas historias en su cabeza lograron arrancarle un suspiro y una pequeña sonrisa.

Entonces se preguntó, ¿Qué pasaría si viviera una de tantas historias que se ha imaginado?

Nadando en sus pensamientos caminaba lento bajo aquella lluvia, ignorando aquel carro que pasaba a gran velocidad.

Un claxon, un destello borroso y de pronto ya se encontraba entre los brazos de aquel desconocido.

Sus piernas se encontraban temblando, sus manos se aferraban a aquellos hombros anchos y sus ojos viajaban por todo su rostro.

Debía ser un sueño. Quizá esa mañana no se despertó y aun se encontraba soñando en su habitación o quizá ese auto la había arrollado y ahora se encontraba en aquella húmeda calle inconsciente.

-¿Se encuentra bien?

Segura de que aquello era solo una jugada de su cerebro y casi sin darse cuenta, su mano viajo hasta el rostro de aquel chico, sus dedos apenas lograron rosar aquellas mejillas cuando la conciencia le fue arrebatada, llevándola a un sueño profundo.

Se desmayó.

Y mientras era llevada en los brazos de aquel hombre su corazón decidió latir rápido en honor a su rescatista.

Un fuerte olor a alcohol la despabilo, logrando que se removiera en aquella incomoda camilla. Un dolor de cabeza y una fuerte punzada en su tobillo lograron que abriera sus ojos, logrando ver al pie de su camilla a aquel chico que salvo su vida.

Sigo soñando. Pensó.

Aquel chico sonrió con dulzura.

-Creo que ya se siente mejor.

Además de ser atractivo y haberla salvado, ¿también lee las mentes? O quizá solo pensó en voz alta y él logro escucharla.

-Debo revisar que no haya una contusión. ¿Puede seguir mi dedo?- Pidió posando su dedo frente a sus ojos junto con una pequeña lámpara. –Bien, no hay contusión.

-¿Qué me pasó?

-¿No lo recuerda?- Preguntó aquel joven consiguiendo como respuesta una simple negación muda de la paciente en aquella camilla.

-Doctor, aquí está lo que pidió.- Dijo una enfermera entrando en aquella habitación.

-Gracias.- Dijo girándose y recibiendo una carpeta de aquella enfermera.

-Con permiso.- Dijo retirándose.

-Así que, Jung Hye-rim, 22 años y tal parece que tiene un historial médico muy bueno.- Hablo viendo aquellos papeles. –Hace un rato a usted, casi la atropellan.

-Usted, ¿me salvó?

-Me sentiría bien de escuchar aquellas palabras si no se hubiese torcido el tobillo.

-¿Me qué?

-Hace un rato, cuando la moví con bastante rapidez, su tacón se rompió y su tobillo se torció.

Hye-rim dirigió su vista a su tobillo que se encontraba vendado.

-Igualmente debo agradecerle.

-No ha sido nada. Soy doctor, salvar vidas es algo que me gusta hacer.

Casi como si fuera un balde de agua fría, Hye-rim recordó su actitud antes de caer desmayada entre los brazos de aquel doctor.

-Debo irme.- Dijo ella con rapidez.

-Espere, se puede lastimar mas.

De un salto ya se encontraba bajando de la cama y tal como advirtió el doctor, su tobillo dolió. Y como en muchas de aquellas historias que leyó, vio e imagino, al momento en el que ella comenzó a tambalearse término una vez más siendo atrapada por los brazos de aquel doctor.

Lo que apenas fue un minuto para aquellos corazones pareció una eternidad. Sus ojos se perdían en los del otro mientras el destino cumplía su cometido.

Una traviesa flecha voló y aquellos corazones volaron alrededor acelerando tanto el ritmo cardiaco de ambos, provocando que temieran que el otro lograse escucharlos.

Recuperando la compostura, ambos se separaron lentamente.

-Le pediré a su guardián que pasé y en unos momentos se le dará de alta.

-Claro, gracias doctor.

Una última mirada fugas fue dirigida y cuando la puerta de aquella habitación fue cerrada, ambos en su soledad movieron con rapidez su mano y la posaron sobre su acelerado corazón.

Un suspiro en busca de tranquilidad escapo de ambos y una pequeña sonrisa se coló por ahí. 

Cuestión de destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora